A una distancia enorme de la Tierra, y por tanto también en un pasado muy distante, unos astrónomos han localizado un agujero negro de tamaño superlativo, el cual creció mucho más rápido que su galaxia anfitriona.
El descubrimiento va en contra de la mayoría de observaciones sobre agujeros negros, las cuales indican que en la mayoría de casos los agujeros negros y sus galaxias anfitrionas crecen al mismo ritmo.
Un agujero negro es una concentración tan densa de materia que su campo gravitatorio es capaz de absorber cualquier cosa que pase demasiado cerca de él, incluso la luz.
Este agujero negro en particular se formó más o menos 2.000 millones de años después del Big Bang. Un grupo de investigación internacional ha efectuado el descubrimiento en el marco de un proyecto para cartografiar el crecimiento de agujeros negros supermasivos a lo largo de la historia del universo. El equipo incluye a astrónomos de la Universidad Yale en New Haven, Connecticut, Estados Unidos, así como de otras instituciones de dentro y fuera del país.
En palabras de la astrofísica C. Megan Urry, de la Universidad Yale, fue una sorpresa del todo inesperada ver a un agujero negro tan colosal a tanta distancia en el espacio y en el tiempo.
Este agujero negro, localizado en la galaxia CID-947, se halla entre los más masivos encontrados hasta la fecha. Se le han medido casi 7.000 millones de masas solares (una masa solar es equivalente a la masa de nuestro Sol).
Sin embargo, lo que más asombró al equipo fue la masa de la galaxia que lo rodea, incomprensiblemente pequeña en comparación con la que debería tener con arreglo a la proporción de masas galaxia-agujero comúnmente aceptada.
Por tanto, el nuevo estudio pone en tela de juicio a nociones anteriores sobre la forma en que crecen las galaxias anfitrionas en relación a los agujeros negros.
Fuente NCYT