Científicos de EE.UU. logran interferir en una decisión sin afectar a la otra
Un estudio de EE.UU. ha comprobado que si una persona es culpable o no, y la cantidad de castigo que se merece, son decisiones separadas que se toman en distintas zonas del cerebro. La cantidad de castigo depende de cómo de voluntario ha sido el delito, pero también del daño causado. Los científicos han conseguido interferir en esta decisión sin afectar a la otra.
Los jurados de los casos penales normalmente deciden si alguien es culpable, entonces un juez determina el nivel adecuado de castigo. Una nueva investigación confirma que estas dos evaluaciones independientes de culpa y castigo, aunque relacionadas, se calculan en diferentes partes del cerebro. De hecho, los investigadores descubrieron que pueden interrumpir y cambiar una decisión sin afectar a la otra.
Un nuevo trabajo de investigadores de la Universidad de Vanderbilt (Tennessee) y la Universidad de Harvard (Massachusetts), ambas de EE.UU., confirma que un área específica del cerebro, la corteza prefrontal dorsolateral, es crucial para las decisiones de castigo. Los investigadores predijeron y comprobaron que mediante la alteración de la actividad cerebral en esta área del cerebro, podrían cambiar la forma en que las personas castigaban a acusados hipotéticos sin cambiar la cantidad de culpa atribuida a los acusados.
"Fuimos capaces de cambiar significativamente la cadena de toma de decisiones y reducir el castigo por crímenes sin afectar a la culpabilidad", dice René Marois, profesor de psicología en Vanderbilt y co-autor principal del estudio, en la información de su universidad. "Esto refuerza la evidencia de que la corteza prefrontal dorsolateral integra información de otras partes del cerebro para determinar el castigo y muestra una clara disociación neuronal entre las decisiones de castigo y los juicios de responsabilidad moral."
La investigación se ha publicado en la revista Neuron.
El experimento
Los investigadores utilizaron la estimulación magnética transcraneal repetitiva (EMTr) en un área específica de la corteza prefrontal dorsolateral para alterar brevemente la actividad en esta región del cerebro y por lo tanto modificar la cantidad de castigo que imponía una persona.
"Muchos estudios muestran la función integradora de la corteza prefrontal dorsolateral en tareas cognitivas relativamente simples, y creemos que este proceso relativamente básico constituye la base para formas más complejas de comportamiento y toma de decisiones, tales como la aplicación de normas", dice el autor principal Joshua Buckholtz, ahora profesor de psicología en la Universidad de Harvard.
Los investigadores llevaron a cabo experimentos con 66 hombres y mujeres voluntarios. Se pidió a los participantes tomar decisiones de castigo y culpabilidad en una serie de escenarios en los que el sospechoso cometía un delito. Los escenarios variaban según los daños causados (que van desde la pérdida de bienes a un daño grave y muerte) y cómo de culpable era el sospechoso del acto (totalmente responsable o no, debido a circunstancias atenuantes.)
La mitad de los sujetos recibieron EMTr activa, mientras que la otra mitad recibieron una versión simulada o placebo de EMTr.
Nivel de daño
En todos los participantes y todos los ensayos, tanto la culpabilidad como el nivel de daño fueron predictores significativos de la cantidad de castigo considerada apropiada por los participantes. Pero los sujetos que recibieron EMTr activa eligieron castigos significativamente más bajos para los sospechosos totalmente culpables que aquellos sujetos que recibieron EMTr simulada, sobre todo en escenarios en los que el daño era bajo o moderado. Los análisis adicionales indicaron que el efecto se debió a que la integración de las señales de daño y culpabilidad estaba deteriorada.
"Interrumpir temporalmente la función de la corteza prefrontal dorsolateral parece alterar cómo usa la gente la información sobre el daño y la culpabilidad para tomar estas decisiones. En otras palabras, el castigo requiere que las personas equilibren estas dos influencias, y la manipulación con EMTr interfería en este equilibrio, especialmente bajo condiciones en las que estos factores son disonantes, como cuando la intención es clara, pero el resultado del daño es leve", dice Buckholtz.
Implicaciones futuras
El principal objetivo del equipo de investigación con este trabajo era ampliar el conocimiento de cómo el cerebro evalúa y luego integra la información relevante para las decisiones de culpa y castigo. También se trata de avanzar en el estudio interdisciplinar creciente del derecho y la neurociencia.
"Esta investigación nos da una visión más profunda sobre cómo las personas toman decisiones legalmente relevantes, y en particular cómo las diferentes partes del cerebro contribuyen a las decisiones sobre el crimen y el castigo. Esperamos que estas ideas ayuden a construir una base para una mejor comprensión, y quizás un día a combatir mejor la toma de decisiones sesgada en el sistema legal", dice co-autor Owen Jones, profesor de derecho y ciencias biológicas en Vanderbilt y director de la Red de Investigación de la Fundación MacArthur para el Derecho y Neurociencia.
