Muchos ya lo intuían, y ahora una nueva investigación lo confirma: las personas mayores duplican el riesgo de experimentar síntomas de depresión, junto con reducciones en las funciones cognitivas y físicas, justo después de perder la capacidad legal de estar al volante de un automóvil. No se trata meramente de que la pérdida de facultades que les impide conducir les cause otros problemas de salud, sino que el hecho de perder la libertad y la autonomía de las que disfrutaban conduciendo su propio vehículo, y no tener ya que esforzarse en mantener ágil su mente para afrontar los peligros que pueden presentarse en la carretera, les provoca un bajón adicional de salud.
El equipo del Dr. Guohua Li, de la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, examinó la salud y el bienestar de ancianos después de que dejaran de conducir y encontró que dicha salud empeoró en varios aspectos. En particular, el cese de la conducción casi dobló el riesgo de sufrir síntomas de depresión, y contribuyó asimismo a una merma en capacidades cognitivas y físicas.
El Dr. Li y sus colaboradores revisaron y analizaron datos de salud de conductores con más de 55 años.
El análisis de la información mostró que los ancianos experimentaron declives más rápidos en la función cognitiva y la salud física después de dejar de conducir. El cese en la conducción estuvo también asociado con un 51 por ciento de reducción en el tamaño de las redes sociales integradas por amigos y parientes, algo que, tal como señalan los investigadores, puede limitar las vidas sociales de los ancianos y su capacidad de relacionarse con otros. El declive en la salud social después de dejar de conducir parece ser mayor en mujeres que en hombres.
El equipo del Dr. Guohua Li, de la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, examinó la salud y el bienestar de ancianos después de que dejaran de conducir y encontró que dicha salud empeoró en varios aspectos. En particular, el cese de la conducción casi dobló el riesgo de sufrir síntomas de depresión, y contribuyó asimismo a una merma en capacidades cognitivas y físicas.
El Dr. Li y sus colaboradores revisaron y analizaron datos de salud de conductores con más de 55 años.
El análisis de la información mostró que los ancianos experimentaron declives más rápidos en la función cognitiva y la salud física después de dejar de conducir. El cese en la conducción estuvo también asociado con un 51 por ciento de reducción en el tamaño de las redes sociales integradas por amigos y parientes, algo que, tal como señalan los investigadores, puede limitar las vidas sociales de los ancianos y su capacidad de relacionarse con otros. El declive en la salud social después de dejar de conducir parece ser mayor en mujeres que en hombres.