Vamos a empezar este viaje, empezando por decir que estamos sobre la superficie de la Tierra, que gira sobre su eje de rotaciónobligándonos a describir circunferencias enormes en 24 horas. Pero nuestro planeta gira a diferentes velocidades dependiendo del punto en el que nos encontremos.
La velocidad de rotación no es la misma en todos los puntos del planeta, porque este es esférico. Así, podemos decir que la tierra rota a unos 1.670 km/h en el Ecuador, pero a 850 km/h a 60º de latitud. En los estrictos polos teóricos, podría considerarse que lo hace con un valor nulo.
Además, la velocidad de rotación de la Tierra se está frenando paulatinamente (pero este ya es otro tema).
Como todos suponemos, cuando estamos rotando en la Tierra hay una fuerza que quiere lanzarnos al espacio. Sin embargo, no es muy fuerte. De hecho, es tan sólo un 0,3% de la fuerza de la gravedad (que es la que nos mantiene en Tierra).
Además, no podemos sentir esa velocidad de rotación porque formamos parte del mismo sistema. Es decir, nos encontramos en movimiento al igual que el planeta (y como la velocidad de giro es constante, no hay aceleraciones ni desaceleraciones que nos den sensación de movimiento)...
La Tierra a su vez se mueve alrededor del Sol, y describe una órbita que tiene 150 millones de kilómetros de radio por término medio, en un año. Su velocidad de traslación (a la que orbita), es de 107.208 km/h.
Cada estrella puede tener un movimiento propio en relación a las de su alrededor. En el caso** el Sol, se desplaza a unos 58.000 km/h respecto a su entorno**, hacia un punto en la constelación de Hércules denominado Ápex solar.
Pero el Sol gira en torno al centro de la Vía Láctea también, y lo hace describiendo una inmensa órbita que recorre a la escalofriante velocidad de unos 792.000 kilómetros por hora. Se cree que el Sol ya ha completado entre 20 y 25 órbitas completas alrededor de la Vía Láctea, en todo su tiempo de vida.
La propia Vía Láctea pertenece a un grupo de galaxias que se conoce como Grupo Local. Es un cúmulo de un total de 30 galaxias, entre las cuales hay dos que mandan por tamaño:** la Via Láctea y Andrómeda**. Ambas Galaxias se mueven una hacia la otra a una velocidad de unos 300 km/s (sí, en un segundo se acercan 300 kilómetros).
El grupo Local de galaxias forma parte del Supercúmulo de virgo, que como es de suponer, también se mueve a grandes velocidades.
Y El supercúmulo de Virgo es solo una parte de Laniakea, una titánica región del espacio de 520 millones de años luz.
Y Laniakea fluye hacia el Gran Atractor, una enigmática anomalía gravitatoria situada en su centro, que parece tirar de todo.
La velocidad de este Gran Atractor donde estamos metidos ha sido muy difícil de medir, pero debido al movimiento coordinado de varios millones de galaxias a nuestro alrededor, se llegó a la conclusión de que el conjunto (la Vía Láctea entre ellas), se mueve a la tremenda velocidad de unos 2.160.000 kilómetros por hora.
No sabremos jamás cuál es la velocidad absoluta a la que nos movemos, porque para ello, tendríamos que conocer un punto totalmente inmóvil en el Universo (y nos guste o no, ese punto de referencia universal no existe). Además, nuestro propio universo también podría estar moviéndose, ¿no?
La velocidad de rotación no es la misma en todos los puntos del planeta, porque este es esférico. Así, podemos decir que la tierra rota a unos 1.670 km/h en el Ecuador, pero a 850 km/h a 60º de latitud. En los estrictos polos teóricos, podría considerarse que lo hace con un valor nulo.
Además, la velocidad de rotación de la Tierra se está frenando paulatinamente (pero este ya es otro tema).
Como todos suponemos, cuando estamos rotando en la Tierra hay una fuerza que quiere lanzarnos al espacio. Sin embargo, no es muy fuerte. De hecho, es tan sólo un 0,3% de la fuerza de la gravedad (que es la que nos mantiene en Tierra).
Además, no podemos sentir esa velocidad de rotación porque formamos parte del mismo sistema. Es decir, nos encontramos en movimiento al igual que el planeta (y como la velocidad de giro es constante, no hay aceleraciones ni desaceleraciones que nos den sensación de movimiento)...
La Tierra a su vez se mueve alrededor del Sol, y describe una órbita que tiene 150 millones de kilómetros de radio por término medio, en un año. Su velocidad de traslación (a la que orbita), es de 107.208 km/h.
Cada estrella puede tener un movimiento propio en relación a las de su alrededor. En el caso** el Sol, se desplaza a unos 58.000 km/h respecto a su entorno**, hacia un punto en la constelación de Hércules denominado Ápex solar.
Pero el Sol gira en torno al centro de la Vía Láctea también, y lo hace describiendo una inmensa órbita que recorre a la escalofriante velocidad de unos 792.000 kilómetros por hora. Se cree que el Sol ya ha completado entre 20 y 25 órbitas completas alrededor de la Vía Láctea, en todo su tiempo de vida.
La propia Vía Láctea pertenece a un grupo de galaxias que se conoce como Grupo Local. Es un cúmulo de un total de 30 galaxias, entre las cuales hay dos que mandan por tamaño:** la Via Láctea y Andrómeda**. Ambas Galaxias se mueven una hacia la otra a una velocidad de unos 300 km/s (sí, en un segundo se acercan 300 kilómetros).
El grupo Local de galaxias forma parte del Supercúmulo de virgo, que como es de suponer, también se mueve a grandes velocidades.
Y El supercúmulo de Virgo es solo una parte de Laniakea, una titánica región del espacio de 520 millones de años luz.
Y Laniakea fluye hacia el Gran Atractor, una enigmática anomalía gravitatoria situada en su centro, que parece tirar de todo.
La velocidad de este Gran Atractor donde estamos metidos ha sido muy difícil de medir, pero debido al movimiento coordinado de varios millones de galaxias a nuestro alrededor, se llegó a la conclusión de que el conjunto (la Vía Láctea entre ellas), se mueve a la tremenda velocidad de unos 2.160.000 kilómetros por hora.
No sabremos jamás cuál es la velocidad absoluta a la que nos movemos, porque para ello, tendríamos que conocer un punto totalmente inmóvil en el Universo (y nos guste o no, ese punto de referencia universal no existe). Además, nuestro propio universo también podría estar moviéndose, ¿no?
Fuente FABIANA MEJÍA