La esquizofrenia es un trastorno potencialmente devastador y es importante que se creen nuevos tratamientos para ayudar a quienes la padecen y al final prevenirlas. Aún se desconocen los mecanismos internos que derivan en su desarrollo, pero un nuevo estudio podría brindarnos luz en el asunto.
El estudio, del Imperial College of London, es el primero en demostrar que el cerebro de las persona esquizofrénicas – o con riesgo de desarrollar la enfermedad – tiene niveles significativamente más altos de actividad de las células inmunitarias que aquellos que no muestran signos del trastorno.
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El resultado no sólo señala nuevos objetos de investigación para entender cómo los leucocitos contribuyen a la enfermedad, sino también podría algún día conllevar a tratamientos que evitarían la progresión de la esquizofrenia basándose en las alertas tempranas relacionadas con la inflamación en el cerebro.
Las células inmunitarias en el cerebro, llamadas microgliales, sirven para reparar el tejido dañado en el cerebro y defenderlo contra infecciones, pero los investigadores creen que una de las consecuencias de su actividad podría estar desencadenando la progresión de la esquizofrenia. Para probar su hipótesis, utilizaron imágenes por tomografías de emisión de positrones (TEP) para comparar los niveles de actividad microglial en un grupo de 56 participantes.
Entre los individuos algunos pacientes ya habían sido diagnosticados con esquizofrenia , otros estaban en riesgo de desarrollar el trastorno y otros no tenían síntoma alguno. El equipo de científicos descubrió que los niveles de actividad microgliales en el cerebro corresponden a la severidad de los síntomas de esquizofrenia en aquellos que padecen el trastorno. (Genios creativos propensos a la locura)
El hallazgo, reportado en The American Journal of Psychiatry, se suma a la reciente evidencia de que la inflamación en el cerebro – en la forma de una sobre actividad de nuestro sistema inmunitario – podría ser la raíz de varios problemas a la salud modernos incluyendo el Alzheimer, la esquizofrenia y depresión, los investigadores esperan que la nueva información pueda ayudar a crear tratamientos que cambien vidas.
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