¿Alimentos salados, dulces, grasos o ácidos? Estas son las sencillas reglas básicas que debes conocer para elegir el tipo de vino apropiado al sabor de la comida
Las reglas de maridaje son muy amplias. Un vino tinto puede potenciarse si se acompaña con una carne, pero si esta es muy grasa y buscamos mejorar su sabor lo mejor es un vino blanco.
Todo va depender de lo que busquemos o nos apetezca, potenciar el vino o el alimento, contrastes o afinidades, equilibrios o estímulos...
De un modo u otro, la combinación de vino y alimento debe buscar un fin y tener cierta coherencia, para crear un "todo delicioso". Por ello debemos conocer algunas reglas básicas sobre el modo en que el vino y los alimentos interactúan para así obtener las mejores combinaciones acordes a nuestros gustos.
COMIDAS SALADAS
Los vinos con mayor acidez, como los blancos o rosados, pueden saber menos ácidos cuando se sirven con comidas saladas. Asimismo, pueden hacer que las comidas sepan un poco menos saladas.
Otra alternativa son los vinos dulces o abocados y los generosos menos secos, que pueden hacer más apetitosas las comidas saladas. Del mismo modo estos vinos pueden moderar la sensación dulce, y acentuar los aromas y sabores frutales, cuando se toman con comidas saladas.
En el caso de los tintos, las comidas saladas provocan el efecto inverso, acentuando la sensación tánica del vino
COMIDAS DULCES
Los vinos tánicos pueden disminuir la percepción del dulce en una comida. En el caso de vinos jóvenes y frescos, pueden resultar menos ácidos cuando se sirven con comidas ligeramente dulces.
Vinos con mayor graduación, como los generosos, pueden ir bien con comidas ligeramente dulces y, en todo caso, los vinos dulces siempre van bien con comidas dulces.
COMIDAS GRASAS
Los vinos más tánicos, como los tintos con crianza, pueden parecer menos tánicos, y por tanto más agradables y suaves, si se sirven con alimentos ricos en proteínas y grasa, como la carne y el queso.
Sin embargo, los vinos blancos o rosados, con predominio de acidez, pueden ayudar a contrarrestar la pesadez y saturación provocada por la grasa de la comida.
COMIDAS LIGERAS
Vinos frescos y ligeros, como blancos y rosados, pueden ir bien con comidas ácidas. Sin embargo hay que vigilar la graduación del vino, ya que un elevado grado alcohólico pueden anular los platos de sabor ligero o los delicados.
Las reglas de maridaje son muy amplias. Un vino tinto puede potenciarse si se acompaña con una carne, pero si esta es muy grasa y buscamos mejorar su sabor lo mejor es un vino blanco.
Todo va depender de lo que busquemos o nos apetezca, potenciar el vino o el alimento, contrastes o afinidades, equilibrios o estímulos...
De un modo u otro, la combinación de vino y alimento debe buscar un fin y tener cierta coherencia, para crear un "todo delicioso". Por ello debemos conocer algunas reglas básicas sobre el modo en que el vino y los alimentos interactúan para así obtener las mejores combinaciones acordes a nuestros gustos.
COMIDAS SALADAS
Los vinos con mayor acidez, como los blancos o rosados, pueden saber menos ácidos cuando se sirven con comidas saladas. Asimismo, pueden hacer que las comidas sepan un poco menos saladas.
Otra alternativa son los vinos dulces o abocados y los generosos menos secos, que pueden hacer más apetitosas las comidas saladas. Del mismo modo estos vinos pueden moderar la sensación dulce, y acentuar los aromas y sabores frutales, cuando se toman con comidas saladas.
En el caso de los tintos, las comidas saladas provocan el efecto inverso, acentuando la sensación tánica del vino
COMIDAS DULCES
Los vinos tánicos pueden disminuir la percepción del dulce en una comida. En el caso de vinos jóvenes y frescos, pueden resultar menos ácidos cuando se sirven con comidas ligeramente dulces.
Vinos con mayor graduación, como los generosos, pueden ir bien con comidas ligeramente dulces y, en todo caso, los vinos dulces siempre van bien con comidas dulces.
COMIDAS GRASAS
Los vinos más tánicos, como los tintos con crianza, pueden parecer menos tánicos, y por tanto más agradables y suaves, si se sirven con alimentos ricos en proteínas y grasa, como la carne y el queso.
Sin embargo, los vinos blancos o rosados, con predominio de acidez, pueden ayudar a contrarrestar la pesadez y saturación provocada por la grasa de la comida.
COMIDAS LIGERAS
Vinos frescos y ligeros, como blancos y rosados, pueden ir bien con comidas ácidas. Sin embargo hay que vigilar la graduación del vino, ya que un elevado grado alcohólico pueden anular los platos de sabor ligero o los delicados.
Fuente VINETUR