Esto puede generar importantes patologías
Un grupo de investigadores de la Universidad de Hong-Kong han determinado que diferentes problemas surgidos mientras dormimos afectan al transcurso de nuestros sueños. Establecieron que la mayor parte de las alteraciones oníricas, excepto el bruxismo, caminar dormidos y el ronquido, pueden amplificar la intensidad de nuestros sueños, aumentar las distorsiones de los mismos e inducir los terrores nocturnos. Por Anabel Paramá.
Soñar y dormir no es lo mismo. Los sueños son las vivencias principales de nuestro dormir. Dormimos, descansamos y nos recuperamos. Soñamos, recuperamos secuencias vividas en nuestra mente, y aprendemos.
El sueño es un tema fascinante. La humanidad ha considerado, desde la antigüedad, que nos comunicábamos con los dioses a través de ellos, que nos íbamos a realidades paralelas. Por esto, los sueños son un gran enigma que todavía genera controversia e interés.
La ciencia no es ajena al misterio que los sueños suscitan. Por ello, el estudio científico del sueño ha cobrado mayor importancia en el campo de la psicopatología. Sin embargo, soñar es un proceso complejo considerado como uno de las incógnitas más misteriosas del cerebro y, hoy el día, la comunidad científica aún tiene muchas dudas sobre él.
Algo que tenemos claro, y que parece ser una verdad difícil de cuestionar, es que el sueño es una necesidad psico-biológica y es imprescindible para nuestro organismo. Esto es porque permite la realización de funciones fisiológicas y psicológicas de gran importancia, tales como reparar tejidos o fortalecer la memoria y el aprendizaje, entre otros. De esta manera, podeemos seguir realizando nuestra vida cotidiana en condiciones óptimas.
En ocasiones, esta parte de nuestra vida que, en principio, es placentera y nos ayuda a descansar, puede convertirse en una auténtica pesadilla. De hecho, los trastornos del sueño son un gran problema de salud a escala mundial y suponen una mala calidad de vida para las personas que los sufren.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Hong Kong Shue Yan (Hong Kong) se ha adentrado en este complejo mundo y aporta luz sobre los elementos que condicionan nuestros sueños. De hecho, existen (como veremos) diferentes evidencias de cómo algunos fenómenos oníricos pueden tener distintos impactos en nuestra mente y en nuestro procesos de sueño.
Nuestro sueño afecta a nuestro propio sueño
Muchas veces hemos oído que, durante el sueño no vivimos, que perdemos el tiempo, que estamos medio muertos. Sabemos que todo esto no es cierto. Pero lo que desconocíamos es que nuestra manera de soñar podía llegar a afectar, a su vez, a nuestros propios sueños.
De hecho, esta investigación nos sorprende al mostrar que desde el sueño tenemos capacidad para afectar a nuestro propio sueño y a los potenciales beneficios que éste tendría.
Sería interesante saber, aunque todavía queda mucho por estudiar, si además a través del sueño tenemos capacidad también para evitar o reducir las consecuencias negativas que pudiesen surgir durantes nuestras noches.
Los autores de este estudio evaluaron determinados aspectos de los sueños de 186 estudiantes de secundaria superior. Estos aspectos fueron: la intensidad subjetiva de las experiencias oníricas, la temática del propio sueño y las perturbaciones que surgieron mientras dormían.
Los resultados obtenidos sugieren que la mayor parte de los problemas que surgen mientras dormimos, excepto el bruxismo, el sonambulismo y el ronquido, pueden amplificar aspectos relacionados con nuestros propios sueños. Uno de los efectos más fuertes y extensos es la parálisis del sueño, es decir, la sensación de no poder moverse ni hablar ni reaccionar de ninguna de las maneras. Pero no es el único.
Durante los sueños, se pueden producir alteraciones de nuestro ritmo circadiano (ciclo de 24 horas que nos rige), las denominadas hipersomnias (sueño excesivo, constante e involuntario) o la costumbre de hablar en sueños.
Estos trastornos pueden tener efectos significativos en nuestro sueño. Sobre todo, en lo que se refiere a la intensidad o al contenido temático de los mismos (con las consecuencias posteriores que ello implica).
