Tiene 31 kilómetros de diámetro y fue provocado por un meteorito de más de un kilómetro
Un equipo internacional de investigadores, dirigido por científicos del Centro de Geogenética del Museo de Historia Natural de Dinamarca, de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), acaba de hacer público el excepcional descubrimiento de un enorme cráter de impacto, de 31 kilómetros de diámetro (con una extensión mayor que la de París), enterrado bajo una gruesa capa de hielo en el norte de Groenlandia. Es la primera vez que se consigue localizar un cráter bajo cualquiera de las capas de hielo continental del planeta.
Los investigadores, que han publicado su hallazgo en Science Advances, han trabajado durante tres largos años para verificar su descubrimiento antes de enviarlo a una revista científica. El cráter, en efecto, fue descubierto por primera vez en 2015, y ha pasado ya a formar parte de los 25 mayores cráteres de la Tierra.
Según se explica en el estudio, el cráter se formó cuando un meteorito de un kilómetro de longitud y compuesto principalmente de hierro hizo impacto en el norte de Groenlandia, donde después quedó cubierto por una capa de hielo de cerca de un kilómetro de grosor. Sus consecuencias debieron ser devastadoras para todo el hemisferio norte del planeta, aunque para conocerlas con precisión los científicos deben primero abordar la difícil tarea de datar el cráter.
Excepcionalmente bien conservado
«El cráter esta excepcionalmente bien conservado -explica Kurt H. Kjær, coautor de la investigación-, y eso resulta sorprendente, porque el hielo de los glaciares es un agente corrosivo increiblemente eficaz y podría haber eliminado muy rápido las huellas de la colisión. Eso, sin embargo, significa también que el cráter debe ser bastante joven, desde una perspectiva geológica».
«Hasta ahora -continúa el investigador- no ha sido posible fechar el cráter directamente, pero las condiciones en las que se encuentra sugieren con fuerza que se formó después de que los hielos comenzaran a cubrir Groenlandia, tan pronto como hace tres millones de años pero posiblemente tan recientemente como hace unos 12.000 años, hacia el final de la última Edad de Hielo».
Una depresión circular en el glaciar Hiawatha
El crater fue descubierto en julio de 2015, cuando los investigadores inspeccionaban un nuevo mapa de la topografía bajo la capa de hielo de Groenlandia. Fue entonces cuando notaron una depresión circular enorme, no detectada con anterioridad, justo debajo del glaciar Hiawatha, situado en el borde de la capa de hielo en el norte de Groenlandia.
«Inmediatamente nos dimos cuenta dee que eso era algo especial -asegura Kjær- pero al mismo tiempo se hizo evidente que resultaría muy difícil confirmar el origen de la depresión».
Los investigadores sospecharon desde el principio que podía tratarse de un cráter de meteorito, pero no tenían pruebas que lo demostraran. Su opinión, sin embargo, se vio reforzada cuando el equipo envió un avión de investigación alemán desde el instituto Alfred Wegener para que sobrevolara el glaciar Hiawatha y cartografiara tanto el cráter como el hielo que lo recubría con un nuevo y potente radar de hielo.
Según Joseph MacGregor, glaciólogo de la NASA, que participó en el estudio y es un experto en el uso de radares de hielo, «las mediciones de radar anteriores del glaciar Hiawatha formaban parte de un trabajo a largo plazo de la NASA para cartografiar la cambiante cubierta de hielo de Groenlandia. Pero lo que realmente necesitábamos para probar nuestra hipótesis era un estudio de radar a fondo y centrado allí. Nuestros colegas del instituto Alfred Wegener y de la Universidad de Kansas hicieron exactamente eso con un sistema de radar de última generación, que superó todas las expectativas y obtuvo imágenes de la depresión con un detalle asombroso. Un borde claramente circular, un levantamiento central, capas de hielo perturbado y sin perturbar, escombros basales... Estaba todo allí».
Durante los dos veranos siguientes, en 2016 y 2017, el equipo volvió al lugar para mapear las estructuras tectónicas de la roca cerca del pie del glaciar y recolectar muestras de sedimentos arrastrados desde la depresión a través de canales de agua de deshielo.
«Parte de la arena de cuarzo lavada y procedente del cráter -explica Nicolaj K. Larsen, de la Universidad de Aarhus y otro de los autores del estudio- presentaba características de deformación planar que indicaban un impacto violento, y eso es una prueba concluyente de que la depresión bajo el glaciar Hiawatha es un cráter de meteorito».
Las consecuencias del impacto
Varios estudios anteriores ya han demostrado que los grandes impactos pueden afectar profundamente al clima de la Tierra, con importantes consecuencias para la vida. Por lo que los investigadores se preguntan ahora cómo este impacto en concreto pudo afectar a nuestro planeta.
«El siguiente paso en la investigación - explica Kjær- será fechar el impacto con exactitud. Lo que será todo un desafío, ya que probablemente requerirá recuperar parte del material que se derritió durante el impacto del mismo fondo de la estructura. Pero eso es algo crucial si queremos entender cómo el impacto de Hiawatha afectó a la vida en la Tierra».
De lo que no cabe duda es que el brutal choque debió tener importantes consecuencias ambientales en todo el hemisferio norte, o incluso a nivel global. Pero eso será algo que solo los próximos estudios nos podrán decir.
