¿Auge mundial de inundaciones y sequías?

El calentamiento global está alterando muchos patrones climáticos en todas partes del mundo. ¿Hasta qué punto esto afecta a la incidencia de las inundaciones y a la de las sequías?

La gestión del riesgo ha reducido la vulnerabilidad a las inundaciones y las sequías a escala mundial, pero su impacto aún está en aumento en todo el planeta, según un estudio en el que ha participado la investigadora María del Carmen Llasat, catedrática de Física de la Atmósfera en la Facultad de Física y miembro del Instituto de Investigación del Agua (IdRA), de la Universidad de Barcelona (UB).

Esta intensificación del impacto de esos fenómenos naturales es particularmente notable cuando un episodio de un fenómeno, ya sea lluvia, inundación o sequía, que afecta a una misma región presenta un mayor grado de peligrosidad (más intensidad y magnitud) que el episodio anterior.

«Esto es consecuencia del hecho de que la mejora en la gestión se ha realizado en función de los parámetros de los episodios anteriores, pero no se ha diseñado para hacer frente a eventos tan extremos. La dificultad observada para gestionar eventos sin precedentes es alarmante, especialmente si consideramos que a consecuencia del cambio climático los eventos hidrológicos que se proyectan son cada vez más extremos», detalla Llasat, que este año ha sido distinguida con la Cruz de Sant Jordi por su trayectoria científica en el campo de la física y por el estudio, investigación y sensibilización hacia el cambio climático y los riesgos naturales.

En el trabajo, dirigido por la experta Heidi Kreibich, del Centro Alemán de Investigación en Geociencias (GFZ), han participado cerca de un centenar de expertos de la Asociación Internacional de Ciencias Hidrológicas (IAHS).

El estudio analiza 29 pares de episodios de inundaciones y 15 casos de sequía registrados en diferentes regiones del mundo. El objetivo es comprobar cómo han cambiado los factores involucrados en el riesgo entre el primer y el segundo episodio, en general producidos con más de diez años de diferencia, pero en el mismo lugar.

En el caso de Cataluña, se han comparado las inundaciones pluviales de Barcelona del 21 de septiembre de 1995 y el 6 de septiembre de 2018, y las sequías registradas en los periodos 1986-1989 y 2004-2008. Para llevar a cabo este análisis comparativo, en el caso de las lluvias se ha trabajado en colaboración con Barcelona Ciclo del Agua (BCASA) —entidad responsable de la gestión de aguas pluviales en Barcelona—, y, en el caso de las sequías, con el Observatorio del Ebro (URL-CSIC).

El estudio internacional solo ha registrado dos casos de éxito —Barcelona y el centro de Europa— en la gestión de riesgos naturales, de los 29 pares de episodios de inundaciones analizados en todo el mundo. En estos casos, la peligrosidad del segundo episodio registrado fue superior a la del primero, pero los daños registrados fueron inferiores.

En el caso de Barcelona, a raíz de las inundaciones de 1996 la ciudad impulsó un plan que culminó con la construcción de 15 depósitos de retención de aguas pluviales y la mejora de todo el sistema de prevención y gestión de inundaciones.

«Las mejoras en la red de aguas pluviales de Barcelona en los últimos veinte años han sido decisivas para paliar los efectos de las inundaciones en la ciudad. De hecho, mientras en el Área Metropolitana de Barcelona se detecta un ligero aumento de las inundaciones desde 1981, esta tendencia es negativa en Barcelona. Ahora bien, esto no es suficiente», detalla Llasat.

«Habría que aumentar la permeabilidad del suelo con pavimentos que permitan la filtración de la lluvia, destinar más áreas para zonas verdes y mantener las calles y alcantarillas limpias. Sin embargo, aún quedan barrios con problemas importantes por inundaciones en que es difícil hacer actuaciones estructurales, como la de los depósitos de aguas pluviales. En estos casos, es necesario buscar soluciones que requieren la participación y concienciación ciudadanas hacia este tipo de eventos. En concreto, este es el reto que afronta ahora el proyecto I-CHANGE (Individual Change of HAbits Needed for Green European transition), financiado con fondos Horizonte 2020 y en el cual participa la Universidad de Barcelona.

La gestión de las inundaciones en Alemania y Austria es el otro caso de éxito descrito en el estudio. En las exitosas estrategias de Barcelona y del centro de Europa destacan dos factores comunes: la mejora de la gobernanza de la gestión del riesgo —más integración en la gestión de la emergencia y en los sistemas de alerta inicial— y la implementación de una serie de medidas estructurales que requerían una inversión elevada (los depósitos de aguas pluviales en Barcelona o la construcción de diques en el centro de Europa).

Las iniciativas para impulsar respuestas más operativas y eficaces ante estos episodios extremos chocan con varios obstáculos. «Las grandes inversiones como las que se han realizado en la ciudad de Barcelona o en el centro de Europa no son posibles para todos. De hecho, tampoco serían deseables. Estudios recientes han demostrado que pueden conducir a una falsa sensación de seguridad (en especial, en el caso de inundaciones fluviales), ya que aumentan la ocupación de zonas inundables y, por tanto, el riesgo asociado».

«A pesar de las mejoras estructurales —continúa—, las Naciones Unidas consideran que en Barcelona no se hace suficiente para concienciar a sus habitantes del riesgo de inundación, ni a las personas que están de paso. Se trata de un problema generalizado», apunta Llasat.

Mejorar la gobernanza, aplicar soluciones basadas en la naturaleza e implicar a la ciudadanía son medidas clave globales para paliar los efectos de los riesgos naturales en todo el mundo, en un contexto de desarrollo sostenible.

«Es necesario que desde la Administración se mejore el conocimiento del riesgo, la distribución de zonas más inundables en la ciudad, cómo actuar cuando hay lluvias intensas, etcétera. Por parte de la ciudadanía, es necesario tomar conciencia de que este riesgo aumentará con el cambio climático y que habrá que buscar soluciones participativas. La educación en las escuelas, la información obligatoria sobre el riesgo de inundación, la mejora de los avisos a la población y las pautas sobre cómo actuar tanto preventiva como durante la emergencia son también algunos de los puntos que se deben considerar para reducir el impacto de estos acontecimientos naturales», concluye la catedrática Llasat.

El estudio se titula «The challenge of unprecedented floods and droughts in risk management». Y se ha publicado en la revista académica Nature. (Fuente: UB)

Fuente NCYT



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