En esta universidad no hay lecciones ni profesores. Y es gratis.
El mundo de la programación es un misterio insondable para mí.
Ya hace tiempo desistí de intentar comprenderlo, pero no por eso dejó de interesarme.
Y por eso me animé a visitar la Universidad 42, un centro de estudios situado en Silicon Valley, el corazón tecnológico de Estados Unidos, que ofrece formación de alto nivel en computación sin costo alguno para los alumnos.
El mundo de la programación es un misterio insondable para mí.
Ya hace tiempo desistí de intentar comprenderlo, pero no por eso dejó de interesarme.
Y por eso me animé a visitar la Universidad 42, un centro de estudios situado en Silicon Valley, el corazón tecnológico de Estados Unidos, que ofrece formación de alto nivel en computación sin costo alguno para los alumnos.
Cómo es 42, la universidad francesa de tecnología que no tiene profesores
"Es como un sueño hecho realidad, una escuela gratuita a nivel universitario aquí en Estados Unidos, ¡es algo demente total!", exclama Ángel, uno de los estudiantes que me recibe para que la experiencia no me resulte tan intimidante y solitaria.
"Es como un sueño hecho realidad, una escuela gratuita a nivel universitario aquí en Estados Unidos, ¡es algo demente total!", exclama Ángel, uno de los estudiantes que me recibe para que la experiencia no me resulte tan intimidante y solitaria.
Sin horarios ni lecciones
La idea era asistir a una de las clases de la Universidad 42, un centro de origen francés cuya sede en el campus de Fremont, California, abrió las puertas en julio de 2016.
Pero esta universidad no tiene clases formales, afortunadamente para mí, que no tuve que quedarme con cara de palo frente a un profesor que probablemente hablaría un lenguaje incomprensible para mí.
Lo que encontré fue una sala con grandes ventanales llena de computadoras y estudiantes esparcidos aquí y allá, mirando unas pantallas con coloridos códigos de programación.
A mi rescate acudieron Claudia, Ignacio, Jairo, José Ramón y Ángel, un grupo de jóvenes latinos que me acogió con los brazos abiertos para contarme cómo son acá los estudios.
La piscina
México, Panamá, Perú y Venezuela están representados en este grupo de jóvenes entusiastas que se enorgullecen de haber alcanzado el rango de cadetes.
Atrás quedó la experiencia de la piscina, un intenso proceso de selección que dura cuatro semanas con el que se decide quién está preparado para estudiar en 42 y quién no.
Mientras hablo con los muchachos, veo de lejos a otros jóvenes que no se despegan de las pantallas de sus computadoras: ellos están ahora en plena piscina.
Los cadetes no tienen contacto directo con ellos pero recuerdan bien lo que fue aquella experiencia.
"Da miedo, durante esas cuatro semanas sólo puedes comer, dormir y bañarte", dicen casi al unísono.
"Es una suerte de bootcamp", explica Ignacio, de Venezuela.
"Es un intensivo de un mes para ver quién puede aguantar la presión. Vienes de lunes a domingo y estás todas las horas que puedas para terminar los proyectos, unos más largos que otros", añade.
"Hay plazos de entrega diarios y límites de tiempo: desde las 8:42 de la mañana hasta las 11:42 de la noche para subir el trabajo al sistema", interviene Claudia, de Perú.
"Tienes ese tiempo para trabajar en el proyecto, todos están tratando de resolver lo suyo pero se puede pedir ayuda. Esa es la idea, no es una competencia", dice.
Ángel, de México, subraya que lo que los organizadores quieren ver es quiénes pueden hacer trabajo en equipo.
Todos enfatizan que no hay un límite de plazas; es decir, no hay un porcentaje establecido que tenga que quedar fuera durante la piscina.
Es como un sueño hecho realidad, una escuela gratuita a nivel universitario aquí en Estados Unidos, ¡es algo demente total!".
Ángel, estudiante de Universidad 42
Si 300 personas empiezan la piscina y las 300 concluyen con éxito el programa, todas ellas serán admitidas como estudiantes de 42.
"No todos llegamos con la misma experiencia, ellos valoran si mejoras durante todo el proceso o si por el contrario no avanzaste nada, si no pusiste nada de tu parte", indica Ángel.
Distintas ramas de la programación
Superada la piscina, los alumnos pasan a ser cadetes y empiezan por completar 3 proyectos básicos.
Los estudiantes se evalúan y corrigen entre sí.
