Poco después de la llegada de Cristóbal Colón a América, el tráfico marítimo entre España y el Caribe se incrementó y la actividad quedó documentada en el Archivo General de Indias. Según los datos, las tormentas representaban la principal causa de hundimientos en esta región.
Ahora, científicos estadounidenses y españoles han analizado los últimos 500 años de huracanes en el Caribe. Para ello, recopilaron los registros históricos de naufragios de barcos españoles recogidos en el libro de R.F. Marx Shipwrecks in the Americas (1983), ocurridos en la estación de huracanes (de julio a noviembre) durante el periodo 1495-1825, y en los que se especificase que fueron causados por tormentas o causas desconocidas.
“Al cotejar nuestra serie de naufragios con la cronología de pinos de los Cayos de Florida en EE UU, que también refleja los años de huracanes, observamos gran sincronicidad entre las series, es decir que los años de comienzo de reducciones severas de crecimiento en los pinos coinciden con picos en la serie de naufragios”, detalla a Sinc Marta Domínguez-Delmás, coautora del trabajo e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela.
El estudio, publicado en PNAS, revela que la serie de naufragios desarrollada por los científicos puede ser utilizada como patrón para inferir ciclones tropicales en el Caribe. Así, las series combinadas de naufragios y la de los anillos de los árboles de Florida –cuyo crecimiento se retrasa durante años debido a estos fenómenos atmosféricos– reflejan un descenso del 75% de la actividad de los ciclones tropicales de 1645 a 1715, que coincide con un periodo conocido como el mínimo de Maunder, durante el cual las manchas solares prácticamente desaparecieron de la superficie del Sol.
"En ese momento, la actividad de las manchas solares sufrió la mayor reducción documentada desde que empezaron a registrarse en 1610”, recalca la investigadora española. “No estábamos buscando el mínimo de Maunder, pero coincidió con nuestros datos”, señala Valérie Trouet, autora principal del trabajo e investigadora en la Universidad de Arizona (EE UU).
Durante este periodo, como la Tierra recibió menor radiación solar no solo se produjeron menos ciclones sino que también se experimentó en el hemisferio norte un descenso relativo de temperaturas.
“Debemos entender la influencia de los grandes cambios en la radiación solar sobre la Tierra en un contexto de calentamiento global favorecido por los gases de efecto invernadero, ya que esto nos ayudará a entender la actividad de los huracanes”, subraya la dendroarqueóloga.
Las proyecciones previstas para el siglo XXI para los ciclones tropicales del Atlántico norte son cruciales para establecer medidas de adaptación y mitigación, pero están sujetas a mucha incertidumbre, sobre todo por cómo responden estos fenómenos al forzamiento radiativo. A pesar de que los modelos climáticos globales indican que los huracanes serán cada vez más intensos a medida que el clima se calienta, no son los suficientemente buenos en predecir fenómenos a escala regional. Para los científicos el estudio permitirá ser más precisos en estas predicciones.
“Estos modelos de predicción no coinciden en la magnitud de tal aumento y además son poco fiables en las predicciones a escala regional, debido en parte a la relación incierta entre la actividad de estos fenómenos y las variaciones naturales en la actividad solar”, apunta a Sinc Domínguez-Delmás.
Para los científicos, entender cómo influyen las variaciones en la radiación solar sobre la actividad de los ciclones tropicales en el Caribe puede contribuir a mejorar los modelos de predicción en esta zona geográfica ya que son fenómenos muy destructivos. Según otros investigadores, entre 1970 y 2002 los daños por huracanes y ciclones tropicales en EE UU se estimaron en 57.000 millones de dólares. (Fuente: SINC)
El estudio, publicado en PNAS, revela que la serie de naufragios desarrollada por los científicos puede ser utilizada como patrón para inferir ciclones tropicales en el Caribe. Así, las series combinadas de naufragios y la de los anillos de los árboles de Florida –cuyo crecimiento se retrasa durante años debido a estos fenómenos atmosféricos– reflejan un descenso del 75% de la actividad de los ciclones tropicales de 1645 a 1715, que coincide con un periodo conocido como el mínimo de Maunder, durante el cual las manchas solares prácticamente desaparecieron de la superficie del Sol.
"En ese momento, la actividad de las manchas solares sufrió la mayor reducción documentada desde que empezaron a registrarse en 1610”, recalca la investigadora española. “No estábamos buscando el mínimo de Maunder, pero coincidió con nuestros datos”, señala Valérie Trouet, autora principal del trabajo e investigadora en la Universidad de Arizona (EE UU).
Durante este periodo, como la Tierra recibió menor radiación solar no solo se produjeron menos ciclones sino que también se experimentó en el hemisferio norte un descenso relativo de temperaturas.
“Debemos entender la influencia de los grandes cambios en la radiación solar sobre la Tierra en un contexto de calentamiento global favorecido por los gases de efecto invernadero, ya que esto nos ayudará a entender la actividad de los huracanes”, subraya la dendroarqueóloga.
Las proyecciones previstas para el siglo XXI para los ciclones tropicales del Atlántico norte son cruciales para establecer medidas de adaptación y mitigación, pero están sujetas a mucha incertidumbre, sobre todo por cómo responden estos fenómenos al forzamiento radiativo. A pesar de que los modelos climáticos globales indican que los huracanes serán cada vez más intensos a medida que el clima se calienta, no son los suficientemente buenos en predecir fenómenos a escala regional. Para los científicos el estudio permitirá ser más precisos en estas predicciones.
“Estos modelos de predicción no coinciden en la magnitud de tal aumento y además son poco fiables en las predicciones a escala regional, debido en parte a la relación incierta entre la actividad de estos fenómenos y las variaciones naturales en la actividad solar”, apunta a Sinc Domínguez-Delmás.
Para los científicos, entender cómo influyen las variaciones en la radiación solar sobre la actividad de los ciclones tropicales en el Caribe puede contribuir a mejorar los modelos de predicción en esta zona geográfica ya que son fenómenos muy destructivos. Según otros investigadores, entre 1970 y 2002 los daños por huracanes y ciclones tropicales en EE UU se estimaron en 57.000 millones de dólares. (Fuente: SINC)
Fuente TENDENCIAS 21