Mantener un buen nivel de actividad física ayuda a conservarse en forma a medida que se envejece. Sin embargo, hay casos extraordinarios en los que esa buena forma física perdura en una magnitud y a una edad que rebasan todos los límites de lo considerado normal. Así ocurrió con Olga Kotelko, una canadiense de origen ucraniano que habiendo rebasado los 90 años de edad no solo practicaba deportes de atletismo sino que además en infinidad de competiciones vencía a sus rivales del mismo grupo de edad (obtuvo 750 medallas de oro y batió 30 récords mundiales) y hasta más jóvenes, y por mucha diferencia. Aunque fallecida en 2014, su caso sigue siendo objeto de investigaciones científicas. Además del estado remarcablemente bueno de sus fibras musculares, Kotelko también disfrutaba de otros rasgos inusuales en su cerebro, según lo descubierto en un análisis, recientemente concluido, de unos escaneos cerebrales minuciosos que se le hicieron en vida.
Kotelko fue madre de dos hijas y trabajó como profesora. Comenzó su impresionante carrera deportiva en la última etapa de su vida, esencialmente tras jubilarse. En la época de su fallecimiento, había establecido nuevos récords mundiales para su grupo de edad en carrera de 100 metros, carrera de 200 metros, salto de altura, salto de longitud, lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco, lanzamiento de peso, y lanzamiento de martillo.
El equipo de Agnieszka Burzynska, del Instituto Beckman de Ciencia y Tecnología Avanzadas, un centro dependiente de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Estados Unidos, se interesó por el inaudito caso de esta mujer que había burlado bastantes de los efectos más incapacitantes de la vejez. El interés de estos científicos no se centraba en la musculatura de Kotelko sino en su cerebro. En una investigación anterior (http://noticiasdelaciencia.com/not/12274/) Burzynska y sus colaboradores comprobaron que la actividad física en la tercera edad ayuda a proteger la sustancia blanca cerebral (el “cableado” de interconexión entre las células cerebrales). Como todo lo demás en el cuerpo, las fibras de sustancia blanca (conocida también como materia blanca), que permiten la comunicación entre las distintas regiones cerebrales, se deterioran con la edad. El equipo de Burzynska constató la existencia de una fuerte asociación entre la integridad estructural de esas fibras de sustancia blanca y el nivel de actividad física diaria de una persona mayor.
Para el nuevo estudio, se comparó a Kotelko con un grupo de 58 mujeres sanas, con bajo nivel de actividad física y de edades comprendidas entre los 60 y los 78 años. Los escaneos cerebrales tenían por objeto cartografiar todas las partes relevantes del cerebro a fin de determinar si la práctica de atletismo a una edad avanzada había reducido en Kotelko, o quizás incluso revertido, algunos de los procesos de envejecimiento en su cerebro.
En general, una vez alcanzada la adultez, el cerebro se encoge al envejecer. La corteza, la capa más externa y sofisticada del cerebro, también se vuelve más delgada. Los tractos de sustancia blanca, que transportan señales nerviosas entre las regiones del cerebro, tienden a perder su integridad estructural y funcional con el paso del tiempo. Y el hipocampo, que es importante para la memoria, por lo general se reduce con la edad.
Estudios previos han demostrado que hacer con regularidad ejercicios físicos de tipo aeróbico puede mejorar la cognición y estimular la función cerebral en las personas de la tercera edad, e incluso puede aumentar el volumen de regiones específicas del cerebro como el hipocampo.
El cerebro de Kotelko ya se mostró atípico desde el primer momento en el análisis, revelando rasgos que parecen ser efectos beneficiosos de su estilo de vida activo. En conjunto, su cerebro no se veía muy encogido. Su “inventario” de sustancia blanca estaba sorprendentemente intacto, pareciéndose a los de las participantes del estudio que eran décadas más jóvenes que ella. Y los tractos de sustancia blanca en una región del cerebro que conecta los hemisferios derecho e izquierdo en la parte frontal del cerebro estaban en muy buen estado de conservación.
