En un mundo donde el envejecimiento de la población es una realidad, la preocupación por mantener una salud cerebral óptima se ha convertido en una prioridad. En ese sentido, profesionales del Servicio de Neurología del Sanatorio Allende especifican que podemos hacer para evitar enfermedades relacionadas al funcionamiento cerebral.
Las enfermedades neurocognitivas, como el Alzheimer y otras formas de demencia, representan un desafío creciente para la salud en muchas sociedades. Estas enfermedades afectan no solo a los individuos que las padecen, sino también a sus familias y cuidadores.
Con el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida, se prevé que la prevalencia de estas afecciones aumente significativamente en las próximas décadas, lo que subraya la importancia de implementar estrategias efectivas de prevención y manejo. Además del impacto emocional, las enfermedades neurocognitivas plantean desafíos complejos en términos de diagnóstico temprano, acceso a tratamientos adecuados y apoyo continuo para quienes las padecen.
Se estima que alrededor de 500,000 personas en Argentina viven con enfermedades neurocognitivas, siendo el Alzheimer la forma más común de demencia.
Uno de los casos más recientes que volvió a poner en agenda el impacto de las enfermedades neurodegenerativas fue el de Bruce Willis, actor estadounidense a quien le diagnosticaron demencia frontotemporal en febrero de 2023. Esta condición afecta principalmente los lóbulos frontal y temporal del cerebro, impactando en la personalidad, el comportamiento y el lenguaje de quienes la padecen.
“Como seres humanos, nuestras neuronas constituyen un entramado dinámico que continuamente aprende, ampliando así nuestra comprensión y experiencia del mundo que nos rodea” explica la Doctora Fátima González Palau, especialista en evaluación neuropsicológica del adulto del Servicio de Neurología del Sanatorio Allende. Y añade: “Con el paso de los años, nuestras neuronas experimentan cambios: algunas se fortalecen gracias a la experiencia vivida, mientras que otras áreas del cerebro reducen su capacidad funcional.”
El vínculo entre el envejecimiento y las enfermedades neurocognitivas se debe en parte al hecho de que el riesgo de desarrollar estas enfermedades aumenta con la edad. Un ejemplo de ello es el Alzheimer, patología que tiene un 50% de aparición a los 85 años de edad.
“Por esta razón, surge la necesidad de desarrollar nuevas herramientas que permitan diagnosticar la enfermedad incluso años antes de que el problema de memoria se manifieste” comenta también la Doctora González Palau.
Las enfermedades neurocognitivas, ¿pueden evitarse?
El envejecimiento de la población es un fenómeno global que se caracteriza por el aumento de la proporción de personas mayores en relación con la población total. Una de las consecuencias directas de esto es el aumento de la prevalencia de enfermedades neurocognitivas, como el Alzheimer y otras formas de demencia.
No obstante, varios estudios indican que existen medidas que pueden adoptarse para disminuir el riesgo de padecer estas enfermedades o retrasar su avance. En el ámbito de la prevención, la neuroprotección emerge como un elemento fundamental para contrarrestar el declive vinculado al envejecimiento y el deterioro cognitivo asociado con este tipo de enfermedades.
El ejercicio físico regular es una práctica esencial no sólo para mantener la salud del cuerpo, sino también para preservar la salud cerebral. En ese sentido el ejercicio aeróbico ha demostrado ser eficaz en la mejora de la función cognitiva, incluyendo la memoria, la atención, la concentración y la velocidad de procesamiento mental.
Esto se debe en parte a que el ejercicio estimula la liberación de neurotransmisores y factores de crecimiento en el cerebro, que son importantes para el funcionamiento neuronal óptimo. Estas actividades no solo mejoran la salud cardiovascular, sino que también estimulan el flujo sanguíneo hacia el cerebro, promoviendo así el crecimiento de nuevas células cerebrales y la formación de conexiones neuronales.
“Para obtener los beneficios cognitivos y neuroprotectores del ejercicio, se recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana, distribuidos en sesiones de al menos 30 minutos, la mayoría de los días de la semana” comenta la Doctora González Palau. Esto puede incluir actividades como caminar a paso ligero, trotar, andar en bicicleta o participar en clases de aeróbicos.
Una dieta saludable que incluya alimentos frescos, naturales y equilibrados puede ayudar a mantener la función cognitiva, reducir el riesgo de enfermedades neurocognitivas y promover el bienestar general del cerebro.
Mantener la mente activa a lo largo de la vida es esencial para promover la salud cerebral y el bienestar cognitivo. Participar en desafíos intelectuales regulares estimula el cerebro, fortalece las conexiones neuronales y reduce el riesgo de enfermedades neurocognitivas.
Actividades como la lectura frecuente, el aprendizaje de nuevas habilidades y la participación en interacciones sociales pueden mejorar significativamente la función cognitiva, la memoria y la capacidad de concentración, ofreciendo así una experiencia enriquecedora tanto a nivel cognitivo como emocional.
Participar en actividades que disfrutemos, como hobbies y pasatiempos, también es beneficioso, ya que promueve la liberación de neurotransmisores asociados con el bienestar, fortaleciendo así nuestro cerebro. Y si podemos realizar estas actividades en grupo, el beneficio se potencia aún más”.Doctora Fátima González Palau - Servicio de Neurología - Sanatorio Allendenone
Mantener una vida social activa, garantizar un adecuado descanso nocturno y controlar el estrés son tres pilares fundamentales para preservar la salud cerebral. La interacción social regular no solo ayuda a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo, sino que también estimula el cerebro.
Dormir lo suficiente es crucial, ya que durante el sueño el cerebro consolida la información y realiza procesos de limpieza esenciales. Por último, controlar el estrés crónico mediante técnicas de manejo como la meditación o el yoga puede reducir el riesgo de enfermedades neurocognitivas, protegiendo así la salud cerebral a largo plazo.
