Han utilizado ondas de radio de alta frecuencia para controlar las telecomunicaciones en caso de crisis
China y Rusia han emitido ondas de radio de alta frecuencia para manipular la ionosfera, una estrategia de gran valor para controlar las telecomunicaciones en caso de crisis internacional.
China y Rusia han realizado conjuntamente una serie de experimentos controvertidos para modificar la atmósfera de la Tierra mediante ondas de radio de alta frecuencia, un tipo de radiación electromagnética que se usa intensamente en las telecomunicaciones globales.
A partir de una instalación rusa llamada Calefacción Ionosférica Sura, los científicos han emitido ondas de radio dirigidas a la ionosfera. Al mismo tiempo, China, a través de la Seismo-Electromagnetic Satellite, una misión espacial conjunta con Italia y dedicada a monitorizar el campo electromagnético y las ondas en el espacio cercano a la Tierra, ha estado midiendo los efectos de las ondas de radio lanzadas por los rusos en el plasma orbital.
La investigación conjunta se desarrolló el pasado junio y sus resultados se publican en la revista "Earth and Planetary Physics". Los autores explican al respecto que las ondas de radio provocaron cambios en la atmósfera terrestre a lo largo de una extensión de 126.000 kilómetros cuadrados en el entorno de la ciudad de Nizhni Nóvgorod, situada en el oeste de Rusia. La zona más afectada estuvo a 500 kilómetros de altitud sobre la ciudad de Vasilsursk, situada a 500 kilómetros de Moscú.
Las ondas de radio aumentaron en más de 100 grados la temperatura del plasma orbital en la zona afectada, así como provocaron un pico de electricidad cargada con diez veces más partículas negativas que en las regiones ajenas al experimento.
Cinco experimentos satisfactorios
El diario South China Morning Post, de Hong Kong, señala al respecto que se realizaron un total de cinco experimentos con resultados satisfactorios, confirmados por el satélite chino de observación electromagnética Zhanzheng-1.
El diario añade que todo el experimento se desarrolló mediante el uso de una tecnología punta extremadamente sensible y, citando a científicos relacionados con el proyecto, añade que la investigación está relacionada con el propósito de controlar las telecomunicaciones globales en caso de conflicto.
La ionósfera es la parte de la atmósfera terrestre que está ionizada permanentemente debido a la fotoionización que provoca la radiación solar. Se sitúa entre la mesosfera y la exosfera, y se extiende aproximadamente entre los 80 km y los 600 km de altitud sobre la superficie del planeta.
Tanto la ionosfera como el gas ionizado (plasma) que lo compone, son cruciales para las comunicaciones por radio. Si una potencia aprende a alterar las partículas cargadas que forman de la ionosfera, podría aumentar o bloquear las señales de radio de largo alcance, facilitando sus propias comunicaciones e impidiendo las de otros países.
Calentadores ionosféricos
Las antenas empleadas para enviar las ondas de radio a las capas altas de la atmósfera procedieron del calentador ionosférico ruso construido en tiempos de la URSS para la investigación de la turbulencia del plasma, la ionosfera y la atmósfera superior del planeta.
Las antenas de alta tensión de la instalación de Sura fueron las que enviaron las ondas cortas a las altas capas de la atmósfera. El experimento chino-ruso pone de manifiesto que el control de las telecomunicaciones en caso de conflicto interesa cada vez más a las potencias.
Estados Unidos posee una instalación aún más sofisticada que la Sura, la High Frequency Active Auroral Research Program (HAARP), que estudia las propiedades de la ionosfera y cómo mejorar la tecnología para transmitir las radiocomunicaciones.
Europa cuenta también con su propio calentador ionosférico, que forma parte de la European Incoherent Scatter Scientific Association, usado para estudiar las alteraciones en la ionosfera y magnetosfera. Está situado cerca de Tromsø, en Noruega.
Aunque oficialmente se dice que la manipulación de la ionosfera no supone riesgo alguno para el planeta, los expertos han advertido en reiteradas ocasiones que las frecuencias de radio lanzadas a la ionosfera pueden influir sobre el clima, aumentar los desastres naturales y afectar incluso al cerebro humano.
