Un estudio describe las fases que preceden a las erupciones volcánicas más frecuentes


Los primeros síntomas de las erupciones monogenéticas pueden aparecer ya desde unos dos años antes, según un estudio publicado en la revista Geology. Conocer el tiempo que tarda el magma en llegar a la superficie puede mejorar la prevención en las zonas de riesgo.

Las erupciones volcánicas más frecuentes son las de tipo estromboliano, asociadas a los llamados campos volcánicos monogenéticos. Se trata de erupciones de corta duración en las que el material volcánico se acumula alrededor de una boca de emisión, formando un cono y que no vuelven a ocurrir desde el mismo centro eruptivo. La erupción submarina de la Isla de El Hierro es un ejemplo de éste tipo de erupciones poco previsibles. A pesar de la frecuencia con la que ocurren, hasta ahora se desconocía cómo el magma se preparaba para salir a la superficie.

Ahora un equipo de científicos del Instituto Geográfico Nacional (IGN) y del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (ICTJA-CSIC) en colaboración con el Earth Observatory de Singapur ha podido determinar el tiempo que tarda el magma en prepararse para hacer erupción. Según el estudio, publicado en la revista Geology, los primeros síntomas pueden manifestarse en forma de terremotos o deformaciones del suelo unos dos años antes de que se produzca la erupción. Los investigadores han podido describir las fases previas de este tipo de erupciones gracias al examen de los datos históricos de 12 erupciones monogenéticas diferentes y al análisis de las rocas procedentes de ellas.

Entre los dos y tres meses anteriores a la erupción, y en especial durante las dos semanas previas, se produce un incremento considerable de los terremotos en la zona. Este aumento de la actividad sísmica estaría relacionado, según la investigación, con la acumulación de magma en la corteza, a una profundidad de entre 5 y 15 kilómetros bajo el volcán. Las intrusiones repetidas de magma provocan un cambio en las propiedades de la corteza. Se facilita así que las intrusiones de magma posteriores puedan abrirse camino hacia la superficie con menos energía.

"Conocer el tiempo que transcurre entre los primeros signos de actividad volcánica y la erupción propiamente dicha nos puede ayudar a mejorar los sistemas de alerta y reducir los riesgos asociados a este tipo de situaciones", apunta Joan Martí, investigador del ICTJA-CSIC y coautor del artículo.

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores examinaron la información histórica disponible de 12 erupciones de carácter monogenético: 7 de las Islas Canarias, entre ellas la de la isla de El Hierro del año 2011, y el resto de México, Islandia, Papúa Nueva Guinea y Japón. (Fuente: CSIC)

Fuente NCYT


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