Un equipo de investigadores ha descubierto evidencia de un planeta gigante que traza una órbita extraña muy alargada en el Sistema Solar exterior. El objeto, que los investigadores apodaron “Planeta Nueve”, tiene una masa de aproximadamente 10 veces la de la Tierra y orbita unas 20 veces más lejos del Sol que la distancia promedio de Neptuno (que orbita el Sol a una distancia promedio de 4.500 millones de km). De hecho, este nuevo planeta tardaría entre 10.000 y 20.000 años en dar una vuelta alrededor del Sol.
Los investigadores, Konstantin Batygin y Mike Brown, descubrieron la existencia del planeta a través de un modelado matemático y simulaciones por computador, pero no lo han observado de manera directa.
“Sería un verdadero noveno planeta”, dice Brown, profesor de astronomía planetaria. “Solo ha habido dos verdaderos planetas descubiertos desde tiempos antiguos, y este sería un tercero”.
Brown señala que este supuesto noveno planeta –con unas 5.000 veces la masa de Plutón– es tan grande que no debería haber un debate sobre si es un verdadero planeta o no. A diferencia de la clase de objetos más pequeños conocidos como planetas enanos, el Planeta Nueve domina gravitacionalmente su vecindad del Sistema Solar. De hecho, domina una región más grande que cualquiera de los otros planetas conocidos.
En el artículo que presenta sus resultados, Batygin y Brown, demuestran cómo el Planeta Nueve ayuda a explicar una serie de misteriosas características del campo de objetos congelados más allá de Neptuno, región que se conoce como cinturón de Kuiper.
“Aunque inicialmente fuimos bastante escépticos de que este planeta pudiera existir, a medida que continuamos investigando su órbita y lo que significaría para el Sistema Solar exterior, nos convencimos cada vez más de que está allí fuera”, dice Batygin, profesor adjunto de ciencia planetaria. “Por primera vez en más de 150 años, hay evidencia sólida de que el censo planetario del Sistema Solar está incompleto”.
El descubrimiento del planeta no fue sencillo. En 2014 se publicó un estudio donde se señala que 1 de los objetos más lejanos del cinturón de Kuiper tienen una característica orbital similar, para lo que se sugirió la presencia de un pequeño planeta. Luego, Batygin y Brown, notaron que los seis objetos más lejanos del estudio anterior siguen órbitas elípticas que señalan la misma dirección en el espacio, y además sus órbitas están inclinadas 30 grados en la misma dirección en relación al plano de los otros ocho planetas; la probabilidad de que esto ocurra es de 0,007% por lo que es poco probable que se deba a algo aleatorio y debe haber algo dando forma a estas órbitas.
La primera posibilidad que se investigó fue que tal vez había suficientes objetos en el cinturón de Kuiper como para ejercer la gravedad necesaria para mantener juntos a los objetos mencionados. Los investigadores lo descartaron ya que se necesitaría que el cinturón de Kuiper tuviera unas 100 veces la masa que contiene en la actualidad.
Luego ejecutaron simulaciones de un planeta en una órbita lejana que rodeaba las órbitas de los seis objetos, actuando como un lazo gigante que los alineara. Este escenario casi funcionó, pero no daba cuenta con precisión de las excentricidades observadas.
Pero por accidente, Batygin y Brown notaron que si corrían las simulaciones con un planeta masivo con una órbita en que su aproximación máxima al Sol, o perihelio, está a 180 grados respecto del perihelio de los otros objetos y planetas conocidos, los objetos lejanos del cinturón de Kuiper en la simulación asumían la alineación que se observaba.
La primera impresión es que, a largo plazo, esta configuración no sería estable y los objetos debería colisionar entre sí, pero el equipo señala que gracias un tipo de resonancia orbital, la órbita del noveno planeta previene dicha colisión y mantiene los planetas alineados.
Los investigadores se mantenían escépticos, pero a medida que investigaron más características y consecuencias del modelo, se fueron convenciendo poco a poco.
La existencia de este planeta explica las órbitas de dos objetos del cinturón de Kuiper. El primero de ellos es Sedna, que fue descubierto por Brown en 2003. A diferencia de otros objetos del cinturón de Kuiper, que son “empujados” gravitacionalmente por Neptuno y luego regresan, Sedna nunca se acerca demasiado a éste. El segundo objeto, similar a Sedna y conocido como 2012 VP113, fue anunciado en 2014. Batygin y Brown descubrieron que la presencia del Planeta Nueve en su órbita propuesta produce que los objetos de este tipo tomen lentamente una órbita menos conectada a Neptuno.
Pero lo que terminó por convencer a los investigadores fue el hecho de que sus simulaciones predecían que debería haber objetos en el cinturón de Kuiper con órbitas perpendicularmente inclinadas respecto del plano de los planetas. “Repentinamente noté que hay objetos así”, señala Brown. En los últimos tres años, observadores han identificado cuatro objetos que trazan órbitas en una línea aproximadamente perpendicular desde Neptuno y un objeto a lo largo de otra. “Trazamos las posiciones de esos objetos y sus órbitas, y encajaban exactamente con las simulaciones”, dice Brown.
