Los científicos iniciarán un nueva exploración del centro de la Tierra para confirmar que el núcleo interno tiene algo más profundo y desconocido que ha permanecido oculto más de 1.000 millones de años.
Más de 80 años después de que la sismóloga danesa Inge Lehmann descubriera que la Tierra tenía un núcleo interno sólido, una nueva investigación ha determinado que ese núcleo interno tiene otro núcleo en su interior.
En aquel entonces, Lehmann dedujo la presencia de ese núcleo interno observando los sismogramas de terremotos ocurridos en Nueva Zelanda.
Esos sismogramas indicaban que las ondas sísmicas de esos terremotos se reflejaban al chocar con el núcleo y entonces podían ser detectadas por sismógrafos situados en la superficie terrestre.
Gracias a esas detecciones de las ondas sísmicas, y al análisis del campo magnético terrestre, otros científicos han ido afinando con el tiempo las dimensiones del núcleo interno: se trata de una esfera sólida con un radio de 1.220 kilómetros, que es aproximadamente el 20% del radio total del planeta. Su masa representa al uno por ciento del volumen total de la Tierra.
También se ha podido establecer que el núcleo interno crece unos 0,05 mm cada año, que está compuesto por una aleación de hierro y níquel con algunos otros elementos, y que la temperatura en su superficie está en torno a los 5.000 grados Celsius.
Más núcleos
Después del descubrimiento de Lehmann se ha especulado con la posibilidad de otro núcleo dentro del núcleo interno, pero una nueva investigación dirigida por la geofísica de la Universidad Nacional Australiana, Joanne Stephenson, ha encontrado la evidencia que faltaba.
Para llegar a esa conclusión, Stephenson y su equipo utilizaron un algoritmo de búsqueda muy inteligente que rastreó miles de modelos previos del núcleo interno y los combinó con datos reunidos durante décadas sobre el tiempo que tardan las ondas sísmicas en viajar a través del planeta.
Como resultado, los investigadores apreciaron datos significativos, como claras diferencias en la composición del material que forma el núcleo interno, lo que provoca diferentes refracciones de las ondas sísmicas.
El cambio en la composición se ha percibido en la estructura de hierro del núcleo interno, claro indicio de que no es homogénea (como se creía hasta ahora), sino que tiene como dos estructuras diferentes.
Esta apreciación ha llevado a los investigadores a concluir que lo que hasta ahora conocíamos como núcleo interno en realidad está dividido, y que una parte se desarrolló en un momento geológico del pasado, y la otra parte en otro momento posterior de la formación de la Tierra.
«Encontramos evidencias que pueden indicar un cambio en la estructura del hierro, lo que sugiere quizás dos eventos de enfriamiento separados en la historia de la Tierra», explica Joanne Stephenson en un comunicado.
Nuevo capítulo geológico
Añade que los detalles de esos dos eventos geológicos que formaron dos “niveles diferentes” de núcleo terrestre todavía son desconocidos, pero que abren un nuevo capítulo en el conocimiento del turbulento periodo de formación que experimentó la Tierra hace 4.600 millones de años.
Profundizar en este conocimiento no es tarea sencilla, advierten los investigadores en un artículo publicado en el Journal of Geophysical Research: la información histórica de los terremotos ocurridos en la Tierra no es suficiente para establecer una conclusión definitiva sobre este núcleo del núcleo interno del planeta.
No descartan que el desarrollo de nuevos métodos de seguimiento de las ondas sísmicas pueda en el futuro conseguir mayores datos y permitir la confirmación de la existencia de ese segundo núcleo interno del planeta.
Las investigaciones realizadas con anterioridad habían concluido que ese supuesto núcleo dentro del núcleo ocupaba más de la mitad del núcleo interno y que contenía cristales de hierro diferentes: apuntan a una dirección geográfica que no se corresponde con la de los mismos cristales del núcleo interno conocido. Esta constatación desconcierta a los científicos y todavía hoy sigue rodeada de misterio.
Cinco capas terrestres
Puede que en algún momento tengamos que cambiar los libros de texto porque la Tierra, aparentemente, tiene cinco, y no cuatro, capas principales: la corteza, el manto, el núcleo externo, el núcleo interno y el núcleo dentro del núcleo interno, todavía sin nombre propio.
Los científicos inician ahora un nuevo viaje al centro de la Tierra para descifrar cómo es realmente la capa geológica más intensa del planeta, que se formó hace más de 1.000 millones de años, cuando todavía no era una esfera sólida, y que todavía nos sigue deparando tanta sorpresas como las que vivieron los protagonistas de la novela de Julio Verne, publicada por primera vez en 1864.