Un equipo internacional de investigadores, dirigido por científicos del Centro de Geogenética del Museo de Historia Natural de Dinamarca, de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), acaba de hacer público el excepcional descubrimiento de un enorme cráter de impacto, de 31 kilómetros de diámetro (con una extensión mayor que la de París), enterrado bajo una gruesa capa de hielo en el norte de Groenlandia. Es la primera vez que se consigue localizar un cráter bajo cualquiera de las capas de hielo continental del planeta.
Los investigadores, que han publicado su hallazgo en Science Advances, han trabajado durante tres largos años para verificar su descubrimiento antes de enviarlo a una revista científica. El cráter, en efecto, fue descubierto por primera vez en 2015, y ha pasado ya a formar parte de los 25 mayores cráteres de la Tierra.
Según se explica en el estudio, el cráter se formó cuando un meteorito de un kilómetro de longitud y compuesto principalmente de hierro hizo impacto en el norte de Groenlandia, donde después quedó cubierto por una capa de hielo de cerca de un kilómetro de grosor. Sus consecuencias debieron ser devastadoras para todo el hemisferio norte del planeta, aunque para conocerlas con precisión los científicos deben primero abordar la difícil tarea de datar el cráter.
Excepcionalmente bien conservado
«El cráter esta excepcionalmente bien conservado -explica Kurt H. Kjær, coautor de la investigación-, y eso resulta sorprendente, porque el hielo de los glaciares es un agente corrosivo increiblemente eficaz y podría haber eliminado muy rápido las huellas de la colisión. Eso, sin embargo, significa también que el cráter debe ser bastante joven, desde una perspectiva geológica».
«Hasta ahora -continúa el investigador- no ha sido posible fechar el cráter directamente, pero las condiciones en las que se encuentra sugieren con fuerza que se formó después de que los hielos comenzaran a cubrir Groenlandia, tan pronto como hace tres millones de años pero posiblemente tan recientemente como hace unos 12.000 años, hacia el final de la última Edad de Hielo».
Una depresión circular en el glaciar Hiawatha
El crater fue descubierto en julio de 2015, cuando los investigadores inspeccionaban un nuevo mapa de la topografía bajo la capa de hielo de Groenlandia. Fue entonces cuando notaron una depresión circular enorme, no detectada con anterioridad, justo debajo del glaciar Hiawatha, situado en el borde de la capa de hielo en el norte de Groenlandia.
«Inmediatamente nos dimos cuenta dee que eso era algo especial -asegura Kjær- pero al mismo tiempo se hizo evidente que resultaría muy difícil confirmar el origen de la depresión».
Los investigadores sospecharon desde el principio que podía tratarse de un cráter de meteorito, pero no tenían pruebas que lo demostraran. Su opinión, sin embargo, se vio reforzada cuando el equipo envió un avión de investigación alemán desde el instituto Alfred Wegener para que sobrevolara el glaciar Hiawatha y cartografiara tanto el cráter como el hielo que lo recubría con un nuevo y potente radar de hielo.
Según Joseph MacGregor, glaciólogo de la NASA, que participó en el estudio y es un experto en el uso de radares de hielo, «las mediciones de radar anteriores del glaciar Hiawatha formaban parte de un trabajo a largo plazo de la NASA para cartografiar la cambiante cubierta de hielo de Groenlandia. Pero lo que realmente necesitábamos para probar nuestra hipótesis era un estudio de radar a fondo y centrado allí. Nuestros colegas del instituto Alfred Wegener y de la Universidad de Kansas hicieron exactamente eso con un sistema de radar de última generación, que superó todas las expectativas y obtuvo imágenes de la depresión con un detalle asombroso. Un borde claramente circular, un levantamiento central, capas de hielo perturbado y sin perturbar, escombros basales... Estaba todo allí».
Durante los dos veranos siguientes, en 2016 y 2017, el equipo volvió al lugar para mapear las estructuras tectónicas de la roca cerca del pie del glaciar y recolectar muestras de sedimentos arrastrados desde la depresión a través de canales de agua de deshielo.
«Parte de la arena de cuarzo lavada y procedente del cráter -explica Nicolaj K. Larsen, de la Universidad de Aarhus y otro de los autores del estudio- presentaba características de deformación planar que indicaban un impacto violento, y eso es una prueba concluyente de que la depresión bajo el glaciar Hiawatha es un cráter de meteorito».
Las consecuencias del impacto
Varios estudios anteriores ya han demostrado que los grandes impactos pueden afectar profundamente al clima de la Tierra, con importantes consecuencias para la vida. Por lo que los investigadores se preguntan ahora cómo este impacto en concreto pudo afectar a nuestro planeta.
«El siguiente paso en la investigación - explica Kjær- será fechar el impacto con exactitud. Lo que será todo un desafío, ya que probablemente requerirá recuperar parte del material que se derritió durante el impacto del mismo fondo de la estructura. Pero eso es algo crucial si queremos entender cómo el impacto de Hiawatha afectó a la vida en la Tierra».
De lo que no cabe duda es que el brutal choque debió tener importantes consecuencias ambientales en todo el hemisferio norte, o incluso a nivel global. Pero eso será algo que solo los próximos estudios nos podrán decir.