La oxitocina ayuda a superar el miedo?

Las experiencias aterradoras no se desvanecen rápida y fácilmente de la memoria. Un miedo considerable queda profundamente afianzado en ella. Después de un accidente de tráfico, por ejemplo, es difícil afrontar de nuevo el tráfico en la calle, e incluso el chirriar de neumáticos puede despertar una notable ansiedad. Los psicólogos llaman a esto “condicionamiento”. Ciertas imágenes o ruidos quedan entrelazados en el cerebro con la experiencia del dolor o el miedo. Solo de forma gradual aprendemos que no todos los chirridos de neumáticos significan peligro. Esta sobreescritura activa en la memoria se conoce como “extinción”. En este proceso, sin embargo, los contenidos originales del recuerdo asociados a la mala experiencia y a los estímulos no necesariamente malos que ahora reviven el miedo, más que ser eliminados son contrarrestados por recuerdos de experiencias positivas. Si vuelven a producirse situaciones peligrosas, el miedo, que aparentemente había ya sido superado, suele reaparecer.


La extinción se utiliza a menudo en la terapia para los trastornos de ansiedad. Por ejemplo, a una persona que sufra de aracnofobia se la animará a enfrentarse gradualmente y cada vez más a las arañas. Primero el paciente tiene que ver fotografías de arañas, y después mirar ejemplares vivos, hasta que finalmente pueda sostener una tarántula en su mano. Cuando las personas con un trastorno de ansiedad experimentan lo más frecuentemente posible el hecho de que no tienen por qué temer lo que la desencadena, su miedo se ve reducido. Sin embargo, esto puede llevar mucho tiempo, porque esta confrontación frecuente con una situación aterradora no es fácil. Además, podrían producirse recaídas porque el rastro original del miedo está aún anclado en la memoria.

Inundaciones, huracanes, terremotos, erupciones volcánicas, accidentes graves, asaltos criminales… Estas y otras experiencias pueden dejarnos un miedo permanente al agua, a subir a un automóvil, a visitar una determinada vivienda, o a todo aquello que estuvo vinculado a la mala experiencia, pese a que el peligro ya haya pasado y sea irracional tenerles miedo a esas cosas. En la imagen, una inundación capaz de atemorizar a cualquiera.

El equipo internacional del Dr. René Hurlemann, del Departamento de Psiquiatría y Psicoterapia del Hospital de la Universidad de Bonn en Alemania, ha podido ahora demostrar a través de experimentos que la oxitocina, referida a menudo como la “hormona del amor” debido a su importante papel promoviendo el altruismo, la generosidad, las interacciones sociales, el apego de las madres hacia sus bebés y la cooperación entre individuos, es además capaz de inhibir la actividad de la amígdala, una región cerebral que en bastantes aspectos ejerce de “centro emisor del miedo” en el cerebro. Al inhibir dicha actividad, la oxitocina permite que los estímulos de miedo disminuyan más fácilmente. 

Durante los experimentos, se comprobó que en los sujetos bajo la influencia de la oxitocina, no solo la amígdala estuvo menos activa que en los sujetos a quienes no se les administró dicha hormona, sino que además ciertas regiones cerebrales que inhiben el miedo estuvieron más estimuladas que en aquellos a quienes no se dio oxitocina. 

Esta línea de investigación podría conducir a una nueva era en el tratamiento de los trastornos de ansiedad.

Fuente: NCYT

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