Tras la asunción del emperador Diocleciano, en el año 284 d. C., el Imperio Romano sufrió un notable aumento del gasto público, provocado por la emisión de monedas de oro, plata y cobre necesarias para solventar las guerras y construir palacios, carreteras y acueductos. Como consecuencia de ello, la inflación alcanzó niveles extremos: 1 libra de oro llegó a valer 50 mil denarios en el año 301 a. C.
Ante este escenario, Dicleciano decidió imponer un control de precios estricto e implacable sobre alrededor de 1300 productos. Además, fijó valores específicos tanto para los artículos de primera necesidad como para los salarios de soldados y funcionarios del gobierno. Quien no respetara estos términos debía enfrentarse a la pena de muerte.
Y si bien en esos tiempos se creía que la causa del aumento de precios era únicamente la avaricia de los comerciantes y productores, hoy en día se sabe que estaba estrechamente relacionada con la emisión descontrolada de monedas. Algo que se hizo evidente cuando cada libra llegó a valer ¡20 millones de denarios! durante el final del Imperio, lo que equivalía a un 6567% de inflación y que sin lugar a dudas, precipitó su caída.
Ante este escenario, Dicleciano decidió imponer un control de precios estricto e implacable sobre alrededor de 1300 productos. Además, fijó valores específicos tanto para los artículos de primera necesidad como para los salarios de soldados y funcionarios del gobierno. Quien no respetara estos términos debía enfrentarse a la pena de muerte.
Y si bien en esos tiempos se creía que la causa del aumento de precios era únicamente la avaricia de los comerciantes y productores, hoy en día se sabe que estaba estrechamente relacionada con la emisión descontrolada de monedas. Algo que se hizo evidente cuando cada libra llegó a valer ¡20 millones de denarios! durante el final del Imperio, lo que equivalía a un 6567% de inflación y que sin lugar a dudas, precipitó su caída.
Fuente HISTORY