La nave de la NASA ha finalizado un viaje de dos años y se dispone a realizar observaciones científicas en torno a un objeto que podría chocar contra la Tierra en los próximos siglos
Este lunes, una pequeña nave espacial encendió sus motores durante 20 segundos para frenar y quedarse en la estela de un asteroide de medio kilómetro de largo. Después de dos años de viaje y de haber recorrido 3.200 millones de kilómetros, la sonda OSIRIS-REx (de «Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification, Security-Regolith Explorer»), de la NASA, llegó por fin al asteroide Bennu.
«¡Hemos llegado!», proclamó este lunes Javier Cerna, ingeniero de telecomunicaciones de la misión durante un programa especial de la NASA. A su alrededor, cerca de tres decenas de personas, ingenieros y científicos, arrancaron un alegre aplauso.
Los monitores indicaron que la sonda, que está a una distancia de la Tierra que la luz tarda en recorrer siete minutos y próxima a los 129 millones de kilómetros, había finalizado con éxito su maniobra de aproximación a Bennu. De esta forma, arrancó una intensa campaña científica que durará al menos un año.
Dicha campaña tendrá como objetivos radiografiar este asteroide, a través de fotografías e imágenes de radar. También se medirá el cabeceo del objeto, para estimar con precisión su gravedad y su masa.
Hasta 2 kilogramos de muestras de asteroide
Pero el paso clave será la extracción de entre 60 gramos y dos kilogramos de material del asteroide, a través de un brazo robótico, para traerlo a la Tierra. Esto ocurrirá el año que viene cuando un apéndice articulado se posará con suavidad en la superficiede Bennu. Una descarga de gas revolverá los sedimentos y permitirá que queden atrapados en una cámara.
A continuación, la sonda se alejará a una distancia segura, y los sensores verificarán que han «pescado» la suficiente cantidad de material haciendo girar la nave y midiéndola inercia generada en la cubeta. Después, el brazo robótico anclará el receptáculo de las muestras a una cápsula capaz de atravesar la atmósfera de la Tierra. Pasados un par de años, está previsto que los valiosos fragmentos del asteroide aterricen en algún lugar del desierto de Utah (EE.UU.) en torno a septiembre de 2023.
Bennu es un fósil de la formación del Sistema Solar. Es crucial para estudiar la evolución de los planetas, puesto que estos nacieron hace unos 4.500 millones de años gracias a la colisión de innumerables fragmentos de rocas, polvo y hielo, algunos similares a este asteroide.
Los orígenes de la vida
Además, Bennu, cuyo nombre hace honor a un ave mitológica, es un objeto seleccionado por la NASA por su rica composición en moléculas orgánicas, compuestos volátiles y aminoácidos. La «huella dactilar» de estas sustancias que se capte en superficie permitirá estudiar los orígenes de algunas de las que se suelen considerar como semillas básicas de la vida.
Además, esta roca, uno de los cerca de 800.00 asteroides que se conocen, es el segundo objeto potencialmente más peligroso para la Tierra, tal como queda establecido según la tabla de riesgo de Palermo. Se acercará en 2135, en 2175 y en 2195, llegando a estar más cerca de la Tierra que la Luna, por lo que resulta fundamental conocer su órbita y naturaleza para poder vigilarlo con la precisión requerida.
La OSIRIS-REx es la tercera misión que traerá muestras de un asteroide a la Tierra, por detrás de las misiones japonesas Hayabusa (que trajo restos a la Tierra en junio de 2010) y Hayabusa 2 (que está en curso), pero será la primera de la NASA. Además, los estadounidenses han asegurado que esta será una misión importante por la cantidad de material que se podrá traer, y que será la mayor desde el programa Apollo. De hecho, no solo aseguraron que estos restos serán más valiosos que el oro, sino que serán estudiados durante décadas.
Por último, esta vez será la ocasión en la que una nave orbitará el objeto más pequeño hasta la fecha. Tal como dijo Rich Burns, director del proyecto, esto requiere que el control de la sonda sea absolutamente delicado y preciso y que sea capaz de moverse a velocidades comparables a las de un insecto en relación con Bennu. Por ello, los ingenieros de vuelo tendrán que ajustar la órbita teniendo en cuenta nimios empujes causados por la radiación térmica al incidir la luz solar sobre la propia nave.
El siguiente paso de la misión será iniciar maniobras en la proximidad de Bennu para comenzar los primeros reconocimientos desde solo unos pocos kilómetros de distancia. Está previsto que el próximo 10 de diciembre la NASA celebre una rueda de prensa para dar a conocer sus últimos hallazgos en el asteroide.
