Desde que Plutón dejó de ser un planeta y pasó a planeta enano junto a otros cuerpos, sigue existiendo un debate sobre cuántos planetas enanos podría haber. Según Mike Brown, el descubridor de la mayoría de estos cuerpos, podría haber cientos.
Cuando se votó la nueva definición de planeta, durante el verano de 2006, los 8 cuerpos más grandes en órbita alrededor del Sol fueron clasificados como fundamentalmente diferentes a todos los demás. Se votó también una nueva definición, que englobaría a un nuevo tipo de objeto cuya existencia no nos habíamos planteado seriamente hasta principios del siglo XXI. Los planetas enanos, pues así se llamó a esta nueva clase de objeto, serían todos aquellos cuerpos que, sin ser los ocho planetas principales, tuvieran ciertas características en común con los planetas. Podríamos decir que un planeta enano sería algo que parece un planeta, pero no lo es. Más concretamente lo que esto significa es que los planetas enanos serán aquellos cuerpos del sistema solar suficientemente grandes como para adquirir una forma esférica debido a su propia gravedad.
Pero, ¿por qué es tan importante que tengan una forma esférica? Si cogiéramos una piedra o incluso una roca de varios metros y las lleváramos al espacio, conservarían su forma irregular. Incluso juntando varias de estas rocas, el objeto resultante seguiría teniendo un aspecto deforme, de pila de escombros más que de planeta. Si siguiéramos añadiendo material llegaría un momento, antes o después, en que se reordenarían hasta conseguir esa forma esférica, movidos únicamente por la gravedad que ejercen unas rocas sobre las otras. Esta transición entre objetos irregulares y cuerpos esféricos es importante pues, entre otras cosas, nos indica el punto a partir del cual los objetos sufrirán procesos geológicos que pueden resultar interesantes. Además de esta transición en la forma de un objeto, existen otras transiciones importantes, pero no nos interesan demasiado en esta discusión.
Teniendo esto en cuenta, ¿cuántos planetas enanos hay? Actualmente se reconocen cinco planetas enanos con firme certeza y otros cuatro con bastante certeza. Los cinco planetas enanos prácticamente indiscutibles serían Plutón, Ceres, Eris, Haumea y Makemake. Excepto por Ceres, que es el único planeta enano que se encuentra más cerca que Júpiter del Sol, el resto están entre los objetos más grandes conocidos del cinturón de Kuiper. Los otros cuatro objetos serían Quaoar (alrededor del cual se descubrió un anillo recientemente), Sedna, Orcus y Gonggong. Este último podría ser más grande que Haumea, pero al estar situado casi 3 veces más lejos la incertidumbre en la determinación de su tamaño, albedo y otras características, nos lleva a la precaución antes de clasificarlo sin lugar a dudas como planeta enano.
En general, los objetos situados en el cinturón de Kuiper están demasiado lejos como para determinar directamente si tienen forma esférica o no. Aún así podemos hacer estimaciones, basándonos en nuestro conocimiento de los objetos más cercanos o que sí hemos podido estudiar de cerca. De los objetos del cinturón de asteroides, tan solo Ceres, con un diámetro de 900 kilómetros, es suficientemente grande como para adquirir esa forma esférica. Podemos deducir por tanto que la transición entre irregular y esférico ocurre en torno a ese diámetro para los objetos rocosos, como los asteroides. Sin embargo la mayoría de objetos del cinturón de Kuiper están compuestos principalmente de hielo y no de rocas. El hielo es mucho más dúctil por lo que será menos capaz de soportar el tirón gravitatorio y hará falta mucha menos fuerza para hacer que estos objetos adquieran forma esférica.
Las lunas de los gigantes gaseosos tienen composiciones similares a los objetos transneptunianos. La luna más pequeña con forma esférica es Mimas, la luna de Saturno, que tiene un diámetro de unos 400 kilómetros. Otras lunas con diámetros en torno a los 200 kilómetros son irregulares, por lo que al parecer la transición para los objetos compuestos principalmente de hielo baja desde los 900 kilómetros de Ceres hasta los 400 de Mimas. Por tanto los objetos del cinturón de Kuiper compuestos principalmente de hielo y con diámetros mayores a los 400 kilómetros podrían ser esféricos.
