La forma en que respiras podría estar afectando tus emociones

Es literalmente lo más monótono de tu día. Y esa es una buena noticia porque si no respiraras normalmente probablemente se trataría de una enfermedad.

Estudios sugieren que hay una conexión entre el estado emocional y la respiración. Mientras que la respiración rápida a menudo puede ser un síntoma de estrés o ansiedad, las investigaciones muestran que tomar el control de nuestra respiración también puede influir en cómo nos sentimos.

Tomar respiraciones conscientemente profundas y lentas, por ejemplo, pueden calmarnos al convencer a nuestra mente que ya estamos en un estado de relajación, escribe en el estudio el Dr. Martin Paulus, profesor de psiquiatría la Universidad de California en San Diego.

Desafortunadamente, muchos estamos acostumbrados a respirar de una forma que suele ser mala para nosotros.

Por ejemplo, culturalmente un vientre plano es considerado atractivo, por lo que las personas suelen contener los músculos del estómago, esto interfiere con la respiración profunda y gradualmente normaliza a la superficial respiración de pecho.

Estas rápidas inhalaciones y exhalaciones en realidad pueden hacernos sentir más tensos. Pero hay muchas maneras de cambiar este patrón – y muchos estudios que respaldan hacerlo.

Uno en 2012 con 46 músicos demostró que aquellos a quienes se les entreno para respirar profundamente y la retroalimentación mostro que una sola sesión de 30 minutos de respiración lenta se ayudó a reducir los síntomas de ansiedad antes de una presentación.

Los beneficios podrían extenderse a personas con ansiedad severa también. Los autores de un estudio del 2014 en veteranos con trastorno de estrés post traumático descubrió que aquello que realizaron un programa de tres horas al día de meditación basada en la respiración por una semana experimentaron una disminución de síntomas y ansiedad.

Si nunca has intentado la respiración profunda, Harvard tiene unos consejos para probarla. Primero, encuentra un lugar silencioso y cómodo para sentarte o recostarte. Después, inhala lentamente por la nariz, dejando que tu pecho y estómago se expanda.

Finalmente exhala lentamente por la boca o la nariz. Contar mientras respiras te puede ayudar a equilibrar las inhalaciones y exhalaciones.




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