"Uno aprende del otro, se puede dar cuenta de los errores que tiene o no", sostiene José Ramón.
"Si veo alguien con un código muy bonito le pregunto si puedo tomar una foto; por ejemplo, yo tengo uno de 25 líneas y el de ella sólo tiene 4 porque hizo algo que nunca se me ocurrió, así uno va aprendiendo".
"La piscina te acostumbra a las críticas, a los halagos y a las correcciones, es una parte muy humana"·, agrega Ángel,
Todos coinciden en que este es un valor agregado en comparación con otros centros o universidades donde es el profesor el que corrige un examen y no hay retroalimentación.
Finalizados los tres proyectos básicos, los estudiantes se especializan en diferentes ramas, como la codificación, las aplicaciones, los videojuegos, el diseño gráfico.
A partir de ahí, el objetivo es completar distintos niveles hasta llegar al último, el 21.
La sede californiana de 42 es muy joven para tener graduados, pero generalmente toda la formación se concluye en 3-5 años.
Una muestra de entrega y pasión
Cuando estaban inmersos en la piscina, estos jóvenes pasaban entre 10 y 15 horas al día en la universidad.
Ante mi cara de asombro, me tranquilizan diciendo que ahora el ritmo es mucho más tranquilo.
"Puedes crear tu propio horario de trabajo", relata Gerardo, también de México.
"Yo salgo con Ángel o Ignacio, jugamos, salimos a comer, vamos de compras, y cuando venimos, reservamos una hora al día para estar en YouTube, para darnos un break", dice en un intento de convencerme de que también tienen vida social.
Pero soy escéptica.
La universidad está abierta las 24 horas de lunes a domingo, las computadoras -con conexión a internet- están disponibles todo el tiempo.
"Hay que ser apasionado", reconoce Ignacio.
"Durante toda la piscina venía a las 5am y estaba todo el día, ahora trato de bajar el ritmo pero le suelo dedicar 10 horas entre semana y los fines de semana vengo entre tres y cuatro horas para ver qué proyectos de la semana me quedan".
Los demás asienten, en un gesto que me confirma que eso es lo habitual.
"Se te daña el horario, te quedas haciendo los ejercicios, se te pierde la hora de la comida y la cena… es el problema del programador, no importa la hora", sostiene José Ramón.
Los cinco jóvenes se alojan en dormitorios que provee la universidad.
"Ahí jugamos ping-pong, hay otros que juegan tenis o fútbol, hay clubs. También vemos películas y tenemos juegos de mesa, es como estar en un college", insiste Claudia, que ve que me he quedado preocupada por la dedicación de un grupo tan joven al estudio.
¿Todo eso gratis?
El alojamiento en los dormitorios de la universidad es gratis.
Todavía no hay plazas para todos los estudiantes, pero la directora de la sede estadounidense de la universidad, Brittany Bir, señala que se van a construir más habitaciones.
Lo que sí es completamente gratuito es el estudio y el acceso a los materiales.
"Todos nuestros estudiantes están bastante sorprendidos de que sea gratis, es algo difícil de entender, especialmente en EE.UU.", le dice Bir a BBC Mundo.
"'¿Dónde está el truco?', preguntan. Siempre les digo que antes, durante y después es gratis, no hay un contrato, no tienes que volver para trabajar con nosotros, no te vamos a cobrar.
"Todo esto es posible por un millonario y filántropo francés, Xavier Niel, que se ha comprometido a aportar los fondos para que funcione los siguientes 10 años. Él lo hace posible, tanto en EE.UU. como en Francia", subraya.
"La verdad es que uno desconfía de una universidad gratis", admite Claudia, que confiesa que leyó todo una y otra vez antes de postularse.
"Yo cuando hice la piscina estaba nervioso por si me aceptaban o no", cuenta Ignacio. "Y cuando me aceptaron estaba también nervioso, por si venir o no".
Sus compañeros se ríen pero entienden esa sensación.
"Fue la decisión correcta, he aprendido muchísimo en el lenguaje y en todo lo que estamos haciendo, es bastante bueno el programa", afirma Ignacio.
Es un sentimiento que comparten sus colegas.
Sobre si serán los Mark Zuckerberg, Steve Jobs o Elon Musk del futuro, el tiempo lo dirá.
Pero todos y cada uno de ellos aspiran a tener su propia empresa y poder dejar un legado, hacer algo que ayude a mejorar la vida de los suyos y la situación en sus países de origen.
Fuente BBC MUNDO
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Aprendizaje