Por supuesto, saber cuántos objetos situados más allá de Neptuno tienen un diámetro mayor que esos 400 kilómetros es una pregunta mucho más difícil de responder, aunque Mike Brown considera que podrían ser más de 100. Brown es un astrónomo estadounidense que ha participado en el descubrimiento de Eris, Haumea, Makemake, Quaoar, Sedna, Orcus, Gonggong y muchos objetos transneptunianos más. Como hemos comentado antes, las enormes distancias a estos cuerpos restringen la cantidad de información que podemos obtener sobre ellos y restringen también la precisión de dicha información. Resulta relativamente fácil medir cuán brillantes resultan estos objetos, pues eso es lo primero que detectamos con nuestros telescopios, pero resulta difícil distinguir si son brillantes por su gran tamaño o porque reflejan mucha de la luz solar que les llega.
El albedo es la magnitud que mide la proporción entre la luz recibida por una superficie y la luz que refleja. Cada objeto astronómico tendrá un albedo diferente. Makemake o Haumea por ejemplo reflejan en torno al 80 % de la luz que reciben, mientras que Quaoar solo refleja el 13 %. Gracias a mediciones más recientes y precisas obtenidas con telescopios espaciales como el Spitzer o el Herschel, hemos podido estimar mejor estos albedos y como consecuencia los tamaños. Con todo, a día de hoy, conocemos 27 objetos en el cinturón de Kuiper con diámetros mayores a 600 kilómetros que muy probablemente han conseguido forma esférica. Además se conocen 130 objetos con diámetros de más de 400 kilómetros que, si tienen composiciones similares a Mimas, podrían haber alcanzado esa forma redondeada. Por último conocemos más de 700 objetos con diámetros superiores a los 200 kilómetros. No todos ellos habrán llegado al equilibrio hidrostático, pero tal vez sí un pequeño porcentaje. Con todo podríamos situarnos en cientos de objetos esféricos en el sistema solar exterior o, más probablemente, decenas de ellos.
Cuando se votó la nueva definición de planeta, durante el verano de 2006, los 8 cuerpos más grandes en órbita alrededor del Sol fueron clasificados como fundamentalmente diferentes a todos los demás. Se votó también una nueva definición, que englobaría a un nuevo tipo de objeto cuya existencia no nos habíamos planteado seriamente hasta principios del siglo XXI. Los planetas enanos, pues así se llamó a esta nueva clase de objeto, serían todos aquellos cuerpos que, sin ser los ocho planetas principales, tuvieran ciertas características en común con los planetas. Podríamos decir que un planeta enano sería algo que parece un planeta, pero no lo es. Más concretamente lo que esto significa es que los planetas enanos serán aquellos cuerpos del sistema solar suficientemente grandes como para adquirir una forma esférica debido a su propia gravedad.
Pero, ¿por qué es tan importante que tengan una forma esférica? Si cogiéramos una piedra o incluso una roca de varios metros y las lleváramos al espacio, conservarían su forma irregular. Incluso juntando varias de estas rocas, el objeto resultante seguiría teniendo un aspecto deforme, de pila de escombros más que de planeta. Si siguiéramos añadiendo material llegaría un momento, antes o después, en que se reordenarían hasta conseguir esa forma esférica, movidos únicamente por la gravedad que ejercen unas rocas sobre las otras. Esta transición entre objetos irregulares y cuerpos esféricos es importante pues, entre otras cosas, nos indica el punto a partir del cual los objetos sufrirán procesos geológicos que pueden resultar interesantes. Además de esta transición en la forma de un objeto, existen otras transiciones importantes, pero no nos interesan demasiado en esta discusión.
