Una investigación que se lleva a cabo en la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), en Brasil, reveló que los portadores de trastorno bipolar tienden a sufrir el envejecimiento precoz de su sistema inmunológico. Según su autora, este descubrimiento abre el camino hacia nuevos abordajes terapéuticos.
Este estudio está coordinado por Elisa Brietzke, una de las siete ganadoras de la 10ª edición del premio “Por las Mujeres en la Ciencia”, una distinción que anualmente entrega L’Oréal Brasil en asociación con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la Academia Brasileña de Ciencias (ABC).
“Creemos que durante los episodios de alteración del humor característicos de esta enfermedad ocurren daños en las neuronas. El organismo genera entonces una reacción inflamatoria con el objetivo de librarse de células muertas o disfuncionales. Cuando la inflamación es demasiado intensa o prolongada, se vuelve perjudicial”, explicó Brietzke, en entrevista concedida a Agência FAPESP.
De acuerdo con la investigadora, la idea del estudio surgió durante su doctorado, concluido en 2010, cuando demostró que portadores de trastorno bipolar exhibían alteraciones inmunológicas compatibles con cuadros de inflamación sistémica.
“Fue un cambio de paradigma. Se entiende tradicionalmente al trastorno bipolar como una enfermedad del cerebro, y se creía que el tejido cerebral quedaba aislado del resto del cuerpo, protegido por la barrera hematoencefálica (un conjunto de células endoteliales que protege al sistema nervioso central). Hoy en día contamos con evidencias –mediante estudios con animales y con tejido humano post mortem– que apuntan que existen mediadores inflamatorios que logran sobrepasar esa barrera y activar células del sistema inmunológico propias del cerebro, las microglías”, comentó Brietzke.
De acuerdo con resultados de ese estudio inicial, algunas de las alteraciones observadas en el sistema inmunológico de ancianos pueden también hallarse en portadores de trastorno bipolar con una edad mucha más precoz. Por eso se puso en marcha un nuevo proyecto, destinado a confirmar si esos pacientes efectivamente padecen un envejecimiento precoz del sistema inmunológico.
Esta investigación se lleva adelante en el marco del Proyecto Temático intitulado "La prevención de la esquizofrenia y el trastorno bipolar: de la neurociencia a la comunidad. Una plataforma multifásica, multimodal y traslacional de investigación e intervención", coordinado por Rodrigo Affonseca Bressan.
Este proyecto, que también cuenta con el patrocinio del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) a través del Programa de Apoyo a Núcleos de Excelencia (Pronex), parte del principio de que los trastornos mentales son enfermedades progresivas y, por ende, se efectúa un seguimiento de los pacientes desde la fase de riesgo de desarrollo hasta los estadios más tardíos.
“Procuramos evaluar si el envejecimiento inmune es más pronunciado en los individuos con un largo tiempo de enfermedad que en los casos más recientes. Los resultados preliminares indican que sí. Tanto el tiempo de enfermedad como la cantidad de episodios de alteraciones del humor son factores determinantes”, comentó la investigadora.
Para arribar a esta conclusión, el grupo comparó datos de 30 portadores de trastorno bipolar en estadio precoz, 30 en estadio tardío y 30 voluntarios sanos. Los grupos tenían una edad promedio de 36 años. