La teoría de que el universo podría ser como un ser pensante, «el cambio de paradigma más profundo de la ciencia»

Una idea que cambia nuestra visión del cosmos y de la evolución del ser humano

Pensar en la idea de que el universo es similar a un cerebro que evoluciona y aprende puede parecer marginal o absurda de primeras, pero es una teoría que ha ido ganando adeptos dentro de la comunidad científica. Todos ellos fascinados en parte por sus implicaciones y por el fin de la visión del cosmos como un espacio solo regido por fuerzas gravitacionales y luz. Citando al físico Michio Kaku: «Como físico, he aprendido que 'imposible' suele ser un término relativo».

De hecho, el planteamiento de un universo similar al cerebro, de una forma mucho más rudimentaria, ya la esbozó el filósofo presocrático Anaxágoras en el 500 a. C.. Y Stephen Hawking señaló el camino hacia esta posibilidad. Según las declaraciones a 'The Guardian' de Thomas Hertog, colaborador de Hawking, el genial físico llegó a la conclusión de que el Universo es un sistema en evolución que opera según principios darwinianos que impulsan al mundo hacia una mayor complejidad, «lo que explicaría la existencia de observadores como usted o como yo», apostillaba Hertog.

Ahora, el neurocientífico Bobby Azarian en su artículo «El caso de por qué nuestro Universo puede ser una red neuronal gigante», dibuja detalladamente los argumentos que podrían apoyar esta teoría. Y establece que la gran idea de que el Universo no sea sólo un sistema físico arbitrario, sino algo más parecido a un sistema biológico en evolución, como un organismo o un cerebro, de ser exacta, se trataría del cambio de paradigma más profundo en la historia de la ciencia y la filosofía. Y a su vez daría pie a conseguir la tan deseada unificación de la mecánica cuántica y la relatividad de Einstein.

Cerebro y cosmos, cuestión de escala

Para ello Azarian se hace eco de dos autores, uno de ellos es la científica Sabine Hossenfelder, investigadora en el Instituto de Estudios Avanzados de Frankfurt. Conocida por ser una furibunda crítica de todo aspecto especulativo que se aleje de la física más rigurosa, escribió para la revista 'Time' un artículo titulado: «Quizás el universo piensa. Escúchame».

En él explica que el Universo muestra una organización jerárquica interconectada. La propia Hossfelder reconoce que, mientras sus colegas y ella están en las redes sociales desacreditando noticias científicas falsas, descubrió que se pinta una imagen unilateral. «La ciencia tiene más que decir que «no, no puedes». También abre nuestra mente a nuevas posibilidades, nuevas fuentes de asombro y nuevas formas de darle sentido a nuestra propia existencia», indica.

Y detalla que «los 200 mil millones de galaxias detectables estimados no están distribuidos aleatoriamente, sino agrupados por la gravedad en cúmulos que forman cúmulos aún más grandes, que están conectados entre sí por «filamentos galácticos», o hilos largos y delgados de galaxias». Y dando un paso atrás para tener una visión de conjunto, la red cósmica resultante de todo esto se parece en su geografía a lo que llaman en neurología «conectoma». Que no es otra cosa que el mapa completo de las conexiones entre las neuronas del cerebro, donde también vemos neuronas que se aglutinan en grupos más grandes y que a su vez están interconectadas por unos filamentos que forman los axones.

Como muestra el primer mapa completo del 'cableado' del cerebro de la Universidad Johns Hopkins:

«Una similitud notable»

Hossenfelder indica que este concepto fue analizado en un estudio de 2020, elaborado por el astrofísico italiano Franco Vazza y el neurocientífico Alberto Feletti, revelando «una similitud notable». Descubrieron que las muestras de cerebro, en escalas inferiores a aproximadamente 1 milímetro, y la distribución de la materia en el universo, hasta aproximadamente 300 millones de años luz, son estructuralmente similares.

No obstante, Azarian acertadamente señala que no basta con tener un cierto tipo de estructura para tener pensamientos. «Un cerebro muerto es tan irreflexivo como una roca», sostiene. El pensamiento supone mensajes que son transmitidos de un área a otra del cerebro.

Las limitaciones en esto estarían en que a través del cosmos enviar señales, incluso a la velocidad de la luz, tomaría 80 mil millones de años, y 11 millones de años sólo para que una señal viajara a nuestra galaxia más cercana. Y a eso se une otra dificultad, la idea de que el universo se está expandiendo, en ese caso «un tipo de procesamiento de información a escala cósmica similar al procesamiento que ocurre dentro del cerebro estaría fuera de discusión», indica Azarian.

«Conexiones ocultas»

No obstante, esas barreras existen si pensamos en el universo solo de una forma simple. Hossenfelder intenta solventar este obstáculo a través de las «conexiones ocultas» que podrían permitir una señalización más rápida. Con ello se refiere al entrelazamiento cuántico u otras formas de «conexiones no locales». Dicho de otra forma, tal como explica Azarian, serían como agujeros de gusano que actuarían como atajos para unir puntos distantes.

Y Azarian detalla que los físicos Fotini Markopoulou y Lee Smolin estimaron que nuestro Universo podría contener hasta 10 elevado a 360 de este tipo de conexiones no locales. Y precisamente por ser no locales, no importa que se expandan con el Universo.

En ese sentido, el neurocientífico pone como ejemplos que en 2019 se publicó en Science un artículo que describía «una sincronía inexplicable entre los movimientos de galaxias que estaban a millones de años luz de distancia entre sí. Y, en 2014, el Observatorio Europeo anunció que había descubierto extrañas alineaciones entre las rotaciones de agujeros negros supermasivos extremadamente distantes.

También lo observaban entre cuásares, que no son otra cosa que una galaxia que en su centro alberga un agujero negro supermasivo. Por tanto, las rotaciones de los cuásares parecían estar alineadas con los movimientos de las estructuras cósmicas más grandes en las que están incrustados.

Un universo que evoluciona y aprende

En esa misma línea, el otro autor que destaca Azarian es el físico teórico Vitaly Vanchurin que publicó en 2020: «El mundo como red neuronal». Donde expone que el mundo es literalmente una red neuronal interconectada de «nodos» a escala macroscópica, como lo es a nivel microscópico la red de neuronas dentro de nuestros cráneos. Se unen física y biología. Al tiempo que representaría un nuevo tipo de «teoría del todo». Uniendo la gran escala con el comportamiento de las partículas a escala subatómica. Y va más allá. «Esta red permite que el Universo no sólo evolucione, sino que aprenda , y es una hipótesis que podría ser comprobable algún día», apunta Azarian.

Para Azarian esto es diferente de las teorías reduccionistas del todo, que sólo se centran en cómo interactúan las partículas y las fuerzas, en lugar de hacer hincapié en la naturaleza del Universo como un sistema computacional visto en su totalidad.

Esta concepción de la naturaleza explica el surgimiento de la complejidad como consecuencia de un proceso evolutivo darwiniano. La evolución biológica sería entonces simplemente una extensión de este proceso, que continúa a escalas mayores de organización, de manera jerárquica.

«… la selección natural podría estar ocurriendo en todas las escalas, desde la cosmológica y la biológica hasta las subatómicas…Como resultado, las estructuras más estables tienen más probabilidades de sobrevivir y las menos estables tienen más probabilidades de ser exterminadas. No hay razón para esperar que este proceso pueda detenerse en un momento determinado».

Inteligencia cósmica

Y Hossenfelder al final de su trabajo añade que «si el universo es un pensamiento, entonces no somos las únicas entidades pensantes en él. Somos, en cierto sentido, pensamientos dentro de un pensamiento». Pero ¿podrían hablarse de algún tipo de inteligencia cósmica?

En suma, se trata de descifrar lo macro observando lo micro, y al contrario. En todo caso, aunque para algunos todos esto podría resultar inquietante, como decía Michio Kaku: «Si al principio una idea no es completamente absurda, no existe la menor esperanza de lograr algo a partir de ella. Y el cerebro humanotiene 100 mil millones de neuronas, cada neurona conectada a otras 10 mil neuronas. Sentado en los hombros de gigantes, es el objeto más complejo del universo conocido».

Fuente ABC



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