Este lunes, una pequeña nave espacial encendió sus motores durante 20 segundos para frenar y quedarse en la estela de un asteroide de medio kilómetro de largo. Después de dos años de viaje y de haber recorrido 3.200 millones de kilómetros, la sonda OSIRIS-REx (de «Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification, Security-Regolith Explorer»), de la NASA, llegó por fin al asteroide Bennu.
«¡Hemos llegado!», proclamó este lunes Javier Cerna, ingeniero de telecomunicaciones de la misión durante un programa especial de la NASA. A su alrededor, cerca de tres decenas de personas, ingenieros y científicos, arrancaron un alegre aplauso.
Los monitores indicaron que la sonda, que está a una distancia de la Tierra que la luz tarda en recorrer siete minutos y próxima a los 129 millones de kilómetros, había finalizado con éxito su maniobra de aproximación a Bennu. De esta forma, arrancó una intensa campaña científica que durará al menos un año.
Dicha campaña tendrá como objetivos radiografiar este asteroide, a través de fotografías e imágenes de radar. También se medirá el cabeceo del objeto, para estimar con precisión su gravedad y su masa.
Hasta 2 kilogramos de muestras de asteroide
Pero el paso clave será la extracción de entre 60 gramos y dos kilogramos de material del asteroide, a través de un brazo robótico, para traerlo a la Tierra. Esto ocurrirá el año que viene cuando un apéndice articulado se posará con suavidad en la superficiede Bennu. Una descarga de gas revolverá los sedimentos y permitirá que queden atrapados en una cámara.
A continuación, la sonda se alejará a una distancia segura, y los sensores verificarán que han «pescado» la suficiente cantidad de material haciendo girar la nave y midiéndola inercia generada en la cubeta. Después, el brazo robótico anclará el receptáculo de las muestras a una cápsula capaz de atravesar la atmósfera de la Tierra. Pasados un par de años, está previsto que los valiosos fragmentos del asteroide aterricen en algún lugar del desierto de Utah (EE.UU.) en torno a septiembre de 2023.
Bennu es un fósil de la formación del Sistema Solar. Es crucial para estudiar la evolución de los planetas, puesto que estos nacieron hace unos 4.500 millones de años gracias a la colisión de innumerables fragmentos de rocas, polvo y hielo, algunos similares a este asteroide.
Los orígenes de la vida
Además, Bennu, cuyo nombre hace honor a un ave mitológica, es un objeto seleccionado por la NASA por su rica composición en moléculas orgánicas, compuestos volátiles y aminoácidos. La «huella dactilar» de estas sustancias que se capte en superficie permitirá estudiar los orígenes de algunas de las que se suelen considerar como semillas básicas de la vida.
Además, esta roca, uno de los cerca de 800.00 asteroides que se conocen, es el segundo objeto potencialmente más peligroso para la Tierra, tal como queda establecido según la tabla de riesgo de Palermo. Se acercará en 2135, en 2175 y en 2195, llegando a estar más cerca de la Tierra que la Luna, por lo que resulta fundamental conocer su órbita y naturaleza para poder vigilarlo con la precisión requerida.
La OSIRIS-REx es la tercera misión que traerá muestras de un asteroide a la Tierra, por detrás de las misiones japonesas Hayabusa (que trajo restos a la Tierra en junio de 2010) y Hayabusa 2 (que está en curso), pero será la primera de la NASA. Además, los estadounidenses han asegurado que esta será una misión importante por la cantidad de material que se podrá traer, y que será la mayor desde el programa Apollo. De hecho, no solo aseguraron que estos restos serán más valiosos que el oro, sino que serán estudiados durante décadas.
Por último, esta vez será la ocasión en la que una nave orbitará el objeto más pequeño hasta la fecha. Tal como dijo Rich Burns, director del proyecto, esto requiere que el control de la sonda sea absolutamente delicado y preciso y que sea capaz de moverse a velocidades comparables a las de un insecto en relación con Bennu. Por ello, los ingenieros de vuelo tendrán que ajustar la órbita teniendo en cuenta nimios empujes causados por la radiación térmica al incidir la luz solar sobre la propia nave.
El siguiente paso de la misión será iniciar maniobras en la proximidad de Bennu para comenzar los primeros reconocimientos desde solo unos pocos kilómetros de distancia. Está previsto que el próximo 10 de diciembre la NASA celebre una rueda de prensa para dar a conocer sus últimos hallazgos en el asteroide.
Fuente ABC CIENCIA