¿Crees que tu mamá es exigente y fastidiosa? ¡Agradécele! La Universidades de Essex en Inglaterra, realizó un estudio en el que se comprobó que las hijas de madres insoportables tienen más probabilidades de convertiste en mujeres de éxito comparadas con las hijas de madres permisivas y consentidoras.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores hicieron un seguimiento a la vida de 15 mil 500 niñas de entre 13 y 14 años, del 2004 al 2010.
Las que eran hijas de mujeres estrictas que ponían rigurosas reglas de conducta y les exigían más, fueron más propensas a ir a buenas universidades y ganar mejores sueldos.
Por otro lado, las hijas de ‘madres insoportables’ tuvieron menos posibilidades de quedar embarazadas cuando apenas eran adolescentes.
Así que si tienes una madre que no te da completa libertad para hacer lo que se te viene en gana (sobre todo en la adolescencia), agradécele su preocupación, pues tienen más probabilidades de ser exitosa en la vida. Más tarde entenderás por qué lo hace.
3 razones de por qué qué los padres deben poner límites a los niños
Está muy bien dejar libertad a los hijos, sí, pero hasta cierto punto. Los límites son necesarios cuando uno está aprendiendo.
Es como si de repente quisieras aprender a ser pastelero y nadie te dijera cómo hacerlo, ni por qué no debes pasarte con las cantidades... o por qué no debes hacer cosas que te encantaría hacer... pero que tendría consecuencias terribles. Los límites, por tanto, son necesarios. ¿Las razones?
1. Los niños tienen derechos, pero también obligaciones.
Respetar las normas les ayuda a entender esto. Y de paso, a ejercitar el valor del respeto hacia los padres.
2. Les ayuda a ser más disciplinados.
El libre albedrío trae sin duda el caos. Para organizarse, un niño necesita alguien que le guíe, que le marque una disciplina y un camino.
3. Les ayuda a cambiar una conducta que no les beneficia.
Nadie nace sabiendo lo que está bien y lo que está mal. Son los padres quienes tienen la responsabilidad de indicar al niño qué está permitido y qué cosas no lo están. Los límites marcan esa fina barrera que no deben rebasar.
Y aunque les cueste entenderlo, con el tiempo entenderán que al final los límites, no se marcan para fastidiarle y hacerle más complicado el camino, sino para que no se salga de él y consiga llegar a la meta sin problemas.
El límite de las exigencias.
Otros estudiosos del tema consideran que una educación demasiado estricta puede tener efectos negativos en niños que no alcanzan los objetivos que sus padres les proponen y ante el miedo a las consecuencias, se vuelven inseguros y mentirosos.
La presión por ser el mejor o ser perfecto, puede tener un impacto negativo en la vida de los niños con padres demasiado rigurosos.
Y si llega ese momento, castigar a un niño por haber mentido sólo agrava la situación, cuando el principio para solucionarla es averiguar porqué mintió y no tuvo el valor para decir la verdad. Infundir inseguridad y miedo a los niños, definitivamente no es el camino para que sean exitosos y logren una vida plena.
Es tarea de los padres infundir la confianza necesaria en los hijos para que desarrollen su potencial a pleno.
Posiblemente hasta sea un fracaso de parte de los padres, que nuestros hijos no confíen en nosotros cuando se enfrentan a un problema. Siempre deberíamos ser su principal alternativa a la hora de buscar ayuda para solucionar un conflicto. ¿No lo crees así?
Muchos padres creen en los métodos que se basan en el castigo o las recompensas por los fracasos o los logros obtenidos y tal vez eso haga hijos más exitosos en lo que se refiere a los estudios, pero las exigencias permanentes sin algo de tolerancia y comprensión, no llegan a buen puerto.
Tener una expectativa ambiciosa con respecto a nuestros hijos, está bien; pero debe priorizarse la comunicación, la calidez y la honestidad.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores hicieron un seguimiento a la vida de 15 mil 500 niñas de entre 13 y 14 años, del 2004 al 2010.
Las que eran hijas de mujeres estrictas que ponían rigurosas reglas de conducta y les exigían más, fueron más propensas a ir a buenas universidades y ganar mejores sueldos.
Por otro lado, las hijas de ‘madres insoportables’ tuvieron menos posibilidades de quedar embarazadas cuando apenas eran adolescentes.
Así que si tienes una madre que no te da completa libertad para hacer lo que se te viene en gana (sobre todo en la adolescencia), agradécele su preocupación, pues tienen más probabilidades de ser exitosa en la vida. Más tarde entenderás por qué lo hace.
3 razones de por qué qué los padres deben poner límites a los niños
Está muy bien dejar libertad a los hijos, sí, pero hasta cierto punto. Los límites son necesarios cuando uno está aprendiendo.
Es como si de repente quisieras aprender a ser pastelero y nadie te dijera cómo hacerlo, ni por qué no debes pasarte con las cantidades... o por qué no debes hacer cosas que te encantaría hacer... pero que tendría consecuencias terribles. Los límites, por tanto, son necesarios. ¿Las razones?
1. Los niños tienen derechos, pero también obligaciones.
Respetar las normas les ayuda a entender esto. Y de paso, a ejercitar el valor del respeto hacia los padres.
2. Les ayuda a ser más disciplinados.
El libre albedrío trae sin duda el caos. Para organizarse, un niño necesita alguien que le guíe, que le marque una disciplina y un camino.
3. Les ayuda a cambiar una conducta que no les beneficia.
Nadie nace sabiendo lo que está bien y lo que está mal. Son los padres quienes tienen la responsabilidad de indicar al niño qué está permitido y qué cosas no lo están. Los límites marcan esa fina barrera que no deben rebasar.
Y aunque les cueste entenderlo, con el tiempo entenderán que al final los límites, no se marcan para fastidiarle y hacerle más complicado el camino, sino para que no se salga de él y consiga llegar a la meta sin problemas.
El límite de las exigencias.
Otros estudiosos del tema consideran que una educación demasiado estricta puede tener efectos negativos en niños que no alcanzan los objetivos que sus padres les proponen y ante el miedo a las consecuencias, se vuelven inseguros y mentirosos.
La presión por ser el mejor o ser perfecto, puede tener un impacto negativo en la vida de los niños con padres demasiado rigurosos.
Y si llega ese momento, castigar a un niño por haber mentido sólo agrava la situación, cuando el principio para solucionarla es averiguar porqué mintió y no tuvo el valor para decir la verdad. Infundir inseguridad y miedo a los niños, definitivamente no es el camino para que sean exitosos y logren una vida plena.
Es tarea de los padres infundir la confianza necesaria en los hijos para que desarrollen su potencial a pleno.
Posiblemente hasta sea un fracaso de parte de los padres, que nuestros hijos no confíen en nosotros cuando se enfrentan a un problema. Siempre deberíamos ser su principal alternativa a la hora de buscar ayuda para solucionar un conflicto. ¿No lo crees así?
Muchos padres creen en los métodos que se basan en el castigo o las recompensas por los fracasos o los logros obtenidos y tal vez eso haga hijos más exitosos en lo que se refiere a los estudios, pero las exigencias permanentes sin algo de tolerancia y comprensión, no llegan a buen puerto.
Tener una expectativa ambiciosa con respecto a nuestros hijos, está bien; pero debe priorizarse la comunicación, la calidez y la honestidad.