Cómo Sabemos que Nuestra Galaxia Es Espiral?


Una nueva imagen ultravioleta del campo ultraprofundo (UVUDF, por sus siglas en inglés) capturada laboriosamente por el Telescopio Espacial Hubble, muestra más de 10 000 galaxias flotando en el espacio profundo. La imagen nos recuerda que las galaxias vienen en una variedad de formas y tamaños, y cada una expresa de forma única su particular arreglo de estrellas. Según la mayoría de las estimaciones fiables, nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, brilla con la luz de unas 400 mil millones de estrellas. Nuestra galaxia ha inspirado a innumerables artistas a compartir sus impresiones, pero ¿cómo hemos llegado a la conclusión de que la Vía Láctea tiene la forma que creemos?

A través de las observaciones del cielo nocturno se aprende mucho. Simplemente mirando hacia arriba en una noche despejada y oscura, cualquier persona (que no esté afectada por la contaminación lumínica) puede ver una banda que se extiende a través de la oscuridad. Esta banda está formada por estrellas que se agrupan más densamente allí que en el resto del cielo. Se trata de estrellas vecinas, que nos acompañan en nuestro viaje por el espacio. Debido a que esta franja de luz no tiene forma irregular, podemos concebir a la Vía Láctea como una estructura plana en la que estamos inmersos.

En una noche oscura, alrededor del cielo de medianoche, puede verse un inmenso grupo de estrellas en medio de esta banda galáctica. Éste es el centro de nuestra galaxia, y su forma esferoidal es una característica común en otras galaxias espirales que hemos observado. Como las galaxias de la imagen del campo profundo del Hubble, y otras que hemos visto, una galaxia plana con un abultamiento central es indicativo de una galaxia espiral. Una galaxia espiral típica es NGC 6744, la cual fue fotografiada por el equipo del observatorio La Silla. A 30 millones de años luz de distancia, se la refiere a menudo como nuestra galaxia gemela.
Descubriendo la Vía Láctea

Sabemos que la Vía Láctea es una galaxia espiral bastante típica, pero también tiene una característica que hace difícil su clasificación: su barra central. Los astrónomos no tuvieron mucha evidencia para apoyar la idea de que la Vía Láctea tenía un núcleo brillante, alargado y con forma de barra hasta el año 2005, cuando el telescopio espacial Spitzer realizó varias lecturas detalladas de infrarrojos.

Después de haber analizado 400 horas de datos capturados por Spitzer, los cosmólogos vieron con más claridad una estructura barrada en el centro de la Vía Láctea. Con un largo de 27 000 años luz, creeríamos que la barra de la galaxia sería fácil de detectar, pero hubo que analizar 30 millones de estrellas de la región central para llegar a esta conclusión. Hoy sabemos que dos tercios de las galaxias espirales observadas tienen una barra central.

A menos que quieras empacar una cámara e irte en una nave espacial a las afueras de nuestra galaxia para tener una verdadera vista de pájaro de la inmensa Vía Láctea (lo que no es recomendable, es un viaje largo), nuestras observaciones son lo segundo mejor que tenemos. Sin embargo, no fue fácil para los astrónomos comprender la galaxia como lo hacemos ahora. El gas y polvo interestelar son abundantes. Astrónomos como RJ Trumpler de principios del S XX, sin saber que el polvo era una característica común de las galaxias espirales, sabía que esto es un obstáculo para mapear el espacio con precisión.

Las observaciones de esa época se basaban en las longitudes de onda de la luz visible, y sabemos que el polvo obstruye el brillo de las estrellas más distantes. No fue sino hasta la década de 1950 cuando telescopios como el Spitzer, que hacen uso de una longitud de onda más corta, la radio, fueron capaces de atravesar la interferencia. Este avance nos permite hacer un mapa preciso de la escala de la Vía Láctea y entender que el plano galáctico se extiende en un monstruoso diámetro de 100 000 años luz.

Hasta que Edwin Hubble explicó sus conceptos extragalácticos en 1920, se creía que todas las estrellas del Universo eran parte de una infinita Vía Láctea. A medida que desarrollamos nuestra tecnología y mejoramos nuestras observaciones, se hizo evidente que vivimos en una galaxia perdida en una colección de 100 mil millones. No ha sido una tarea fácil la de recopilar información precisa sobre la naturaleza de nuestro propio hogar galáctico, y todavía estamos aprendiendo cosas nuevas para mejorar nuestro conocimiento.




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