Sejmet, Sekhmet, Sacmis o Nesert "La más poderosa", "La invencible", "La terrible", "La gran diosa madre", "La diosa del amor". fue una diosa de la mitología egipcia, símbolo de la fuerza y el poder. Era considerada la diosa de la guerra y de la venganza, pero también la diosa de la curación. Se decía que su aliento creó el desierto. Era la protectora de los faraones y los guiaba en la guerra.
Su culto estaba tan expandido en la cultura egipcia, que cuando el primer faraón de la dinastía XII, Amenemhat I, instauró la capital en Itjtawy, su culto principal también se trasladó allí.
Sejmet es considerada también una diosa solar, reconocida en muchas ocasiones como la hija primogénita del dios solar Ra y relacionada con las diosas Hathor y Bastet.
El panteón egipicio posee un gran número de deidades femeninas poderosas. La más conocida, sin duda, es Isis, la Gran Maga. Pero Hathor, diosa del amor y de la música, posee asimismo una acepción terrible cuando la furia la invade: se convierte en una leona que arrasa con todo, la terrorífica Sekhmet.
Fue representada con cuerpo de mujer y cabeza de leona, aunque con melena, generalmente coronada con el disco solar, el uraeus (diosa serpiente Uadjet) que la relacionaba con la realeza, portando el Anj, una flor de papiro o loto, y flechas. A veces también con el Ojo de Horus. Su vestimenta solía ser de color rojo, representando la sangre y muchas veces aparece mostrando los pechos, símbolo de poder.
Era hija primogénita del dios Ra, su esposo era Ptah y su hijo, Nefertum con los que formaban la llamada tríada de Menfis. Se la considera un "álter-ego" de Hathor, con la que está frecuentemente identificada, y sobre todo con la diosa gata Bastet, que se consideraba una forma "dulce" de Sejmet, cuando esta no estaba furiosa.
Esposa, madre o hija de Re, la diosa Hathor tiene evidentes conexiones solares que se ponen de manifiesto gracias al disco solar que porta sobre su cabeza y con el que en ocasiones se la representa. Hathor, diosa del amor, de la música, también llamada la Vaca Celeste, La Dorada, Ojo de Re... a veces presenta un aspecto sorprendente, muy diferente al carácter suave y maternal que la caracteriza. Cuando se enfada, Hathor se transforma en una diosa leona fiera y sanguinaria, pero que también tiene un lado sanador: Sekhmet, la poderosa, la que trae las plagas, la que utiliza su destructora ira para proteger al faraón y a Egipto.
LA CONJURA CONTRA RE
Según la cosmogonía de Menfis, Sekhmet la leona es esposa del dios Ptah, patrón de los artesanos, y madre del dios loto Nefertum. Sekhmet también recibe el título de Señora de la Vida, y como tal puede sanar las enfermedades que ella misma ha causado con su furia. Su virtud sanadora era tan apreciada y deseada que un faraón como Amenhotep III (1390-1353 a.C.) hizo acopio para su templo funerario en la orilla occidental deTebas de centenares de estatuas de la diosa leona.
Existe un relato que muestra con claridad las consecuencias de despertar la furia de Sekhmet. La destrucción de la humanidad aparece al comienzo del Libro de la Vaca Celeste, un texto funerario del Reino Nuevo (1539-1292 a.C.), y cuenta una historia sorprendente. Al principio de los tiempos, cuando los dioses vivían entre los hombres y Re era su rey hubo una rebelión para derrocar al dios solar (que en aquellos tiempos aún no había comenzado su periplo diario a través del cielo). Re, a pesar de ser un dios, iba envejeciendo y estaba cada vez más débil, por lo que los humanos decidieron que no servía ya para gobernarlos y había llegado la hora de cambiar de monarca. El texto dice lo siguiente: "Sucedió en el tiempo de Re, el que se creó a sí mismo, cuando ya había estado gobernando a los dioses y los humanos juntos durante muchos años [...]. La gente no estaba satisfecha y los rebeldes se atrevían a conjurar contra su rey [...]. Re comenzó a pensar en abandonar Egipto y retirarse a las aguas del Nun. Pero primero necesitaba consejo".