China y Rusia han emitido ondas de radio de alta frecuencia para manipular la ionosfera, una estrategia de gran valor para controlar las telecomunicaciones en caso de crisis internacional.
China y Rusia han realizado conjuntamente una serie de experimentos controvertidos para modificar la atmósfera de la Tierra mediante ondas de radio de alta frecuencia, un tipo de radiación electromagnética que se usa intensamente en las telecomunicaciones globales.
A partir de una instalación rusa llamada Calefacción Ionosférica Sura, los científicos han emitido ondas de radio dirigidas a la ionosfera. Al mismo tiempo, China, a través de la Seismo-Electromagnetic Satellite, una misión espacial conjunta con Italia y dedicada a monitorizar el campo electromagnético y las ondas en el espacio cercano a la Tierra, ha estado midiendo los efectos de las ondas de radio lanzadas por los rusos en el plasma orbital.
La investigación conjunta se desarrolló el pasado junio y sus resultados se publican en la revista "Earth and Planetary Physics". Los autores explican al respecto que las ondas de radio provocaron cambios en la atmósfera terrestre a lo largo de una extensión de 126.000 kilómetros cuadrados en el entorno de la ciudad de Nizhni Nóvgorod, situada en el oeste de Rusia. La zona más afectada estuvo a 500 kilómetros de altitud sobre la ciudad de Vasilsursk, situada a 500 kilómetros de Moscú.
Las ondas de radio aumentaron en más de 100 grados la temperatura del plasma orbital en la zona afectada, así como provocaron un pico de electricidad cargada con diez veces más partículas negativas que en las regiones ajenas al experimento.
Cinco experimentos satisfactorios
El diario South China Morning Post, de Hong Kong, señala al respecto que se realizaron un total de cinco experimentos con resultados satisfactorios, confirmados por el satélite chino de observación electromagnética Zhanzheng-1.
El diario añade que todo el experimento se desarrolló mediante el uso de una tecnología punta extremadamente sensible y, citando a científicos relacionados con el proyecto, añade que la investigación está relacionada con el propósito de controlar las telecomunicaciones globales en caso de conflicto.
La ionósfera es la parte de la atmósfera terrestre que está ionizada permanentemente debido a la fotoionización que provoca la radiación solar. Se sitúa entre la mesosfera y la exosfera, y se extiende aproximadamente entre los 80 km y los 600 km de altitud sobre la superficie del planeta.
Tanto la ionosfera como el gas ionizado (plasma) que lo compone, son cruciales para las comunicaciones por radio. Si una potencia aprende a alterar las partículas cargadas que forman de la ionosfera, podría aumentar o bloquear las señales de radio de largo alcance, facilitando sus propias comunicaciones e impidiendo las de otros países.
Calentadores ionosféricos
Las antenas empleadas para enviar las ondas de radio a las capas altas de la atmósfera procedieron del calentador ionosférico ruso construido en tiempos de la URSS para la investigación de la turbulencia del plasma, la ionosfera y la atmósfera superior del planeta.
Las antenas de alta tensión de la instalación de Sura fueron las que enviaron las ondas cortas a las altas capas de la atmósfera. El experimento chino-ruso pone de manifiesto que el control de las telecomunicaciones en caso de conflicto interesa cada vez más a las potencias.
Estados Unidos posee una instalación aún más sofisticada que la Sura, la High Frequency Active Auroral Research Program (HAARP), que estudia las propiedades de la ionosfera y cómo mejorar la tecnología para transmitir las radiocomunicaciones.
Europa cuenta también con su propio calentador ionosférico, que forma parte de la European Incoherent Scatter Scientific Association, usado para estudiar las alteraciones en la ionosfera y magnetosfera. Está situado cerca de Tromsø, en Noruega.
Aunque oficialmente se dice que la manipulación de la ionosfera no supone riesgo alguno para el planeta, los expertos han advertido en reiteradas ocasiones que las frecuencias de radio lanzadas a la ionosfera pueden influir sobre el clima, aumentar los desastres naturales y afectar incluso al cerebro humano.
Fuente TENDENCIAS 21