En el caso del bruxismo, el sonambulismo y el ronquido, no muestran ningún tipo de variación en el proceso interno habitual de sueño. Éstos no tienen efectos crónicos sobre las características de los sueños de una persona, sin embargo, tal y como exponen los científicos, no puede descartarse que puedan llegar a alterar dichas actividades. Ahora bien, hay otros que sí generan consecuencias posteriores.
Alteraciones fundamentales
Internacionalmente, los problemas del sueño se han dividido en tres grupos: disomnias, parasomnias y trastornos del sueño asociados con proceso médicos psiquiátricos. Los científicos de este trabajo, Yu y Thompson, se centran en los dos primeros. Por lo que antes de continuar, conviene aclarar los diferentes conceptos.
Las disomnias, son alteraciones que dificultan la conciliación del sueño o el hecho de permanecer dormido. Por sus características, afectan a la cantidad, a la calidad y al tiempo en el que estamos dormimos. Dentro de las disomnias se incluyen, entre otros, los problemas de insomnio, de hipersomnolencia y de ruptura del ritmo circadiano.
En cambio, las parasomnias son trastornos de la conducta durante el sueño que implica episodios breves o parciales de despertar, sin que se produzca una interrupción importante del sueño ni alteración del nivel de vigilia diurno. Estas alteraciones generan una serie de consecuencias posteriores en nuestro propio sueño.
Este tipo de trastorno se caracteriza por comportamientos o sucesos inusuales que ocurren mientras dormimos. En ellos son habituales las pesadillas, los trastornos de la conducta del sueño REM y trastornos en los que se aumenta la excitación del sueño. Otros como hablar en sueños y bruxismo, no se consideran necesariamente anormales.
Consecuencias en nuestros sueños
Una de las disomnias que con mayor frecuencia sufrimos las personas es el insomnio. Este tipo de alteración del sueño puede producirse al comienzo de nuestro proceso de dormir, o bien, en las etapas posteriores.
Este insomnio inicial o de conciliación (es decir, aquel que implica dificultad a la hora de “coger el sueño”), al igual que la perturbación del ritmo circadiano, aumenta la intensidad del sueño y el contenido de los sueños delirantes. Además, también se aumentan las posibilidades de no diferenciar correctamente entre aquellas cosas que hemos vivido y los sucesos de nuestros sueños.
En cambio, un insomnio terminal o de despertar precoz (el que sucede en la parte final del proceso habitual de dormir) aumenta el contenido de los sueños delirantes, pero no la intensidad global del sueño. Por lo tanto estas personas tienden a soñar con cosas “extrañas” con mayor frecuencia.
En el caso de los sonámbulos y los enfermos que sufren de piernas inquietas pueden inducir cambios en su propia actividad mental nocturna (más que una simple autosugestión de sus propias experiencias soñadas). Las personas que sufren de piernas inquietas podrían caer en un círculo vicioso derivado de esta propia autosugestión que escenifica por un lado, una ansiedad paranoide y, por otro, preocupaciones sobre los espasmos y dolores de piernas. El estudio presentado aquí proporciona algunas pruebas preliminares para las asociaciones diferenciales de los trastornos del sueño con experiencias oníricas.
Algunas parasomnias, incluyendo el trastorno por pesadillas, movimientos oculares rápidos (REM) y trastornos de la excitación del sueño (NREM) como sonambulismo y terrores nocturnos, podrían alterar las experiencias oníricas. Estas alteraciones podrían ser consecuencia de tener sueños más negativos y extraños, tener más pesadillas y tener sueños más lúcidos (más intensos) en comparación con la gente común que no padece este tipo de afección.
Debido a la capacidad de poder recordar más los sueños que los demás, las personas que sufren estas alteraciones del sueño se convierten en personas enormemente vulnerables. Ello es debido a que pueden llegar a confundir hechos ocurridos en los sueños, con hechos sucedidos en la realidad.
Aún con todo el conocimiento en mente que tiene la comunidad científica sobre los sueños, los enigmas que rodean a este mundo siguen siendo enormes y ahora parece claro que la higiene del sueño es un factor que no podemos olvidar a muchos niveles en nuestra sociedad. En caso contrario las consecuencias podrían ser profundamente negativas.
Fuente TENDENCIAS 21
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