Mientras se sigue investigando las características de este supuesto planeta, se ha comenzado a observar el cielo en busca de dicho objeto, lo que será una tarea difícil ya que solo se conoce su órbita estimada, pero no se sabe en qué lugar se encuentra actualmente el planeta.
El estudio “Evidence for a Distant Giant Planet in the Solar System” será publicado en la edición de febrero de 2016 de The Astronomical Journal.
“Sería un verdadero noveno planeta”, dice Brown, profesor de astronomía planetaria. “Solo ha habido dos verdaderos planetas descubiertos desde tiempos antiguos, y este sería un tercero”.
Brown señala que este supuesto noveno planeta –con unas 5.000 veces la masa de Plutón– es tan grande que no debería haber un debate sobre si es un verdadero planeta o no. A diferencia de la clase de objetos más pequeños conocidos como planetas enanos, el Planeta Nueve domina gravitacionalmente su vecindad del Sistema Solar. De hecho, domina una región más grande que cualquiera de los otros planetas conocidos.
En el artículo que presenta sus resultados, Batygin y Brown, demuestran cómo el Planeta Nueve ayuda a explicar una serie de misteriosas características del campo de objetos congelados más allá de Neptuno, región que se conoce como cinturón de Kuiper.
“Aunque inicialmente fuimos bastante escépticos de que este planeta pudiera existir, a medida que continuamos investigando su órbita y lo que significaría para el Sistema Solar exterior, nos convencimos cada vez más de que está allí fuera”, dice Batygin, profesor adjunto de ciencia planetaria. “Por primera vez en más de 150 años, hay evidencia sólida de que el censo planetario del Sistema Solar está incompleto”.
El descubrimiento del planeta no fue sencillo. En 2014 se publicó un estudio donde se señala que 1 de los objetos más lejanos del cinturón de Kuiper tienen una característica orbital similar, para lo que se sugirió la presencia de un pequeño planeta. Luego, Batygin y Brown, notaron que los seis objetos más lejanos del estudio anterior siguen órbitas elípticas que señalan la misma dirección en el espacio, y además sus órbitas están inclinadas 30 grados en la misma dirección en relación al plano de los otros ocho planetas; la probabilidad de que esto ocurra es de 0,007% por lo que es poco probable que se deba a algo aleatorio y debe haber algo dando forma a estas órbitas.
La primera posibilidad que se investigó fue que tal vez había suficientes objetos en el cinturón de Kuiper como para ejercer la gravedad necesaria para mantener juntos a los objetos mencionados. Los investigadores lo descartaron ya que se necesitaría que el cinturón de Kuiper tuviera unas 100 veces la masa que contiene en la actualidad.
Luego ejecutaron simulaciones de un planeta en una órbita lejana que rodeaba las órbitas de los seis objetos, actuando como un lazo gigante que los alineara. Este escenario casi funcionó, pero no daba cuenta con precisión de las excentricidades observadas.
Pero por accidente, Batygin y Brown notaron que si corrían las simulaciones con un planeta masivo con una órbita en que su aproximación máxima al Sol, o perihelio, está a 180 grados respecto del perihelio de los otros objetos y planetas conocidos, los objetos lejanos del cinturón de Kuiper en la simulación asumían la alineación que se observaba.
La primera impresión es que, a largo plazo, esta configuración no sería estable y los objetos debería colisionar entre sí, pero el equipo señala que gracias un tipo de resonancia orbital, la órbita del noveno planeta previene dicha colisión y mantiene los planetas alineados.
Los investigadores se mantenían escépticos, pero a medida que investigaron más características y consecuencias del modelo, se fueron convenciendo poco a poco.
La existencia de este planeta explica las órbitas de dos objetos del cinturón de Kuiper. El primero de ellos es Sedna, que fue descubierto por Brown en 2003. A diferencia de otros objetos del cinturón de Kuiper, que son “empujados” gravitacionalmente por Neptuno y luego regresan, Sedna nunca se acerca demasiado a éste. El segundo objeto, similar a Sedna y conocido como 2012 VP113, fue anunciado en 2014. Batygin y Brown descubrieron que la presencia del Planeta Nueve en su órbita propuesta produce que los objetos de este tipo tomen lentamente una órbita menos conectada a Neptuno.
Pero lo que terminó por convencer a los investigadores fue el hecho de que sus simulaciones predecían que debería haber objetos en el cinturón de Kuiper con órbitas perpendicularmente inclinadas respecto del plano de los planetas. “Repentinamente noté que hay objetos así”, señala Brown. En los últimos tres años, observadores han identificado cuatro objetos que trazan órbitas en una línea aproximadamente perpendicular desde Neptuno y un objeto a lo largo de otra. “Trazamos las posiciones de esos objetos y sus órbitas, y encajaban exactamente con las simulaciones”, dice Brown.
Mientras se sigue investigando las características de este supuesto planeta, se ha comenzado a observar el cielo en busca de dicho objeto, lo que será una tarea difícil ya que solo se conoce su órbita estimada, pero no se sabe en qué lugar se encuentra actualmente el planeta.
El estudio “Evidence for a Distant Giant Planet in the Solar System” será publicado en la edición de febrero de 2016 de The Astronomical Journal.
Fuente COSMO NOTICIAS