El miedo está grabado a fuego en nuestro cerebro

Descubiertos los mecanismos neuronales que pueden ayudar a superarlo

Cuando vivimos una experiencia de miedo, un neurotransmisor impacta a la amígdala cerebral y genera una explosión de descargas eléctricas que graban a fuego el recuerdo de esa vivencia aterradora. Pero es posible impedir que nos amargue la vida para siempre.

Todos hemos pasado miedo alguna vez en la vida y luego hemos estado viviendo con ese recuerdo que no podemos olvidar, ocasionándonos en algunos casos trastornos en el estado de ánimo, en nuestra capacidad de aprendizaje y en nuestra cognición. Una nueva investigación ha podido determinar ahora lo que pasa en el cerebro cuando vivimos una experiencia traumática.

Investigadores de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la Universidad de Tulane y de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tufts (ambas de Estados Unidos) han descubierto que, cuando vivimos una experiencia de miedo (como un atraco), un neurotransmisor del estrés, denominado norepinefrina, estimula una cierta población de neuronas inhibidoras en la amígdala cerebral para generar un patrón repetitivo de descargas eléctricas.

Esas descargas eléctricas provocan un subidón similar al de la adrenalina y alteran la frecuencia de la oscilación de las ondas cerebrales en la amígdala, llevándola de un estado de reposo a uno de excitación, lo que provoca la grabación a fuego de esos recuerdos de miedo.

Estrés postraumático

Estos recuerdos conforman el así llamado trastorno de estrés postraumático (PTSD), una condición debilitante que puede presentarse después de una experiencia de miedo: provoca que aparezcan pensamientos y recuerdos persistentes y aterradores, porque han quedado grabados en el cerebro.

Los resultados de esta investigación, dirigida por el profesor de biología celular y molecular de Tulane, Jeffrey Tasker, y su estudiante de doctorado Xin Fu, han sido publicados en la revista Nature Communications.

El miedo es una emoción primaria que se genera ante la presencia de un posible peligro. También puede estar motivada en percepciones deformadas de la realidad, que producen una angustia extrema sin una base real y concreta.

En Europa, alrededor del 15 por ciento de la población se ve afectada por trastornos de ansiedad, generados a partir de respuestas exageradas al miedo que provocan traumas, estrés y otros problemas psicológicos. Las terapias suelen ser ineficientes, porque se carece de una comprensión neurobiológica detallada del miedo y sus consecuencias.

Neuronas identificadas

La nueva investigación ayuda a comprender mejor los mecanismos cerebrales asociados al miedo y complementa otra investigación anterior, desarrollada por la Universidad de Berna y el Instituto Friedrich Miescher en Basilea, que identificó un grupo de neuronas localizadas en la amígdala central, capaces de regular nuestras respuestas al miedo.

En determinadas condiciones, comprobaron estos investigadores, ese grupo de neuronas puede reducir el impacto negativo del miedo, a pesar de que esté profundamente arraigado en el cerebro merced al mecanismo ahora conocido.

Otra investigación, publicada en 2020, desarrollada en el Laboratorio Cold Spring Harbor de Nueva York, descubrió que no solo la amígdala cerebral procesa el miedo, sino que hay otro circuito de neuronas, situadas en otra zona del cerebro llamada Globus Pallidus, que juega un papel esencial en el condicionamiento clásico del miedo.

Según los autores de esta investigación, el globus pallidus nos indica qué es lo que debemos aprender de una experiencia desagradable: regula el aprendizaje en el condicionamiento del miedo.

Vías de escape

Todos estos desarrollos indican que, a pesar de la consistencia de los recuerdos provocados por el miedo, es posible superarlos y trascender las consecuencias que provocan a medio y largo plazo en la vida de las personas.

Aunque es un recurso evolutivo de primera necesidad, el miedo se convierte a veces en un obstáculo para la felicidad: se apodera de nosotros y nos paraliza, nos bloquea emocionalmente y nos impide disfrutar de la vida.

En el peor de los casos puede tener efectos psicológicos como la ansiedad, el pánico, fobias, trastornos obsesivos compulsivos y síndrome de estrés postraumático, que viene acompañado de pesadillas y angustia grave.

Ahora sabemos cómo se forman en el cerebro esos recuerdos inquietantes e incluso cómo proceder para impedir que nos amarguen la vida para siempre: un estudio realizado por científicos del Sainsbury Wellcome Centre, en el University College de Londres, ha logrado identificar una serie de circuitos cerebrales que pueden controlar las respuestas al miedo.

Fuente LEVANTE



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