Las enfermedades neurocognitivas, como el Alzheimer y otras formas de demencia, representan un desafío creciente para la salud en muchas sociedades. Estas enfermedades afectan no solo a los individuos que las padecen, sino también a sus familias y cuidadores.
Con el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida, se prevé que la prevalencia de estas afecciones aumente significativamente en las próximas décadas, lo que subraya la importancia de implementar estrategias efectivas de prevención y manejo. Además del impacto emocional, las enfermedades neurocognitivas plantean desafíos complejos en términos de diagnóstico temprano, acceso a tratamientos adecuados y apoyo continuo para quienes las padecen.
Se estima que alrededor de 500,000 personas en Argentina viven con enfermedades neurocognitivas, siendo el Alzheimer la forma más común de demencia.
Uno de los casos más recientes que volvió a poner en agenda el impacto de las enfermedades neurodegenerativas fue el de Bruce Willis, actor estadounidense a quien le diagnosticaron demencia frontotemporal en febrero de 2023. Esta condición afecta principalmente los lóbulos frontal y temporal del cerebro, impactando en la personalidad, el comportamiento y el lenguaje de quienes la padecen.
“Como seres humanos, nuestras neuronas constituyen un entramado dinámico que continuamente aprende, ampliando así nuestra comprensión y experiencia del mundo que nos rodea” explica la Doctora Fátima González Palau, especialista en evaluación neuropsicológica del adulto del Servicio de Neurología del Sanatorio Allende. Y añade: “Con el paso de los años, nuestras neuronas experimentan cambios: algunas se fortalecen gracias a la experiencia vivida, mientras que otras áreas del cerebro reducen su capacidad funcional.”
El vínculo entre el envejecimiento y las enfermedades neurocognitivas se debe en parte al hecho de que el riesgo de desarrollar estas enfermedades aumenta con la edad. Un ejemplo de ello es el Alzheimer, patología que tiene un 50% de aparición a los 85 años de edad.
“Por esta razón, surge la necesidad de desarrollar nuevas herramientas que permitan diagnosticar la enfermedad incluso años antes de que el problema de memoria se manifieste” comenta también la Doctora González Palau.
Las enfermedades neurocognitivas, ¿pueden evitarse?
El envejecimiento de la población es un fenómeno global que se caracteriza por el aumento de la proporción de personas mayores en relación con la población total. Una de las consecuencias directas de esto es el aumento de la prevalencia de enfermedades neurocognitivas, como el Alzheimer y otras formas de demencia.
No obstante, varios estudios indican que existen medidas que pueden adoptarse para disminuir el riesgo de padecer estas enfermedades o retrasar su avance. En el ámbito de la prevención, la neuroprotección emerge como un elemento fundamental para contrarrestar el declive vinculado al envejecimiento y el deterioro cognitivo asociado con este tipo de enfermedades.
El ejercicio físico regular es una práctica esencial no sólo para mantener la salud del cuerpo, sino también para preservar la salud cerebral. En ese sentido el ejercicio aeróbico ha demostrado ser eficaz en la mejora de la función cognitiva, incluyendo la memoria, la atención, la concentración y la velocidad de procesamiento mental.
Esto se debe en parte a que el ejercicio estimula la liberación de neurotransmisores y factores de crecimiento en el cerebro, que son importantes para el funcionamiento neuronal óptimo. Estas actividades no solo mejoran la salud cardiovascular, sino que también estimulan el flujo sanguíneo hacia el cerebro, promoviendo así el crecimiento de nuevas células cerebrales y la formación de conexiones neuronales.
“Para obtener los beneficios cognitivos y neuroprotectores del ejercicio, se recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana, distribuidos en sesiones de al menos 30 minutos, la mayoría de los días de la semana” comenta la Doctora González Palau. Esto puede incluir actividades como caminar a paso ligero, trotar, andar en bicicleta o participar en clases de aeróbicos.
Una dieta saludable que incluya alimentos frescos, naturales y equilibrados puede ayudar a mantener la función cognitiva, reducir el riesgo de enfermedades neurocognitivas y promover el bienestar general del cerebro.
Mantener la mente activa a lo largo de la vida es esencial para promover la salud cerebral y el bienestar cognitivo. Participar en desafíos intelectuales regulares estimula el cerebro, fortalece las conexiones neuronales y reduce el riesgo de enfermedades neurocognitivas.
Actividades como la lectura frecuente, el aprendizaje de nuevas habilidades y la participación en interacciones sociales pueden mejorar significativamente la función cognitiva, la memoria y la capacidad de concentración, ofreciendo así una experiencia enriquecedora tanto a nivel cognitivo como emocional.
Participar en actividades que disfrutemos, como hobbies y pasatiempos, también es beneficioso, ya que promueve la liberación de neurotransmisores asociados con el bienestar, fortaleciendo así nuestro cerebro. Y si podemos realizar estas actividades en grupo, el beneficio se potencia aún más”.Doctora Fátima González Palau - Servicio de Neurología - Sanatorio Allendenone
Mantener una vida social activa, garantizar un adecuado descanso nocturno y controlar el estrés son tres pilares fundamentales para preservar la salud cerebral. La interacción social regular no solo ayuda a reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo, sino que también estimula el cerebro.
Dormir lo suficiente es crucial, ya que durante el sueño el cerebro consolida la información y realiza procesos de limpieza esenciales. Por último, controlar el estrés crónico mediante técnicas de manejo como la meditación o el yoga puede reducir el riesgo de enfermedades neurocognitivas, protegiendo así la salud cerebral a largo plazo.
Fuente LA VOZ