Damos a luz a niños asombrosos: son atentos, inteligentes y sensibles. Un día los llevamos al colegio para que comience su educación formal. ¿Y cuál es el resultado final? ¿Qué obtenemos cuando se gradúan? Después de que fueron educados por los pedagogos profesionales cada día durante 10 o aún más años. Después de tan largo recorrido, deberían haber alcanzado un nivel muy alto de todo lo que supuestamente aprendieron. ¿Pero qué es lo que hemos conseguido? ¿En qué idioma hablan nuestros hijos? ¿Qué pensamientos albergan en sus cabezas?
A veces leo los foros y hace 30 años yo ni siquiera podía imaginar algo parecido a lo que ocurre allí. El principio básico es el siguiente: se escribe un artículo inteligente, el primer comentario es acerca de lo malo que es el autor del artículo, y el segundo es acerca de lo mismo, pero dirigido al autor del primer comentario. Y así, por lo general, se termina cualquier discusión significativa.
Pero cuando nuestros hijos todavía están en el colegio, son tantos años que pasan, tantos libros maravillosos que deben leer... ¿Qué es lo que falla allí? ¡Todo!
Si queremos conseguir algo, tenemos que decirnos a nosotros mismos que nuestro viejo sistema educativo es lo que es, viejo. El profesor de Geografía habla de la geografía de Portugal, el profesor de Historia acerca de la historia de Francia, mientras que en Educación Física a los alumnos se les olvida todo.
¿Y qué pasa si dejamos de meter en el cerebro de nuestros hijos más y más información, dejamos de darles un poco de esto y un poco de lo otro y empezamos a enseñarles a pensar y a disfrutar de ese proceso, a sentir, a vincular los acontecimientos y fenómenos entre sí? Después de todo, la geografía consiste en estudiar un lugar, la historia, en estudiar el tiempo, y el resto es cultura.
Hoy en día, los modelos educativos dan prioridad a matemáticas, informática, idiomas, todo aquello que, aseguran, nos ayudará a alcanzar más fácilmente una vida «bonita». Al mismo tiempo, los profesores poco a poco se alejan de la Música (una asignatura secundaria, «periférica» en su importancia), de la Literatura (no hacen falta conocimientos profundos para ser exitoso), y algunas asignaturas ya parecen hasta exóticas, como Historia del Arte, Historia de las Religiones; ya es casi imposible encontrar un colegio dónde se impartan. Aún así, los padres que piensan en el futuro de sus hijos se dan cuenta de que en la vida, tras el colegio, su hijo tendrá que construir relaciones a diario, tomar decisiones morales, ser una persona. Y esto no se aprende con Matemáticas, sino con la Literatura y el Arte.
Justo por eso, nuestra sociedad, hoy en día, tiene que reunir todas sus fuerzas y aplicarlas en el desarrollo de la cultura. Después de todo... ¿Qué es la cultura? El cultivo del alma y del corazón. Y esto es lo más importante. Por mucho que hablemos de la fuerza física, cualquier animal nos sacará 100 puntos por delante en este sentido. Y si hablamos de la cultura social, estamos igual de lejos de un hormiguero que de una galaxia vecina.
Pero todavía no tenemos una escuela en la que Matemáticas, Música, Historia, Geografía y Literatura sean parte de un todo, con igual importancia. ¿Cómo puede una persona de 14-16 años de edad ayudarse a sí misma para asimilar mejor esta idea? ¿Qué debe leer, escuchar o ver?
Yo recomendaría empezar por Robert Sheckley, Ray Bradbury y Clifford Simak. Estos escritores de ciencia ficción comparten con sus lectores unas ideas filosóficas sorprendentemente profundas, aunque muy bien enmascaradas. Ellos fueron una cohorte de grandes pensadores que no escribieron acerca de las personas que viven en el espacio, sino sobre nosotros mismos, sobre nuestras vidas cotidianas.
Hablando de la educación musical, tengo mi propia posición diligente: ¡Música debe ser la asignatura principal en el colegio! Eso confirma toda la cultura de la antigüedad clásica. De las siete artes liberales, la música y la retórica eran en realidad las más importantes, junto con la lógica. Un país no se caracteriza por sus fósiles, sino por su música y obras culturales, que reflejan el corazón de una nación.
En una de las entregas de los premios Nobel, sugerí hacer a cada laureado, en el momento de su aparición en la Sala de Conciertos de Estocolmo, una pregunta acerca de su actitud hacia la música clásica. Los espectadores ni siquiera suponían que la mayor parte de los ganadores del premio Nobel tuvieron una infancia llena de música clásica. Por lo tanto, era muy natural que abriera el concierto del Premio Nobel con las siguientes palabras:
«Estimados padres y madres, abuelos y abuelas! Si ustedes quieren que sus hijos den sus primeros pasos para lograr un premio Nobel, comiencen su educación, no con Matemáticas o Química, comiencen con Música. El retrato de Einstein con un violín no fue una coincidencia. Los países que no entiendan esto nunca darán al mundo un Premio Nobel, porque la buena música es alimento para la mente, incluso desde la infancia».
Creo que el camino de lo que entra por los oídos conduce al corazón, no al estómago; creo que las personas son más capaces de percibir la música hermosa y delicada poesía que los anuncios sobre patatas fritas. Simplemente, ahora, están un poco confusos, desorientados. Viviendo a un ritmo vertiginoso, trabajando mucho para asegurarse un alojamiento cómodo y el sustento, para no ser peores que los demás, para educar a sus hijos para que ellos también puedan trabajar...
