'Evento Kioto', el desconocido Carrington asiático

El 1 de septiembre de 1859 se desencadenó la gran tormenta geomagnética que, durante largo tiempo, fue tomada por occidente como "la referencia" y el mayor fenómeno de este tipo en la historia moderna. El "Evento Carrington", en honor a Richard Carrington, el científico que descubrió e ilustró el fenómeno extremo del clima espacial.

A partir de éste, otros grandes fenómenos solares posteriores de los tiempos recientes como la gran tormenta solar de Nueva York de mayo de 1921 -la mayor tormenta geomagnética de todo el siglo XX que "apagó las luces de Broadway" y colapso su famosa "estación central" de ferrocarril-, el posterior evento Quebec de marzo de 1989, o las "terroríficas" -así las calificó la propia NASA- "tormentas solares de Halloween de 2003", eran valoradas en función de dicho "Evento Carrington". Todas ellas claramente inferiores a éste.

Tan sólo muy recientemente (y nos referimos a los últimos 25-30 años), poco a poco, fue tomándose constancia a través de distintos indicios indirectos, como las concentraciones de carbono 14, de la existencia de otros fenómenos solares muy superiores al propio "Evento Carrington", como el "Evento Carlomagno", mil años antes, en torno al 774-775 d. C., estimado en unas veinte veces superior en magnitud a éste último, o el "Evento Bristlecone" en torno al 5.500 a. C, en pleno Neolítico, mayor incluso que propio "Evento Carlomagno" y por lo tanto incomparable hasta respecto el propio "Evento Carrington".

Y es así cómo las últimas líneas de investigación han buscado seguir indagando a través de distintos "indicios indirectos" en esa "historia de los fenómenos del clima espacial" o "historia de la meteorología espacial" que, a pesar de toda nuestra ciencia y tecnología, nos continúa resultando vedada y de la que únicamente alcanzamos a conocer pequeños fragmentos inconexos incluso tomando únicamente de referencia la pequeña parte correspondiente a nuestra propia experiencia directa como homo sapiens habitando el planeta.

Es en esa óptica y contexto, intentando reconstruir precariamente dicha historia, buceando ahora en los manuscritos que aún se conservan de algunos de los más tempranos observatorios solares de la humanidad, en oriente no en occidente (en Corea y Japón), nuevos indicios acaban de sacar a la luz lo que aparenta ser otro gran fenómeno solar tipo Carrington el 16-17 de septiembre de 1770 y que cubrió Japón de auroras en un fenómeno de similar magnitud, acaso levemente superior se apunta, en un nuevo estudio elaborado por los investigadores Ryuho Kataoka y Kiyomi Iwahashi del Instituto Nacional de Literatura Japonesa de Tokio (Tokyo's National Institute of Japanese Literature, NIJL) y del Instituto Nacional para la Investigación Polar (National Institute for Polar Research, NIPR) que tuvo su origen en ilustraciones del "Sekai", manuscrito japonés de la época sobre el estudio de fenómenos celestes, recogiendo las espectaculares auroras rojizas sobre la ciudad de Kioto, en el sur del país (en la ilustración superior).

¿El resultado?: resultan emerger repentinamente indicios de todo un nuevo "Carrington asiático" del que ni tan siquiera se tenía el más remoto conocimiento de su existencia, prácticamente un siglo antes del "Evento Carrington" (89 años años antes, 1770-1859).

Para la Asociación Española de Protección Civil para el Clima Espacial la valoración ante tales nuevos hechos es clara: "Avanzamos a ciegas. Tomamos como referencia probabilidades y periodos de retorno en función de un fenómeno extremo de referencia, el Evento Carrington, pero sin tan siquiera tener pleno conocimiento todavía de la existencia de otros fenómenos extremos muy superiores al Carrington ajenos al modelo probabilístico: ¿cuáles son los periodos de retorno de los "super carrington", de los Eventos Bristlecone o Carlomagno, además del "Carrington"?. ¿Cuáles son las concretas probabilidades (acumuladas) respecto de todo ello y en un cuadro de conjunto? Se desconoce".

Avanzamos a ciegas en la aproximación a un modelo integral de estimación de riesgo que no tenemos, ante los fenómenos extremos del clima espacial, más allá de simplemente poder decir que la probabilidad de desencadenamiento es superior a 1%. Por tanto prioritario en su consideración al tratarse de un riesgo de alto impacto, sí, pero, ¿cuánto superior a ese 1%?, ¿un 5%-50% como dice el Gobierno del Reino Unido definiendo una amplísima horquilla?, ¿un 12% como señala el equipo de Riley?, ¿cuánto en realidad y ante qué escenario de impacto más allá del referente "Carrington"?

Fuente NUEVA TRIBUNA 



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