LA FURIA DE SEKHMET
Existe un relato que muestra con claridad las consecuencias de despertar la furia de Sekhmet. La destrucción de la humanidad aparece al comienzo del Libro de la Vaca Celeste, un texto funerario del Reino Nuevo (1539-1292 a.C.), y cuenta una historia sorprendente. Al principio de los tiempos, cuando los dioses vivían entre los hombres y Re era su rey hubo una rebelión para derrocar al dios solar (que en aquellos tiempos aún no había comenzado su periplo diario a través del cielo). Re, a pesar de ser un dios, iba envejeciendo y estaba cada vez más débil, por lo que los humanos decidieron que no servía ya para gobernarlos y había llegado la hora de cambiar de monarca. El texto dice lo siguiente: "Sucedió en el tiempo de Re, el que se creó a sí mismo, cuando ya había estado gobernando a los dioses y los humanos juntos durante muchos años [...]. La gente no estaba satisfecha y los rebeldes se atrevían a conjurar contra su rey [...]. Re comenzó a pensar en abandonar Egipto y retirarse a las aguas del Nun. Pero primero necesitaba consejo".
LA FURIA DE SEKHMET
Los demás dioses se presentaron ante Re para aconsejarle, hasta que le llegó el turno a su padre, Nun, el océano primordial, del que todo había surgido. Nun le dijo a Re: "Hijo mío, eres un gran rey. Mantén tu trono y recuerda el miedo de la gente cuando tu Ojo está sobre ellos. Deja libre a tu Ojo y ella golpeará a los rebeldes por ti. Suelta a Hathor y los malvados intrigantes serán destruidos". Y Re hizo lo que su padre le aconsejó: soltó sobre la humanidad a su hija Hathor transformada en Sekhmet, la leona de la furia devastadora, que arrasa a los enemigos de su padre con el calor destructor del Sol: "El desierto se tiñó de rojo con la sangre mientras el Ojo perseguía a los traidores y los mataba, uno por uno. No se detuvo hasta que las arenas estuvieron cubiertas de cuerpos. Entonces, temporalmente saciada, regresó triunfante junto a su padre para jactarse de sus logros".
En un principio Re se mostró satisfecho, pero al poco tiempo empezó a temer las repercusiones del inmenso y destructor poder que había liberado. El dios decidió que ya había habido suficientes muertes y quiso perdonar al resto de la humanidad. Tal vez le asaltó la compasión o quizá temió que al final no quedase nadie que pudiese llevar a cabo las ofrendas diarias que necesitaba. Sea como fuere, Re ordenó a su hija suspender la matanza. Sin éxito. Su Ojo "había probado la carne humana y le había gustado. Estaba decidida a matar de nuevo"
Sekhmet decidió seguir con la matanza y acabar con el resto de la humanidad, a pesar de los ruegos de Re. Se dirigió al desierto a completar su misión. Pero Re había vaciado hecho vaciar allí las siete mil jarras de cerveza, que lo cubrieron todo con un espumoso líquido rojo. Sekhmet pensó que era sangre y se lanzó a beberlo sin mesura. "Inclinándose vio su bello rostro reflejado en el líquido y quedó en trance. Olvidándose de la humanidad, el Ojo de Re bebió la cerveza, quedó confusa y regresó junto a su padre, borracha y satisfecha. Re dio la bienvenida a su hija en paz".
RE ASCIENDE A LOS CIELOS
Re había logrado salvar a la humanidad, a pesar de su traición. Pero el viejo dios "encontró imposible perdonar a la gente; ya no quería gobernar la Tierra". De este modo, el dios solar se subió sobre el lomo de Nut, la diosa del cielo, transformada en la vaca celeste Mehet-Weret, y ascendió al firmamento. Egipto empezó entonces a oscurecerse y los humanos, asustados, pidieron a Re que se quedase, pero el dios Sol no les escuchó. Desde ese día empezará su periplo diario por el cielo. Viajará a través del cuerpo de Nut, que se lo tragará cada noche para darlo a luz al día siguiente. Y nombrará al dios lunar Thot su sustituto nocturno.
