El mentir es síntoma de que algo anda mal para el niño. Es más bien una forma de comportamiento que una fantasía. Los niños mienten porque temen declarar su posición, enfrentar la realidad tal como es.
Con frecuencia están inmersos en el temor, la inseguridad, una mala autoimagen o la culpa. Son incapaces de enfrentarse en el mundo real que los rodea, y por consiguiente, recurren a una conducta defensiva, actuando en forma opuesta a como sienten realmente.
A menudo los niños se ven obligados a mentir por sus padres. Puede que éstos sean excesivamente estrictos o inconsistentes, tengan expectativas que al niño le resulte demasiado difícil de cumplir, o sean incapaces de aceptar a su hijo tal como es. Entonces el niño se ve forzado a mentir como una forma de autopreservación.
Cuando un niño miente se cree a si mismo, trama una fantasía alrededor de la conducta que es aceptable para él. La fantasía se convierte en un medio para expresar aquellas cosas que a él le cuesta admitir como realidad.