Más de 80 años después de que la sismóloga danesa Inge Lehmann descubriera que la Tierra tenía un núcleo interno sólido, una nueva investigación ha determinado que ese núcleo interno tiene otro núcleo en su interior.
En aquel entonces, Lehmann dedujo la presencia de ese núcleo interno observando los sismogramas de terremotos ocurridos en Nueva Zelanda.
Esos sismogramas indicaban que las ondas sísmicas de esos terremotos se reflejaban al chocar con el núcleo y entonces podían ser detectadas por sismógrafos situados en la superficie terrestre.
Gracias a esas detecciones de las ondas sísmicas, y al análisis del campo magnético terrestre, otros científicos han ido afinando con el tiempo las dimensiones del núcleo interno: se trata de una esfera sólida con un radio de 1.220 kilómetros, que es aproximadamente el 20% del radio total del planeta. Su masa representa al uno por ciento del volumen total de la Tierra.
También se ha podido establecer que el núcleo interno crece unos 0,05 mm cada año, que está compuesto por una aleación de hierro y níquel con algunos otros elementos, y que la temperatura en su superficie está en torno a los 5.000 grados Celsius.
Más núcleos
Después del descubrimiento de Lehmann se ha especulado con la posibilidad de otro núcleo dentro del núcleo interno, pero una nueva investigación dirigida por la geofísica de la Universidad Nacional Australiana, Joanne Stephenson, ha encontrado la evidencia que faltaba.
Para llegar a esa conclusión, Stephenson y su equipo utilizaron un algoritmo de búsqueda muy inteligente que rastreó miles de modelos previos del núcleo interno y los combinó con datos reunidos durante décadas sobre el tiempo que tardan las ondas sísmicas en viajar a través del planeta.
Como resultado, los investigadores apreciaron datos significativos, como claras diferencias en la composición del material que forma el núcleo interno, lo que provoca diferentes refracciones de las ondas sísmicas.
El cambio en la composición se ha percibido en la estructura de hierro del núcleo interno, claro indicio de que no es homogénea (como se creía hasta ahora), sino que tiene como dos estructuras diferentes.
Esta apreciación ha llevado a los investigadores a concluir que lo que hasta ahora conocíamos como núcleo interno en realidad está dividido, y que una parte se desarrolló en un momento geológico del pasado, y la otra parte en otro momento posterior de la formación de la Tierra.
«Encontramos evidencias que pueden indicar un cambio en la estructura del hierro, lo que sugiere quizás dos eventos de enfriamiento separados en la historia de la Tierra», explica Joanne Stephenson en un comunicado.
Nuevo capítulo geológico
Añade que los detalles de esos dos eventos geológicos que formaron dos “niveles diferentes” de núcleo terrestre todavía son desconocidos, pero que abren un nuevo capítulo en el conocimiento del turbulento periodo de formación que experimentó la Tierra hace 4.600 millones de años.
Profundizar en este conocimiento no es tarea sencilla, advierten los investigadores en un artículo publicado en el Journal of Geophysical Research: la información histórica de los terremotos ocurridos en la Tierra no es suficiente para establecer una conclusión definitiva sobre este núcleo del núcleo interno del planeta.
No descartan que el desarrollo de nuevos métodos de seguimiento de las ondas sísmicas pueda en el futuro conseguir mayores datos y permitir la confirmación de la existencia de ese segundo núcleo interno del planeta.
Las investigaciones realizadas con anterioridad habían concluido que ese supuesto núcleo dentro del núcleo ocupaba más de la mitad del núcleo interno y que contenía cristales de hierro diferentes: apuntan a una dirección geográfica que no se corresponde con la de los mismos cristales del núcleo interno conocido. Esta constatación desconcierta a los científicos y todavía hoy sigue rodeada de misterio.
Cinco capas terrestres
Puede que en algún momento tengamos que cambiar los libros de texto porque la Tierra, aparentemente, tiene cinco, y no cuatro, capas principales: la corteza, el manto, el núcleo externo, el núcleo interno y el núcleo dentro del núcleo interno, todavía sin nombre propio.
Los científicos inician ahora un nuevo viaje al centro de la Tierra para descifrar cómo es realmente la capa geológica más intensa del planeta, que se formó hace más de 1.000 millones de años, cuando todavía no era una esfera sólida, y que todavía nos sigue deparando tanta sorpresas como las que vivieron los protagonistas de la novela de Julio Verne, publicada por primera vez en 1864.
Fuente TENDENCIAS 21