Distintas partes del cerebro funcionan mejor a distintas edades


Los científicos saben desde hace mucho que nuestra capacidad de pensar con rapidez y aprender con relativa facilidad, conocida también como inteligencia fluida, alcanza su máximo a la edad de 20 años y después empieza a disminuir. Sin embargo, descubrimientos más recientes, incluyendo un nuevo estudio hecho por neurocientíficos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y el Hospital General de Massachusetts (MGH), ambas entidades en Estados Unidos, sugieren que la situación real es mucho más compleja.

El estudio pone de manifiesto que diferentes componentes de la inteligencia fluida alcanzan su máximo a edades distintas, algunas incluso a los 40 años. A cualquier edad, estamos mejorando en algunas cosas, empeoramos en algunas otras y estamos estancados para otras más. No hay probablemente ninguna edad en la que alcancemos un máximo en la mayor parte de las habilidades mentales, y con toda certeza no hay ninguna en la que lo consigamos con todas. 

Los resultados obtenidos por Joshua Hartshorne, del MIT, y Laura Germine, del MGH, dibujan una situación diferente a la descrita por la psicología y la neurología tradicionales sobre el modo en que cambiamos intelectualmente a lo largo de nuestra vida. 

Como ya comprobó Germine en una investigación anterior, la capacidad de reconocer caras mejora hasta los 30 y pocos años de edad, antes de empezar gradualmente a reducirse. Por su parte, en otro estudio Hartshorne encontró que el rendimiento de los sujetos en una tarea de memoria visual a corto plazo también alcanzaba su máximo durante los primeros años de la tercera década de vida. 

Intrigados por estos resultados, Germine y Hartshorne aunaron fuerzas para investigar a qué edad se alcanza el pico máximo en diversas clases de habilidades intelectuales. Trabajando con datos sobre 50.000 sujetos de estudio, encontraron evidencias de que cada habilidad cognitiva que estaban estudiando alcanza su máximo a una edad distinta. Por ejemplo, la velocidad de procesamiento de información parece que lo alcanza hacia los 18 o 19 años, empezando después a disminuir con rapidez. Mientras tanto, la memoria de corto plazo continúa mejorando hasta alrededor de los 25 años, cuando se nivela y mantiene estable, hasta que empieza a decaer en torno a los 35. 

Para la habilidad de evaluar los estados emocionales de otras personas, el máximo parece llegar a edades mucho más tardías, entre la cuarentena y la cincuentena. 

En cuanto a lo que se conoce como inteligencia cristalizada (la acumulación de conocimientos), la nueva investigación confirma que llega al máximo hacia el final de la vida, como se creía previamente, pero Germine y Hartshorne también encontraron algo inesperado: si bien el vocabulario tiende en muchos casos a alcanzar su amplitud máxima poco antes de cumplir los 50 años, en algunas personas esto sucede poco antes o poco después de cumplir los 70. Los investigadores creen que esto podría ser el resultado de una educación académica más robusta, la circunstancia de tener un empleo que requiere leer mucho y manejar cantidades copiosas de conocimientos, y la existencia de buenas oportunidades para la estimulación intelectual cuando se entra en la tercera edad. 

En otra investigación reciente, la cuestión de cómo envejece el cerebro se ha abordado desde un punto de vista exclusivamente anatómico, y también ha habido sorpresas. El equipo de Kamen A. Tsvetanov, de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, ha demostrado que ciertos cambios en el cerebro a medida que envejece y que se conocen mediante imágenes cerebrales obtenidas por resonancia magnética funcional (fMRI) pueden deberse a problemas vasculares (en los vasos sanguíneos), en vez de a problemas en la actividad neuronal propiamente dicha. En otras palabras, parece que el envejecimiento del cerebro humano es más vascular que neuronal en algunos aspectos, que la capacidad cerebral en sí misma envejece menos de lo que se ha venido creyendo hasta ahora, y que los cerebros viejos pueden ser más similares a los jóvenes de lo asumido tradicionalmente.

Fuente NCYT

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