Un equipo de astrónomos ha descubierto un gigantesco remolino de gas en forma de disco, una galaxia en proceso de formación que está siendo alimentada activamente con filamentos de gas frío cuya creación se remonta al Big Bang. Esta protogalaxia está situada a 10.000 millones de años-luz de distancia, y por tanto se la ve tal como era hace 10.000 millones de años.
El hallazgo es fruto de las observaciones efectuadas por el equipo de Christopher Martin, del Instituto Tecnológico de California (Caltech) en Pasadena, Estados Unidos, empleando un telescopio del Observatorio de Monte Palomar equipado con un espectrógrafo diseñado especialmente por el Caltech para observar la red cósmica de filamentos desplegada por el universo.
Con este espectrógrafo, los investigadores pudieron fotografiar la protogalaxia y detectar que está conectada a un filamento de la red cósmica intergaláctica, la “telaraña” formada por gas difuso que se entrecruza con las galaxias.
El hallazgo proporciona la prueba observacional más contundente hasta la fecha para lo que se conoce como el modelo de flujo frío de formación de galaxias. Según ese modelo, en el universo temprano un gas relativamente frío se canalizó desde la red cósmica de filamentos directamente a las galaxias, alimentando así la formación rápida de estrellas.
Se trata de la primera prueba incuestionable sobre cómo se forman las galaxias, según valora Martin. Aunque diversas simulaciones y otros trabajos teóricos ya habían apuntado hacia la importancia de los flujos fríos, faltaban las pruebas de su papel crucial en la formación galáctica.
El disco protogaláctico que el equipo ha identificado mide unos 400.000 años-luz de diámetro, unas cuatro veces más que el diámetro de nuestra Vía Láctea. Está situado en un sistema dominado por dos cuásares, el más cercano de los cuales, UM287, está posicionado de tal forma que su emisión es proyectada como el foco de una linterna, ayudando a iluminar el filamento de la red cósmica que está inyectando gas en la protogalaxia.
Fuente NCYT