A finales del año pasado investigadores señalaban que ajustar el reloj entre los horarios de verano e invierno provoca cansancio en el organismo; una nueva investigación en Estados Unidos encontró que adelantar una hora el reloj (como deberá hacerse en la mayor parte de México el domingo 1 de abril, y retrasarlo el domingo 28 de octubre, cuando finalice el horario de verano), está vinculado a un mayor riesgo de sufrir un infarto.
Todo indica que hay un riesgo 10% mayor de sufrir un infarto durante los dos días siguientes al cambio de horario. Este riesgo se ve reducido el mismo porcentaje cuando el cambio de horario se lleva a cabo en invierno y se retrasa una hora el reloj.
Aunque los investigadores no saben con precisión cuál es el mecanismo que provoca este riesgo, creen que los cambios de horario, por pequeños que sean, 'desquician' el reloj biológico interno del organismo.
El profesor Martin Young, de la Universidad de Alabama, en Birmingham, y quien dirigió el estudio, explica que cada célula está regida por su propio reloj molecular, el llamado ritmo circadiano, el cual permite a nuestros tejidos y órganos anticiparse a los eventos del día y la noche, y ajustarse a ellos. Cuando ocurren cambios en este reloj biológico, por ejemplo trabajar un turno nocturno, viajar a través de husos horarios e incluso reducir una hora de sueño para ajustar el reloj al horario de verano, nuestras células están esperando un evento, como una hora más de sueño, que no ocurre, y esto provoca una respuesta de estrés.
Esta respuesta negativa, sobre todo en aquellas personas que ya tienen otros factores de riesgo de enfermedad cardiovascular, puede desencadenar eventos como un infarto.
Los investigadores encontraron que el riesgo más elevado se vio el lunes y el martes después del cambio de horario, cuando la gente debe levantarse una hora más temprano para ir a trabajar. "Los individuos privados de sueño tienen con frecuencia mayor peso corporal y están en mayor riesgo de desarrollar diabetes o enfermedad del corazón", explica el profesor Young. "La privación de sueño también puede alterar otros procesos biológicos, incluida la respuesta inflamatoria, la cual puede contribuir a un infarto. Y la reacción de una persona a la privación de sueño y al cambio de horario depende de si esa persona es 'matutina o noctura'. La gente nocturna tiene más dificultades para adaptarse al adelanto del reloj", agrega.
Aunque se han realizado pocos estudios con seres humanos que analicen este vínculo, los efectuados en ratones confirman el riesgo de un evento cardiovascular tras un cambio en el reloj biológico. El equipo del doctor Young observó que los animales cuyos relojes biológicos habían sido genéticamente manipulados, mostraron respuestas alteradas en su sistema inmunitario y esto condujo a un mayor riesgo de desarrollar enfermedad del corazón.
Mientras el organismo humano eventualmente se adapta a los cambios de horario, el profesor Young recomienda levantarse 20 minutos antes el sábado y domingo cuando cambia el horario para prepararlo al 'shock' de dormir una hora menos el lunes. También, durante ese fin de semana, exponerse lo más temprano posible a la luz exterior del día y, si es posible, mantenerse activo durante ambos días. Vía: BBC
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