El estrés, según las enseñanzas de Buda


Ser Zen

En el budismo se utiliza un concepto para hablar del “estrés bueno”: el esfuerzo correcto. La importancia de utilizar las tensiones justas, "el camino del medio".

La historia dice que el Buda “iluminó” en una oportunidad a un muchacho llamado Sona, músico él, que no podía avanzar en su camino espiritual. El diálogo fue el siguiente:

"- Sona, no puedes producir un buen sonido con la cítara si ajustas demasiado las cuerdas, ¿verdad?
- Eso es correcto, hombre de gran virtud.
- Y por otro lado, no puedes extraer un buen sonido si aflojas demasiado las cuerdas, ¿no es cierto?
- Lo que acabas de decir es exactamente así, hombre de gran virtud.
- Entonces, ¿qué es lo que harías?
- Hombre de gran virtud, es vital afinar las cuerdas de manera apropiada, sin ajustarlas ni aflojarlas demasiado.
- Sona, debes darte cuenta de que la práctica del Camino que yo predico es exactamente lo mismo. Si eres demasiado asiduo en tu práctica, vas a forzar en exceso tu mente y serás presa de una gran tensión. Del mismo modo, si relajas demasiado tu mente, te dejarás ganar por la ociosidad. Debes, por lo tanto, establecer un equilibrio en tu práctica del Camino."

Se dice que el propio Buda había probado rígidos métodos ascéticos en su búsqueda de la Iluminación, hasta que comprendió que lo mejor era “el camino del medio”.

El concepto de estrés originariamente no hace referencia a algo malo, sino al esfuerzo que hacemos (mental o físico) para lograr nuestros objetivos. Es que estar vivos supone cierta energía disposicional para poder afrontar los desafíos cotidianos. Sin esa energía, naufragaríamos en el fracaso o en el hacer a medias.

En el budismo se utiliza un concepto para hablar del “estrés bueno” : el esfuerzo correcto 

Un profesor frente a sus alumnos, un conferencista con su público, un jugador de fútbol en el medio de un partido, necesitan de esa energía que les permite responder al contexto en el que se encuentran.

En el budismo se utiliza un concepto para hablar del “estrés bueno”: el esfuerzo correcto. Utilizar las tensiones justas, tal cual el Buda proponía a su alumno, es un desafío mayúsculo que implica capacidad de discernimiento (sabiduría).

El estrés malo o distrés

Jon Kabat-Zinn, fundador del principal programa de mindfulness en la Universidad de Massachusetts, relata el ejemplo de un hombre que se encontró a si mismo, muy tarde en la noche, lavando su auto con fuertes luces prendidas en el garaje de su casa. A pesar de su cansancio, tenía una “agenda mental” que quería cumplir, y hasta que no finalizara con ella no descansaría. Sólo gracias a su práctica meditativa pudo descubrirse en esa situación (y en otras tantas más) y preguntarse: ¿qué estoy haciendo acá? ¿es realmente necesario esto?

Otro ejemplo de esfuerzo intenso e innecesario es el que realizan mentalmente algunos pacientes crónicos, como aquellos con dolor de espalda, fibromialgia, diabetes, psoriasis o cáncer: están todo el tiempo “luchando” internamente con lo que les toca vivir, intentando suprimirlo, cambiarlo, eliminarlo de sus vidas. Algunos estudios y nuestra propia experiencia nos demuestran que cuando dejamos de asumir esta actitud belicista con nosotros mismos, tendemos a mejorar notablemente, ¡incluso la sintomatología de nuestra enfermedad médica!

El distrés o estrés crónico es la energía vital mal utilizada y que produce, por ello, sintomatología en nuestro organismo. Dolores de espalda, tensiones, problemas digestivos o respiratorios y aumento de la presión arterial son sólo algunos de los síntomas que las personas suelen reportar.

El distrés es resultado de una espiral reactiva que incluye: desatención - desconexión - desregulación - desorden - desequilibrio 

Nuestra cultura es estresora: si no aprendemos un método para poder controlar las demandas continuas que nos realiza, si no vivimos tamizando constantemente sus mensajes de exigencia, juventud, belleza y éxito, caeremos tarde o temprano en la máquina trituradora del distrés.

En realidad, es nuestra mente la que, de manera no consciente, va incluyéndose en esta espiral reactiva que incluye: desatención - desconexión - desregulación - desorden - desequilibrio.

Cuando estamos desatentos, estamos poco conectados con nosotros mismos y nuestros estados internos. Si eso ocurre, vamos perdiendo control interno y nos desregulamos (sensitiva y emocionalmente), para caer en el desorden y desequilibrio. El distrés no es más que eso: quedar enredados en esta espiral de reactividad que genera sufrimiento.

Este estado de desequilibrio nos lleva a buscar acciones compensatorias como mantener una pauta de exceso de trabajo, o de hiperactividad, o exceso de comida, es decir, un abanico de comportamientos autodestructivos. ¡Esto por supuesto que es inconsciente!

En otros casos, esto se agudiza con la dependencia a sustancias: fumar, beber alcohol excesivamente, tomar mucho café o consumir drogas, por ejemplo. Así, caemos en el escalón final del agotamiento físico/psíquico, la pérdida de vigor y el entusiasmo, el abatimiento, los ataques cardíacos o las enfermedades inmunológicas.

En la próxima entrega, te daré pistas acerca de cómo salir de este cuadro de distrés a través de una vida más plena.

Fuente CLARIN


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