Iniciar un programa regular de sesiones de ejercicio físico en el gimnasio suele ser un compromiso habitual de Año Nuevo, pero la mayoría de la gente es incapaz de seguirlo durante mucho tiempo. Ahora, un estudio realizado en ratones está proporcionando pistas sobre una de las razones por las cuales les resulta tan difícil para tantas personas seguir un programa de ejercicios.
Sabemos que la actividad física está vinculada con una buena salud en general, pero no se sabe demasiado sobre por qué las personas (u otros animales) con obesidad son menos activos. Una respuesta que parece bastante lógica es que por culpa de los kilos de más, la actividad física resulta más agotadora y por ello a la persona le cuesta más ponerse a hacer ejercicio que a alguien que no carga con kilos de más. Sin embargo, aunque algo de esto hay, las causas son más complejas.
Sabemos que la actividad física está vinculada con una buena salud en general, pero no se sabe demasiado sobre por qué las personas (u otros animales) con obesidad son menos activos. Una respuesta que parece bastante lógica es que por culpa de los kilos de más, la actividad física resulta más agotadora y por ello a la persona le cuesta más ponerse a hacer ejercicio que a alguien que no carga con kilos de más. Sin embargo, aunque algo de esto hay, las causas son más complejas.
En el estudio, se alimentó a ratones durante 18 semanas con una dieta estándar o bien con una dieta alta en grasas. A partir de la segunda semana, los ratones que consumían la dieta perjudicial tenían un peso corporal mayor. Hacia la cuarta semana, estos ratones pasaban menos tiempo moviéndose y se desplazaban mucho más despacio cuando lo hacían. Sorprendentemente, estos ratones ya se movían menos antes de que ganaran la mayor parte del peso extra, lo que sugiere que el exceso de este no era responsable por sí solo de la pereza de moverse.
Los investigadores examinaron seis componentes diferentes en la vía de señalización de la dopamina y encontraron que los ratones obesos e inactivos tenían déficits en el receptor de dopamina D2. Probablemente hay otros factores adicionales implicados, pero en opinión de los investigadores el déficit en el D2 basta para explicar el bajón en la actividad física.
Fuente NCYT