Pero si nos detenemos a pensar, veremos que todo eso se convierte en un círculo vicioso y no queda lugar para lo más importante: el conocimiento del mundo y del Universo. Éste es el significado de la vida y el significado del arte: sumergiéndose en el mundo de lo bello, el hombre se desarrolla y crece.
Cultura, es lo primero. Todo lo demás, después.
Pero cuando nuestros hijos todavía están en el colegio, son tantos años que pasan, tantos libros maravillosos que deben leer... ¿Qué es lo que falla allí? ¡Todo!
Si queremos conseguir algo, tenemos que decirnos a nosotros mismos que nuestro viejo sistema educativo es lo que es, viejo. El profesor de Geografía habla de la geografía de Portugal, el profesor de Historia acerca de la historia de Francia, mientras que en Educación Física a los alumnos se les olvida todo.
¿Y qué pasa si dejamos de meter en el cerebro de nuestros hijos más y más información, dejamos de darles un poco de esto y un poco de lo otro y empezamos a enseñarles a pensar y a disfrutar de ese proceso, a sentir, a vincular los acontecimientos y fenómenos entre sí? Después de todo, la geografía consiste en estudiar un lugar, la historia, en estudiar el tiempo, y el resto es cultura.
Hoy en día, los modelos educativos dan prioridad a matemáticas, informática, idiomas, todo aquello que, aseguran, nos ayudará a alcanzar más fácilmente una vida «bonita». Al mismo tiempo, los profesores poco a poco se alejan de la Música (una asignatura secundaria, «periférica» en su importancia), de la Literatura (no hacen falta conocimientos profundos para ser exitoso), y algunas asignaturas ya parecen hasta exóticas, como Historia del Arte, Historia de las Religiones; ya es casi imposible encontrar un colegio dónde se impartan. Aún así, los padres que piensan en el futuro de sus hijos se dan cuenta de que en la vida, tras el colegio, su hijo tendrá que construir relaciones a diario, tomar decisiones morales, ser una persona. Y esto no se aprende con Matemáticas, sino con la Literatura y el Arte.
Justo por eso, nuestra sociedad, hoy en día, tiene que reunir todas sus fuerzas y aplicarlas en el desarrollo de la cultura. Después de todo... ¿Qué es la cultura? El cultivo del alma y del corazón. Y esto es lo más importante. Por mucho que hablemos de la fuerza física, cualquier animal nos sacará 100 puntos por delante en este sentido. Y si hablamos de la cultura social, estamos igual de lejos de un hormiguero que de una galaxia vecina.
Pero todavía no tenemos una escuela en la que Matemáticas, Música, Historia, Geografía y Literatura sean parte de un todo, con igual importancia. ¿Cómo puede una persona de 14-16 años de edad ayudarse a sí misma para asimilar mejor esta idea? ¿Qué debe leer, escuchar o ver?
Yo recomendaría empezar por Robert Sheckley, Ray Bradbury y Clifford Simak. Estos escritores de ciencia ficción comparten con sus lectores unas ideas filosóficas sorprendentemente profundas, aunque muy bien enmascaradas. Ellos fueron una cohorte de grandes pensadores que no escribieron acerca de las personas que viven en el espacio, sino sobre nosotros mismos, sobre nuestras vidas cotidianas.
Hablando de la educación musical, tengo mi propia posición diligente: ¡Música debe ser la asignatura principal en el colegio! Eso confirma toda la cultura de la antigüedad clásica. De las siete artes liberales, la música y la retórica eran en realidad las más importantes, junto con la lógica. Un país no se caracteriza por sus fósiles, sino por su música y obras culturales, que reflejan el corazón de una nación.
En una de las entregas de los premios Nobel, sugerí hacer a cada laureado, en el momento de su aparición en la Sala de Conciertos de Estocolmo, una pregunta acerca de su actitud hacia la música clásica. Los espectadores ni siquiera suponían que la mayor parte de los ganadores del premio Nobel tuvieron una infancia llena de música clásica. Por lo tanto, era muy natural que abriera el concierto del Premio Nobel con las siguientes palabras:
«Estimados padres y madres, abuelos y abuelas! Si ustedes quieren que sus hijos den sus primeros pasos para lograr un premio Nobel, comiencen su educación, no con Matemáticas o Química, comiencen con Música. El retrato de Einstein con un violín no fue una coincidencia. Los países que no entiendan esto nunca darán al mundo un Premio Nobel, porque la buena música es alimento para la mente, incluso desde la infancia».
Creo que el camino de lo que entra por los oídos conduce al corazón, no al estómago; creo que las personas son más capaces de percibir la música hermosa y delicada poesía que los anuncios sobre patatas fritas. Simplemente, ahora, están un poco confusos, desorientados. Viviendo a un ritmo vertiginoso, trabajando mucho para asegurarse un alojamiento cómodo y el sustento, para no ser peores que los demás, para educar a sus hijos para que ellos también puedan trabajar...
Pero si nos detenemos a pensar, veremos que todo eso se convierte en un círculo vicioso y no queda lugar para lo más importante: el conocimiento del mundo y del Universo. Éste es el significado de la vida y el significado del arte: sumergiéndose en el mundo de lo bello, el hombre se desarrolla y crece.
Cultura, es lo primero. Todo lo demás, después.
Fuente GENIAL