La Tierra ha perdido el 10% de sus zonas salvajes desde principios de los 90


África central y la Amazonia son las áreas más perjudicadas

En torno a un 10% de las áreas del planeta que eran salvajes, sin intervención humana, a principios de los 90, ya no lo son, según un estudio internacional. Eso equivale a dos veces el tamaño de Alaska. La Amazonia (un 30% menos) y África central (14% menos) han sido las zonas más afectadas.

Un artículo publicado en Current Biology muestra la disminución catastrófica de los espacios naturales de todo el mundo durante los últimos 20 años. Hay, según los científicos, de Australia, Canadá y EE.UU., "pérdidas alarmantes que comprenden una décima parte de las zonas salvajes globales desde la década de 1990", un área de dos veces el tamaño de Alaska y la mitad del tamaño de la Amazonia. El África central y la Amazonia han sido los más afectados.

Los resultados ponen de relieve "la necesidad inmediata de políticas internacionales que reconozcan el valor de los espacios naturales y de hacer frente a las amenazas sin precedentes a las que se enfrentan", dicen los investigadores en la nota de prensa de la Wildlife Conservation Society (WCS, Nueva York).

"Áres salvajes de importancia mundial, pese a ser reductos de la biodiversidad en peligro de extinción, de la regulación de los climas locales, y del apoyo a muchos comunidades política y económicamente marginadas del mundo, se ignoran por completo en la política ambiental," dice James Watson, de la Universidad de Queensland (Australia), y la WCS. "Sin ningún tipo de políticas para proteger estas áreas, están siendo víctimas del desarrollo generalizado. Es probable que tengamos una o dos décadas para cambiar esto. Los mecanismos de la política internacional deben reconocer las acciones necesarias para mantener los espacios naturales antes de que sea demasiado tarde".

Watson dice que mucha de la atención política se ha prestado a la pérdida de especies, pero comparativamente se sabe poco acerca de las pérdidas a mayor escala de ecosistemas enteros, especialmente espacios naturales que tienden a ser relativamente poco estudiados.

Para llenar este vacío, los investigadores cartografiaron áreas salvajes de todo el mundo, definiendo como "salvajes" los paisajes biológicamente y ecológicamente intactos, libres de cualquier perturbación humana significativa. Luego, los investigadores compararon su mapa actual de la vida salvaje con uno producido por los mismos métodos en la década de 1990. 

Mapas

Esta comparación mostró que un total de 30,1 millones de kilómetros cuadrados (alrededor del 20 por ciento de la superficie terrestre del mundo) se mantiene salvaje, y la mayoría se encuentra en América del Norte, Asia del Norte, África del Norte, y el continente australiano.

Sin embargo, las comparaciones entre los dos mapas muestran que se han perdido en torno a 3,3 millones de km2 (casi el 10 por ciento) de área salvaje. Estas pérdidas se han producido principalmente en América del Sur, que ha experimentado un descenso del 30 por ciento, y África, que ha experimentado una pérdida del 14 por ciento.

"La cantidad de pérdida de zonas salvajes en tan sólo dos décadas es asombrosa", dice Oscar Venter, de la University of Northern British Columbia (Canadá). "Tenemos que reconocer que las áreas salvajes, que hemos considerado tontamente como protegidas de facto debido a su lejanía, en realidad se están perdiendo de forma espectacular en todo el mundo. Sin intervenciones proactivas globales podríamos perder las últimas joyas de la corona de la naturaleza. No se puede restaurar lo salvaje una vez ya no está, y que los procesos ecológicos que sustentan estos ecosistemas ya no están, y nunca vuelve al estado en el que estaba. La única opción es proteger de forma proactiva lo que queda".

Watson dice que las Naciones Unidas y otros han ignorado las áreas salvajes de importancia mundial en los acuerdos ambientales multilaterales clave y esto debe cambiar. "Si no actuamos pronto, solo habrá pequeños remanentes de tierras salvajes en todo el planeta, y esto es un desastre para la conservación, para el cambio climático, y para algunas de las comunidades humanas más vulnerables del planeta", dice Watson. "Tenemos el deber de actuar para nuestros hijos y sus hijos."




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