Su ira era temible pero, si se conseguía apaciguarla, otorgaba a sus adoradores el dominio sobre sus enemigos y el vigor y la energía para vencer la debilidad y la enfermedad.
En algunos casos fue considerada aliada y protectora de Ra, dado que daba muerte a quienes osaran enfrentarse o atacar a la monarquía divina o terrenal.
Fue venerada como "Señora del Asheru", en el templo de Mut, en Karnak. También en Luxor, Menfis, Letópolis y la región del Delta. En algunos templos se le ofrecía sangre de animales sacrificados con el fin de evitar su cólera.
Los sacerdotes realizaban un ritual ante una estatua diferente de la diosa todos los días para aplacar su ira. Este es el motivo por el que se han conservado tantas imágenes de la diosa. La mayoría de las estatuas no muestran ninguna expresión ni dinamismo (hieratismo típico en el arte egipcio), se realizaban de este modo pensando que duraran mucho tiempo. Se piensa que había más de 700 estatuas de Sejmet en el Templo de Amenhotep III. Incluso había algunos leones domesticados en los templos dedicados a Sejmet en Leontópolis.
Festival de la Embriaguez
En un mito acerca del final del reinado de Ra en la Tierra, este envía a Sejmet a asesinar a los mortales que conspiraron contra él. En el mito, la sed de sangre de Sejmet no fue saciada al concluir la batalla, lo que le llevó a casi acabar con la humanidad; viendo esto, Ra tiñó cerveza con ocre rojo o hematita para que pareciera sangre y Sejmet, pensando que la cerveza era sangre, se embriagó de tal forma que no pudo continuar su matanza y regresó junto a Ra.
Al terminar una batalla, se celebraban festivales en honor a Sejmet para apaciguarla y que no destruyera de nuevo. Durante un festival anual celebrado a comienzos de año, llamado el Festival de la Embriaguez, los egipcios bailaban al son de la música para mitigar la bravura de la diosa y bebían grandes cantidades de vino para imitar, según el mito explicado, la embriaguez que detuvo a la diosa y su ira de destruir la humanidad. También pensaban que servía para evitar las inundaciones que se producían a comienzos de año, cuando el Nilo se teñía de rojo por el limo y Sejmet sofocaba las inundaciones bebiéndose el agua y salvando la humanidad.
En 2006, Betsy Bryan, una arqueóloga de la Universidad Johns Hopkins, descubrió excavando en el templo de Mut dibujos de sacerdotes y ciudadanos participando en este festival de enorme relevancia. Se han encontrado registros históricos que demuestran que participaban miles de personas en el festival. Estos descubrimientos se encontraron en el templo de Mut porque cuando Tebas se consolidó como capital, Mut conservó algunos distintivos de Sejmet. Estas excavaciones del templo en Lúxor revelaron un "lugar de embriaguez" construido en el templo por la reina-faraón Hatshepshut durante el apogeo de su reinado.
Al terminar una batalla, se celebraban festivales en honor a Sejmet para apaciguarla y que no destruyera de nuevo. Durante un festival anual celebrado a comienzos de año, llamado el Festival de la Embriaguez, los egipcios bailaban al son de la música para mitigar la bravura de la diosa y bebían grandes cantidades de vino para imitar, según el mito explicado, la embriaguez que detuvo a la diosa y su ira de destruir la humanidad. También pensaban que servía para evitar las inundaciones que se producían a comienzos de año, cuando el Nilo se teñía de rojo por el limo y Sejmet sofocaba las inundaciones bebiéndose el agua y salvando la humanidad.
En 2006, Betsy Bryan, una arqueóloga de la Universidad Johns Hopkins, descubrió excavando en el templo de Mut dibujos de sacerdotes y ciudadanos participando en este festival de enorme relevancia. Se han encontrado registros históricos que demuestran que participaban miles de personas en el festival. Estos descubrimientos se encontraron en el templo de Mut porque cuando Tebas se consolidó como capital, Mut conservó algunos distintivos de Sejmet. Estas excavaciones del templo en Lúxor revelaron un "lugar de embriaguez" construido en el templo por la reina-faraón Hatshepshut durante el apogeo de su reinado.