Insisten en que un evento muy fuerte podría corroer las cañerías, borrar la memoria de los ordenadores y socavar operaciones militares, además de dejarnos sin electricidad ni satélites
No es la primera vez que lo advierten. Una tormenta solar geomagnética muy poderosa puede dañar los satélites de comunicaciones, noquear los sistemas GPS, cerrar el tráfico aéreo y apagar las luces, computadoras y teléfonos en millones de hogares durante días, meses o incluso años. Puede parecer un escenario de pánico de ciencia ficción, pero los científicos espaciales, corporaciones globales de seguros y agencias gubernamentales estadounidense, desde el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de la NASA a la Oficina de Política Científica y Tecnológica (OSTP) de la Casa Blanca, se lo toman en serio. Dicen que es un evento «de baja probabilidad pero de alto impacto» que debe ser afrontado desde varios frentes: la investigación, la prevención y una estrategia de mitigación. Por si ocurre..
Además de la interrupción de las comunicaciones y las redes de energía, esas poderosas explosiones de radiación electromagnética, partículas energéticas y plasma magnetizado, tienen el potencial de corroer las tuberías de agua y alcantarillado, borrar los datos históricos almacenados en la memoria de los ordenadores, socavar las operaciones militares y de seguridad, y hacer daño a los astronautas que viajan en el espacio.
Por este motivo, los investigadores han insistido en la creciente urgencia de reforzar tanto la investigación científica básica como el desarrollo de aplicaciones prácticas. «Una vez que los sistemas empiezan a fallar, (los cortes) pueden multiplicarse en cascada de maneras que ni siquiera podemos concebir», señaló Daniel Baker, director del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado-Boulder.
Consecuencias millonarias
En un informe de 2013, el mercado de seguros Lloyd de Londres estimaba la población en riesgo de una tormenta masiva «entre 20-40 millones con duraciones de hasta 1-2 años», dependiendo «en gran medida de la disponibilidad de piezas de recambio de transformadores». El costo de tal recuperación oscilaría entre 600.000 millones y 2,6 billones de dólares.
Pero las pequeñas tormentas también pueden causar problemas. En los últimos años, por ejemplo, un apagón en Suecia durante el cual la NASA también detectó anomalías en misiones en el espacio, y varios años más tarde, la interrupción de los sistemas de control de vuelo, de nuevo en Suecia, que detuvo el tráfico aéreo. Por este motivo, Tamara Dickinson, directora de medio ambiente y energía en el OSTP, dijo que el gobierno está «en un punto de inflexión fundamental» en su enfoque de la planificación del clima espacial y «dispuesto a tomar medidas decisivas para hacer frente a este riesgo».
La Fuerza Aérea de Estados Unidos también está expandiendo su red de sensores para monitorear el clima espacial, colocándolos en todos sus satélites. «Necesitamos datos para apoyar determinadas operaciones militares», han indicado. La Fuerza Aérea se basa en el GPS para misiones como el pilotaje de aeronaves por control remoto en Afganistán. «Si podemos predecir el clima espacial, podemos retrasar o ampliar las operaciones en el lugar», indican.
La Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA) también ha añadido recientemente el clima espacial a sus sesiones de información de operaciones diarias. Y la famosa Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA), señala que realizará un seguimiento más intenso de las tormentas solares para predecir futuras consecuencias. Las tormentas solares son algo serio a tener en cuenta.
Fuente ABC CIENCIA