Es la vieja historia de siempre: estamos en el restaurante y no nos decidimos sobre qué pedir. Después de estudiar el menú durante algún tiempo, acabamos eligiendo uno de entre dos platos favoritos. Pero no podemos relajarnos durante la comida y seguimos preguntándonos si después de todo no hubiéramos debido decidirnos por el otro plato. Tales dificultades con las decisiones surgen en todos los aspectos de la vida, y no solo en la comida. Sin embargo, afectan sobre todo a las decisiones basadas en las preferencias, por ejemplo, a preguntas como “¿qué prefiero, melón o cerezas?”. Las decisiones puramente sensoriales basadas en información sensorial, como “¿qué es más grande, el melón o la cereza?, son menos propensas a la indecisión.
¿Por qué algunas personas están tan inseguras sobre sus preferencias y les cuesta tanto tomar una decisión, mientras que otras saben exactamente lo que prefieren y se deciden fácil y rápidamente? Un equipo encabezado por el profesor Christian Ruff, de la Universidad de Zúrich (UZH) en Suiza, ha investigado esta cuestión.
Los investigadores utilizaron estimulación transcraneal por corriente alterna, un método de estimulación cerebral no invasivo que permite la generación de oscilaciones coordinadas en la actividad de ciertas regiones del cerebro. Los participantes en las pruebas no eran conscientes de que estaban siendo estimulados. Usando esta técnica, los investigadores intensificaron o redujeron el flujo de información entre la corteza prefrontal, ubicada directamente debajo de la frente, y la corteza parietal, situada justo encima de ambos oídos. Los sujetos de estudio tuvieron que tomar decisiones sobre alimentos basándose en sus preferencias o solo en sus sentidos.
El equipo de Ruff comprobó que las decisiones basadas en sus preferencias eran menos estables si se interfería en el flujo de información entre las dos regiones cerebrales. Los sujetos de estudio eran por tanto más indecisos. Para las decisiones puramente sensoriales, sin embargo, no existía tal efecto.
Así pues, la precisión y estabilidad de las decisiones por preferencias no dependen solo de la intensidad de la activación de una o más regiones cerebrales, sino también de la intensidad de la comunicación entre dos áreas del cerebro.
Fuente NCYT