Se trata del primer estudio que monitorea la producción de anticuerpos en pacientes enfermos en busca de comprender si se desarrolla inmunidad a COVID–19 y durante cuánto tiempo.
La inmunidad es una respuesta de adaptación del sistema inmunológico ante un patógeno, que consiste en reconocerlo y producir tanto inmunoglobulinascomo linfocitos T, células capaces de unirse al virus, eliminarlo y recordarlo, con el fin de evitar una reinfección si aparece una segunda vez en el organismo.
Cuando una persona se contagia de coronavirus, su sistema inmune comienza a trabajar para intentar frenar la infección, que en la mayoría de casos cede después de un par de semanas, el mismo tiempo que tardan en aparecer los primeros anticuerpos que producen inmunidad contra COVID–19.
En teoría, las personas recuperadas desarrollan inmunidad a COVID–19 y están protegidas por sus defensas ante un segundo contagio; sin embargo, la evidencia disponible parece demostrar que la concentración de anticuerpos disminuye rápidamente después de un par de meses.
Inmunidad a COVID–19, vigente sólo durante tres meses
Un estudio encabezado por el King’s College de London que analizó la respuesta inmune de 96 pacientes y trabajadores de la salud, encontró que del 60 % de las personas recuperadas que desarrollan una respuesta potente de anticuerpos, sólo el 17 % mantiene ese nivel después de tres meses.
Esta declinación rápida del nivel de anticuerpos podría descartar completamente la idea de la inmunidad de rebaño a partir del contagio masivo de la mayoría de la población, pues las infecciones posteriores serían un riesgo latente después de los tres meses de inmunidad celular.
Las sospechas de que la inmunidad después de estar enfermo de COVID–19 no era una garantía se fincaron desde los primeros casos en Wuhan, China, donde algunas personas adquirieron el virus por segunda ocasión.
En una nota científica al respecto de los pasaportes de inmunidad publicada el 24 de abril, la OMS dejaba entrever la baja concentración hemática de anticuerpos neutralizantes del virus:
“La mayoría de estos estudios muestran que las personas que se han recuperado de una infección poseen anticuerpos contra el virus. Sin embargo, en algunas de ellas la concentración hemática de anticuerpos neutralizantes es muy baja, lo que apunta a que la inmunidad celular también podría desempeñar un papel crucial en la recuperación”.
Aunque el estudio aún no es revisado por otros especialistas en el tema, en caso de confirmarse, la nueva evidencia podría dificultar aún más el desarrollo de una vacuna única contra el coronavirus, debido a que la producción de anticuerpos es el principio básico de cualquier vacuna y su efectividad también estaría limitada a unos cuantos meses.
La inmunidad es una respuesta de adaptación del sistema inmunológico ante un patógeno, que consiste en reconocerlo y producir tanto inmunoglobulinascomo linfocitos T, células capaces de unirse al virus, eliminarlo y recordarlo, con el fin de evitar una reinfección si aparece una segunda vez en el organismo.
Cuando una persona se contagia de coronavirus, su sistema inmune comienza a trabajar para intentar frenar la infección, que en la mayoría de casos cede después de un par de semanas, el mismo tiempo que tardan en aparecer los primeros anticuerpos que producen inmunidad contra COVID–19.
En teoría, las personas recuperadas desarrollan inmunidad a COVID–19 y están protegidas por sus defensas ante un segundo contagio; sin embargo, la evidencia disponible parece demostrar que la concentración de anticuerpos disminuye rápidamente después de un par de meses.
Inmunidad a COVID–19, vigente sólo durante tres meses
Un estudio encabezado por el King’s College de London que analizó la respuesta inmune de 96 pacientes y trabajadores de la salud, encontró que del 60 % de las personas recuperadas que desarrollan una respuesta potente de anticuerpos, sólo el 17 % mantiene ese nivel después de tres meses.
Esta declinación rápida del nivel de anticuerpos podría descartar completamente la idea de la inmunidad de rebaño a partir del contagio masivo de la mayoría de la población, pues las infecciones posteriores serían un riesgo latente después de los tres meses de inmunidad celular.
Las sospechas de que la inmunidad después de estar enfermo de COVID–19 no era una garantía se fincaron desde los primeros casos en Wuhan, China, donde algunas personas adquirieron el virus por segunda ocasión.
En una nota científica al respecto de los pasaportes de inmunidad publicada el 24 de abril, la OMS dejaba entrever la baja concentración hemática de anticuerpos neutralizantes del virus:
“La mayoría de estos estudios muestran que las personas que se han recuperado de una infección poseen anticuerpos contra el virus. Sin embargo, en algunas de ellas la concentración hemática de anticuerpos neutralizantes es muy baja, lo que apunta a que la inmunidad celular también podría desempeñar un papel crucial en la recuperación”.
Aunque el estudio aún no es revisado por otros especialistas en el tema, en caso de confirmarse, la nueva evidencia podría dificultar aún más el desarrollo de una vacuna única contra el coronavirus, debido a que la producción de anticuerpos es el principio básico de cualquier vacuna y su efectividad también estaría limitada a unos cuantos meses.
Fuente MUY INTERESANTE