Un estudio determina que el dolor ajeno se 'siente' de forma racional, a diferencia del propio
Un estudio realizado en la Universidad de Colorado (EE.UU.) ha demostrado que el proceso por el cual sentimos empatía por el dolor ajeno es más mental que sensorial. La actividad cerebral de la empatía no se superpone con la que se produce cuando sentimos dolor propio.
La capacidad de comprender y empatizar con el dolor ajeno se basa en procesos neurales cognitivos más que en los sensoriales, de acuerdo con los resultados de un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Colorado en Boulder (EE.UU.).
Los hallazgos publicados recientemente, explica la nota de prensa de la universidad, muestran que el acto de percibir el dolor ajeno (es decir, la empatía por el dolor de los demás) no parece involucrar a los mismos circuitos neuronales que la experiencia del dolor en el propio cuerpo, lo que sugiere que son interacciones diferentes dentro del cerebro.
"La investigación sugiere que la empatía es un proceso de deliberación que requiere tomar la perspectiva de otra persona, en lugar de ser un proceso instintivo, automático", dice Tor Wager, el autor principal del estudio, y director del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Afectiva y profesor de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Colorado.
La empatía es un pilar fundamental de la conducta social humana, pero las interacciones neuronales complejas que subyacen a este comportamiento aún no se comprenden totalmente. Las hipótesis anteriores han sugerido que las mismas regiones del cerebro que permiten a los seres humanos sentir dolor en sus propios cuerpos pueden activarse al percibir el dolor de los demás.
Para probar esta idea, los investigadores compararon los patrones de actividad cerebral en voluntarios humanos, mientras experimentaban dolor moderado directamente (a través de calor, golpe o presión) en una sesión experimental, respecto a cuando observaban imágenes de las manos o los pies de otros recibiendo daño. Cuando los voluntarios observaban las imágenes, se les pedía que trataran de imaginar que las lesiones estaban sucediendo a sus propios cuerpos.
Patrones distintos
Los investigadores descubrieron que los patrones del cerebro de los voluntarios cuando observaban el dolor ajeno no se superponían con los patrones que se producían el dolor era propio. En lugar de ello, mientras observaban dolor, los voluntarios mostraban patrones cerebrales consistentes con la mentalización, que implica imaginar los pensamientos y las intenciones de otra persona.
Los resultados sugieren que en el cerebro, la experiencia de observar a otra persona sufriendo dolor es neurológicamente distinta a la de experimentar dolor físico en uno mismo.
"La mayoría de los estudios anteriores se habían centrado únicamente en los puntos de similitud entre estas dos experiencias en unas pocas regiones cerebrales aisladas, sin tener en cuenta las diferencias. Nuestro nuevo estudio utiliza un método de análisis más detallado", dice Anjali Krishnan, autora principal del estudio e investigadora asociada postdoctoral en el Instituto de Ciencia Cognitiva de la Universidad de Colorado mientras se llevaba a cabo la investigación. Ahora es profesor asistente en el Brooklyn College de la City University de Nueva York.
Este nuevo método de análisis identificó un patrón cerebral predictivo de la empatía que puede ser aplicado a las personas para medir la fuerza de la actividad de sus sistemas cerebrales relacionados con la empatía.
Los resultados pueden abrir nuevas vías de investigación sobre la forma en que las regiones del cerebro implicadas en la empatía ayudar a los humanos a relacionarse con los demás cuando experimentan diferentes tipos de dolor. Los estudios futuros también pueden explorar los factores que influyen en la capacidad propia para adoptar la perspectiva de otros y si es posible mejorar esta capacidad.
Fuente TENDENCIAS 21