El Sol se ve blanco desde el espacio porque emite luz en todo el espectro visible, y la combinación de estos colores produce luz blanca. En la Tierra, su luz pasa a través de la atmósfera, donde ocurre la dispersión de Rayleigh: las partículas atmosféricas dispersan más la luz azul, permitiendo que predominen los tonos amarillos y rojos que llegan a nuestros ojos.
Este efecto es más notable al amanecer y al atardecer, ya que la luz atraviesa una mayor cantidad de atmósfera, intensificando los tonos cálidos. La temperatura del Sol (5,500 °C) es responsable de que emita radiación visible de un color que sería percibido como blanco puro en ausencia de la atmósfera.
Fuente NUESTRO PLANETA TIERRA