Son los mismos que en ocasiones nos pueden llevar al fanatismo
Un nuevo estudio ha descubierto los mecanismos cerebrales que nos llevan a favorecer a los miembros de nuestro mismo grupo. Cuando los ayudamos, se activan las zonas cerebrales relacionadas con los lazos de afiliación y parentesco, las mismas que en ocasiones nos pueden llevar al fanatismo.
Ya se sabía que el comportamiento generoso activa una zona específica del cerebro, la región temporoparietal. Y que la sensación de felicidad, debido a su conexión con el placer, activa por su parte dos zonas cerebrales vinculadas a la recompensa, el estriado ventral (relacionado con el sistema límbico) y la corteza orbitofrontal, tal como informamos en otro artículo.
Un nuevo estudio ha descubierto los mecanismos cerebrales que nos llevan a favorecer a los miembros de nuestro mismo grupo. Cuando los ayudamos, se activan las zonas cerebrales relacionadas con los lazos de afiliación y parentesco, las mismas que en ocasiones nos pueden llevar al fanatismo.
Ya se sabía que el comportamiento generoso activa una zona específica del cerebro, la región temporoparietal. Y que la sensación de felicidad, debido a su conexión con el placer, activa por su parte dos zonas cerebrales vinculadas a la recompensa, el estriado ventral (relacionado con el sistema límbico) y la corteza orbitofrontal, tal como informamos en otro artículo.
Las personas necesitan pertenecer a grupos sociales y tienden a favorecer a los miembros de su propio grupo. Este comportamiento se observa constantemente en los colectivos humanos, ya sean de trabajo, familiares, étnicos, políticos o recreativos, como los partidarios de un mismo equipo de fútbol.
Aunque los mecanismos neurobiológicos asociados a las decisiones altruistas ya han sido estudiados, los sistemas cerebrales específicos implicados en la pertenencia a un grupo y la motivación altruista, permanecían ignorados.
Este estudio ha investigado los mecanismos cerebrales y el altruismo con la gente del mismo grupo a través de la imagen cerebral funcional en un marco ecológico, es decir, con un grupo que tenía una significación en la vida cotidiana.
La pertenencia a un grupo fue analizada en un contexto en el que los participantes eran seleccionados por ser aficionados a un concreto equipo de fútbol. Ese era el vínculo que identificaba al grupo estudiado.
La motivación altruista fue medida por un esfuerzo físico: los participantes tenían que presionar una celda de carga, un dispositivo que se usa para convertir una fuerza (por ejemplo un peso) aplicada sobre un objeto en una señal eléctrica.
Este esfuerzo se premiaba con una cantidad de dinero proporcional al esfuerzo realizado. El dinero podía ir a parar al propio jugador, a los otros miembros del equipo de fútbol, o a un grupo de personas anónimas que no eran partidarias de ese equipo de fútbol. La decisión la toma la persona que realiza el esfuerzo.
Gráfica del experimento. (A): el esfuerzo físico. (B): Implicación de la Corteza orbitofrontal (mOFC) y de la precuña del lóbulo parietal inferior en la motivación para ganar dinero para uno mismo u otro (ya sea del mismo grupo o no). (C): A la izquierda, conexión del córtex subgenual (SCC) con la corteza media orbitofrontal. Derecha: implicación del SCC en el apoyo al propio grupo. Fuente: INSB
Riesgos de fanatismo
Mientras que en los tres casos, la motivación para ganar dinero para uno mismo o para otro implicaba la parte media de la corteza orbitofrontal (mOFC, relacionada con la toma de decisiones), el córtex cingular subgenual (SCC) presentaba una contectividad creciente con el mOFC en la medida en que las respuestas altruistas eran más fuertes con el propio grupo, en vez de con el grupo externo.
Es decir, las regiones cerebrales que son comunes a la motivación para ganar dinero para sí mismo o para otro (ya sea su propio grupo o un grupo ajeno), controladas por el efecto del esfuerzo realizado, son el mOFC y el precuneus/cortex cingular posterior. La precuña o precúneo es una parte del lóbulo parietal superior oculto en la fisura longitudinal medial entre los dos hemisferios cerebrales. A veces se describe como la zona media de la corteza parietal superior.
Ahora bien, cuando se comparan las decisiones altruistas a favor de su grupo con relación a las tomadas para favorecer a un grupo externo, el SCC está funcionalmente más conectado al córtex mediano orbitofrontal identificado previamente. Es decir, el SCC está específicamente implicado en la motivación para los seguidores del mismo equipo, en relación con los que no son partidarios de este equipo.
Estos resultados, explican los investigadores en un comunicado, indican el papel clave que desempeña el SCC en la motivación altruista con el propio grupo, lo que significa que esta motivación a favor de un grupo cultural concreto implica a las regiones cerebrales que integran los mecanismos motivacionales mOFC y de afiliación (SCC).
Estos resultados permiten asimismo comprender mejor las bases cerebrales de los vínculos entre motivación y adhesión a un grupo cultural, un universal humano que se manifiesta por fenómenos de pertenencia a este grupo que puede llevar al fanatismo.
Fuente TENDENCIAS 21