Fuente TENDENCIAS 21
Un estudio de EE.UU. ha comprobado que si una persona es culpable o no, y la cantidad de castigo que se merece, son decisiones separadas que se toman en distintas zonas del cerebro. La cantidad de castigo depende de cómo de voluntario ha sido el delito, pero también del daño causado. Los científicos han conseguido interferir en esta decisión sin afectar a la otra.
Los jurados de los casos penales normalmente deciden si alguien es culpable, entonces un juez determina el nivel adecuado de castigo. Una nueva investigación confirma que estas dos evaluaciones independientes de culpa y castigo, aunque relacionadas, se calculan en diferentes partes del cerebro. De hecho, los investigadores descubrieron que pueden interrumpir y cambiar una decisión sin afectar a la otra.
Un nuevo trabajo de investigadores de la Universidad de Vanderbilt (Tennessee) y la Universidad de Harvard (Massachusetts), ambas de EE.UU., confirma que un área específica del cerebro, la corteza prefrontal dorsolateral, es crucial para las decisiones de castigo. Los investigadores predijeron y comprobaron que mediante la alteración de la actividad cerebral en esta área del cerebro, podrían cambiar la forma en que las personas castigaban a acusados hipotéticos sin cambiar la cantidad de culpa atribuida a los acusados.
"Fuimos capaces de cambiar significativamente la cadena de toma de decisiones y reducir el castigo por crímenes sin afectar a la culpabilidad", dice René Marois, profesor de psicología en Vanderbilt y co-autor principal del estudio, en la información de su universidad. "Esto refuerza la evidencia de que la corteza prefrontal dorsolateral integra información de otras partes del cerebro para determinar el castigo y muestra una clara disociación neuronal entre las decisiones de castigo y los juicios de responsabilidad moral."
La investigación se ha publicado en la revista Neuron.
El experimento
Los investigadores utilizaron la estimulación magnética transcraneal repetitiva (EMTr) en un área específica de la corteza prefrontal dorsolateral para alterar brevemente la actividad en esta región del cerebro y por lo tanto modificar la cantidad de castigo que imponía una persona.
"Muchos estudios muestran la función integradora de la corteza prefrontal dorsolateral en tareas cognitivas relativamente simples, y creemos que este proceso relativamente básico constituye la base para formas más complejas de comportamiento y toma de decisiones, tales como la aplicación de normas", dice el autor principal Joshua Buckholtz, ahora profesor de psicología en la Universidad de Harvard.
Los investigadores llevaron a cabo experimentos con 66 hombres y mujeres voluntarios. Se pidió a los participantes tomar decisiones de castigo y culpabilidad en una serie de escenarios en los que el sospechoso cometía un delito. Los escenarios variaban según los daños causados (que van desde la pérdida de bienes a un daño grave y muerte) y cómo de culpable era el sospechoso del acto (totalmente responsable o no, debido a circunstancias atenuantes.)
La mitad de los sujetos recibieron EMTr activa, mientras que la otra mitad recibieron una versión simulada o placebo de EMTr.
Nivel de daño
En todos los participantes y todos los ensayos, tanto la culpabilidad como el nivel de daño fueron predictores significativos de la cantidad de castigo considerada apropiada por los participantes. Pero los sujetos que recibieron EMTr activa eligieron castigos significativamente más bajos para los sospechosos totalmente culpables que aquellos sujetos que recibieron EMTr simulada, sobre todo en escenarios en los que el daño era bajo o moderado. Los análisis adicionales indicaron que el efecto se debió a que la integración de las señales de daño y culpabilidad estaba deteriorada.
"Interrumpir temporalmente la función de la corteza prefrontal dorsolateral parece alterar cómo usa la gente la información sobre el daño y la culpabilidad para tomar estas decisiones. En otras palabras, el castigo requiere que las personas equilibren estas dos influencias, y la manipulación con EMTr interfería en este equilibrio, especialmente bajo condiciones en las que estos factores son disonantes, como cuando la intención es clara, pero el resultado del daño es leve", dice Buckholtz.
Implicaciones futuras
El principal objetivo del equipo de investigación con este trabajo era ampliar el conocimiento de cómo el cerebro evalúa y luego integra la información relevante para las decisiones de culpa y castigo. También se trata de avanzar en el estudio interdisciplinar creciente del derecho y la neurociencia.
"Esta investigación nos da una visión más profunda sobre cómo las personas toman decisiones legalmente relevantes, y en particular cómo las diferentes partes del cerebro contribuyen a las decisiones sobre el crimen y el castigo. Esperamos que estas ideas ayuden a construir una base para una mejor comprensión, y quizás un día a combatir mejor la toma de decisiones sesgada en el sistema legal", dice co-autor Owen Jones, profesor de derecho y ciencias biológicas en Vanderbilt y director de la Red de Investigación de la Fundación MacArthur para el Derecho y Neurociencia.
Fuente TENDENCIAS 21