Este continente, ubicado en el océano Pacífico entre Asia y América alguna vez fue considerado como la cuna de la civilización y la razón por la que culturas tan distantes tienen puntos en común.
Esta nota fue publicada originalmente por Beatriz Esquivel el 17 de enero de 2019
El siglo XIX vio nacer un sinfín de teorías que actualmente han sido demostradas como falsas o clasificadas como parte de toda una parafernalia paranormal cuyo único sustento era la imaginación. Del mismo modo, algunas conjeturas de tipo científico simplemente son erróneas porque en su momento no existía la tecnología suficiente como para probar su veracidad.
Sin embargo, a pesar de los errores, lo cierto es que algunas de esas creencias siguen siendo seductoras y entretenidas. Dan cuenta de nuestra imaginación y de lo fascinante que puede ser un mundo nuevo por descubrir y en ese sentido, los continentes perdidos eran una premisa fascinante –así como una solución relativamente sencilla– para explicar algunas de las culturas que en puntos distintos del globo tienen cosas en común.
Algunas de esas similitudes son el uso de glifos para la escritura, la construcción de enormes pirámides, adoraciones a la figura del Sol —que a su vez utilizan nombres similares, por ejemplo los egipcios lo nombraron Ra, mientras que los polinesios de la Isla de Pascua lo nombraron ra’a—, así como un mito en común sobre una tierra perdida que desapareció bajo el mar.
Pero ¿cómo es posible que haya tantas similitudes en estas civilizaciones?
La explicación por varios años fue Mu, un continente perdido con una antigüedad entre los 20 y 25 mil años que, así como la Atlántida, se sumergió en medio de un océano —el Pacífico—, sin dejar rastro alguno más que leyendas de culturas antiguas y algunos incluso aseguran que en códices y manuscritos.
Augusto Le Plongeon era un viajero arqueólogo del siglo XIX que centró buena parte de su trabajo en la investigación de la civilización maya en la península de Yucatán, México. Él probó traducir las inscripciones mayas y según su lectura, las estelas contaban la destrucción del continente Mu, mismo que él asoció con la Atlántida y que planteaba encontrarse en el Atlántico. Su lectura pronto lo llevó a argumentar que los mayas habían fundado las ciudades de Egipto y construido las pirámides y que ambas culturas tenían ancestros en común.
El origen del nombre Mu provino de otro error de traducción, el de Charles Brasseur de Bourbourg quien en su momento estaba traduciendo el Códice Troano con el alfabeto Landa y confundió dos glifos que al traducirse formaban la palabra Mu y hacían referencia a una tierra que fue sumergida como producto de una catástrofe.
Años después, James Churchward, un escritor e ingeniero siguió con la teoría del continente Mu, pero a diferencia de Le Plongeon, él ubicó a Mu en el océano Pacífico. Además, argumentó que supo del continente perdido a partir de un viejo manuscrito budista que descifró con ayuda de un monje. Allí, se contaba la historia de la cuna de la civilización en un idioma que era una mezcla de maya con naga —un grupo de lenguas propias de los grupos étnicos del mismo nombre en India y Birmania–.
Glifos mayas / Douglas Vásquez VidesSin embargo, como otros continentes perdidos, Mu no es nada distinto y la ciencia ha probado que de haber existido, los periodos de tiempo propuestos son demasiado cortos para que el continente se hundiera o destruyera, a tal punto que cesara de existir sin dejar huella o rastro alguno de su composición en la Tierra. Del mismo modo, se ha probado que cada una de las civilizaciones a las que los viajeros hacían referencia se desarrollaron de manera independiente, por lo que el mito de una civilización en común que se esparciera por el resto del mundo a causa de una inundación es poco factible.
Esta nota fue publicada originalmente por Beatriz Esquivel el 17 de enero de 2019
El siglo XIX vio nacer un sinfín de teorías que actualmente han sido demostradas como falsas o clasificadas como parte de toda una parafernalia paranormal cuyo único sustento era la imaginación. Del mismo modo, algunas conjeturas de tipo científico simplemente son erróneas porque en su momento no existía la tecnología suficiente como para probar su veracidad.
Sin embargo, a pesar de los errores, lo cierto es que algunas de esas creencias siguen siendo seductoras y entretenidas. Dan cuenta de nuestra imaginación y de lo fascinante que puede ser un mundo nuevo por descubrir y en ese sentido, los continentes perdidos eran una premisa fascinante –así como una solución relativamente sencilla– para explicar algunas de las culturas que en puntos distintos del globo tienen cosas en común.
Algunas de esas similitudes son el uso de glifos para la escritura, la construcción de enormes pirámides, adoraciones a la figura del Sol —que a su vez utilizan nombres similares, por ejemplo los egipcios lo nombraron Ra, mientras que los polinesios de la Isla de Pascua lo nombraron ra’a—, así como un mito en común sobre una tierra perdida que desapareció bajo el mar.
Pero ¿cómo es posible que haya tantas similitudes en estas civilizaciones?
La explicación por varios años fue Mu, un continente perdido con una antigüedad entre los 20 y 25 mil años que, así como la Atlántida, se sumergió en medio de un océano —el Pacífico—, sin dejar rastro alguno más que leyendas de culturas antiguas y algunos incluso aseguran que en códices y manuscritos.
Augusto Le Plongeon era un viajero arqueólogo del siglo XIX que centró buena parte de su trabajo en la investigación de la civilización maya en la península de Yucatán, México. Él probó traducir las inscripciones mayas y según su lectura, las estelas contaban la destrucción del continente Mu, mismo que él asoció con la Atlántida y que planteaba encontrarse en el Atlántico. Su lectura pronto lo llevó a argumentar que los mayas habían fundado las ciudades de Egipto y construido las pirámides y que ambas culturas tenían ancestros en común.
El origen del nombre Mu provino de otro error de traducción, el de Charles Brasseur de Bourbourg quien en su momento estaba traduciendo el Códice Troano con el alfabeto Landa y confundió dos glifos que al traducirse formaban la palabra Mu y hacían referencia a una tierra que fue sumergida como producto de una catástrofe.
Años después, James Churchward, un escritor e ingeniero siguió con la teoría del continente Mu, pero a diferencia de Le Plongeon, él ubicó a Mu en el océano Pacífico. Además, argumentó que supo del continente perdido a partir de un viejo manuscrito budista que descifró con ayuda de un monje. Allí, se contaba la historia de la cuna de la civilización en un idioma que era una mezcla de maya con naga —un grupo de lenguas propias de los grupos étnicos del mismo nombre en India y Birmania–.
Glifos mayas / Douglas Vásquez VidesSin embargo, como otros continentes perdidos, Mu no es nada distinto y la ciencia ha probado que de haber existido, los periodos de tiempo propuestos son demasiado cortos para que el continente se hundiera o destruyera, a tal punto que cesara de existir sin dejar huella o rastro alguno de su composición en la Tierra. Del mismo modo, se ha probado que cada una de las civilizaciones a las que los viajeros hacían referencia se desarrollaron de manera independiente, por lo que el mito de una civilización en común que se esparciera por el resto del mundo a causa de una inundación es poco factible.
Fuente CULTURA COLECTIVA