Teniendo esto en cuenta, ¿cuántos planetas enanos hay? Actualmente se reconocen cinco planetas enanos con firme certeza y otros cuatro con bastante certeza. Los cinco planetas enanos prácticamente indiscutibles serían Plutón, Ceres, Eris, Haumea y Makemake. Excepto por Ceres, que es el único planeta enano que se encuentra más cerca que Júpiter del Sol, el resto están entre los objetos más grandes conocidos del cinturón de Kuiper. Los otros cuatro objetos serían Quaoar (alrededor del cual se descubrió un anillo recientemente), Sedna, Orcus y Gonggong. Este último podría ser más grande que Haumea, pero al estar situado casi 3 veces más lejos la incertidumbre en la determinación de su tamaño, albedo y otras características, nos lleva a la precaución antes de clasificarlo sin lugar a dudas como planeta enano.
En general, los objetos situados en el cinturón de Kuiper están demasiado lejos como para determinar directamente si tienen forma esférica o no. Aún así podemos hacer estimaciones, basándonos en nuestro conocimiento de los objetos más cercanos o que sí hemos podido estudiar de cerca. De los objetos del cinturón de asteroides, tan solo Ceres, con un diámetro de 900 kilómetros, es suficientemente grande como para adquirir esa forma esférica. Podemos deducir por tanto que la transición entre irregular y esférico ocurre en torno a ese diámetro para los objetos rocosos, como los asteroides. Sin embargo la mayoría de objetos del cinturón de Kuiper están compuestos principalmente de hielo y no de rocas. El hielo es mucho más dúctil por lo que será menos capaz de soportar el tirón gravitatorio y hará falta mucha menos fuerza para hacer que estos objetos adquieran forma esférica.
Las lunas de los gigantes gaseosos tienen composiciones similares a los objetos transneptunianos. La luna más pequeña con forma esférica es Mimas, la luna de Saturno, que tiene un diámetro de unos 400 kilómetros. Otras lunas con diámetros en torno a los 200 kilómetros son irregulares, por lo que al parecer la transición para los objetos compuestos principalmente de hielo baja desde los 900 kilómetros de Ceres hasta los 400 de Mimas. Por tanto los objetos del cinturón de Kuiper compuestos principalmente de hielo y con diámetros mayores a los 400 kilómetros podrían ser esféricos.
Por supuesto, saber cuántos objetos situados más allá de Neptuno tienen un diámetro mayor que esos 400 kilómetros es una pregunta mucho más difícil de responder, aunque Mike Brown considera que podrían ser más de 100. Brown es un astrónomo estadounidense que ha participado en el descubrimiento de Eris, Haumea, Makemake, Quaoar, Sedna, Orcus, Gonggong y muchos objetos transneptunianos más. Como hemos comentado antes, las enormes distancias a estos cuerpos restringen la cantidad de información que podemos obtener sobre ellos y restringen también la precisión de dicha información. Resulta relativamente fácil medir cuán brillantes resultan estos objetos, pues eso es lo primero que detectamos con nuestros telescopios, pero resulta difícil distinguir si son brillantes por su gran tamaño o porque reflejan mucha de la luz solar que les llega.
El albedo es la magnitud que mide la proporción entre la luz recibida por una superficie y la luz que refleja. Cada objeto astronómico tendrá un albedo diferente. Makemake o Haumea por ejemplo reflejan en torno al 80 % de la luz que reciben, mientras que Quaoar solo refleja el 13 %. Gracias a mediciones más recientes y precisas obtenidas con telescopios espaciales como el Spitzer o el Herschel, hemos podido estimar mejor estos albedos y como consecuencia los tamaños. Con todo, a día de hoy, conocemos 27 objetos en el cinturón de Kuiper con diámetros mayores a 600 kilómetros que muy probablemente han conseguido forma esférica. Además se conocen 130 objetos con diámetros de más de 400 kilómetros que, si tienen composiciones similares a Mimas, podrían haber alcanzado esa forma redondeada. Por último conocemos más de 700 objetos con diámetros superiores a los 200 kilómetros. No todos ellos habrán llegado al equilibrio hidrostático, pero tal vez sí un pequeño porcentaje. Con todo podríamos situarnos en cientos de objetos esféricos en el sistema solar exterior o, más probablemente, decenas de ellos.
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