En las mediciones de integridad de la sustancia blanca en esa parte del cerebro, Kotelko resultó tener un valor más alto que los de todas las demás mujeres examinadas en el estudio, mucho más jóvenes que ella.
Estos tractos de sustancia blanca son vitales para una región cerebral que ejerce funciones como el razonamiento, la planificación y el autocontrol. Se sabe que la eficiencia en dichas funciones disminuye con rapidez al envejecer.
Fuente NCYT
Kotelko fue madre de dos hijas y trabajó como profesora. Comenzó su impresionante carrera deportiva en la última etapa de su vida, esencialmente tras jubilarse. En la época de su fallecimiento, había establecido nuevos récords mundiales para su grupo de edad en carrera de 100 metros, carrera de 200 metros, salto de altura, salto de longitud, lanzamiento de jabalina, lanzamiento de disco, lanzamiento de peso, y lanzamiento de martillo.
El equipo de Agnieszka Burzynska, del Instituto Beckman de Ciencia y Tecnología Avanzadas, un centro dependiente de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Estados Unidos, se interesó por el inaudito caso de esta mujer que había burlado bastantes de los efectos más incapacitantes de la vejez. El interés de estos científicos no se centraba en la musculatura de Kotelko sino en su cerebro. En una investigación anterior (http://noticiasdelaciencia.com/not/12274/) Burzynska y sus colaboradores comprobaron que la actividad física en la tercera edad ayuda a proteger la sustancia blanca cerebral (el “cableado” de interconexión entre las células cerebrales). Como todo lo demás en el cuerpo, las fibras de sustancia blanca (conocida también como materia blanca), que permiten la comunicación entre las distintas regiones cerebrales, se deterioran con la edad. El equipo de Burzynska constató la existencia de una fuerte asociación entre la integridad estructural de esas fibras de sustancia blanca y el nivel de actividad física diaria de una persona mayor.
Para el nuevo estudio, se comparó a Kotelko con un grupo de 58 mujeres sanas, con bajo nivel de actividad física y de edades comprendidas entre los 60 y los 78 años. Los escaneos cerebrales tenían por objeto cartografiar todas las partes relevantes del cerebro a fin de determinar si la práctica de atletismo a una edad avanzada había reducido en Kotelko, o quizás incluso revertido, algunos de los procesos de envejecimiento en su cerebro.
En general, una vez alcanzada la adultez, el cerebro se encoge al envejecer. La corteza, la capa más externa y sofisticada del cerebro, también se vuelve más delgada. Los tractos de sustancia blanca, que transportan señales nerviosas entre las regiones del cerebro, tienden a perder su integridad estructural y funcional con el paso del tiempo. Y el hipocampo, que es importante para la memoria, por lo general se reduce con la edad.
Estudios previos han demostrado que hacer con regularidad ejercicios físicos de tipo aeróbico puede mejorar la cognición y estimular la función cerebral en las personas de la tercera edad, e incluso puede aumentar el volumen de regiones específicas del cerebro como el hipocampo.
El cerebro de Kotelko ya se mostró atípico desde el primer momento en el análisis, revelando rasgos que parecen ser efectos beneficiosos de su estilo de vida activo. En conjunto, su cerebro no se veía muy encogido. Su “inventario” de sustancia blanca estaba sorprendentemente intacto, pareciéndose a los de las participantes del estudio que eran décadas más jóvenes que ella. Y los tractos de sustancia blanca en una región del cerebro que conecta los hemisferios derecho e izquierdo en la parte frontal del cerebro estaban en muy buen estado de conservación.
En las mediciones de integridad de la sustancia blanca en esa parte del cerebro, Kotelko resultó tener un valor más alto que los de todas las demás mujeres examinadas en el estudio, mucho más jóvenes que ella.
Estos tractos de sustancia blanca son vitales para una región cerebral que ejerce funciones como el razonamiento, la planificación y el autocontrol. Se sabe que la eficiencia en dichas funciones disminuye con rapidez al envejecer.
Fuente NCYT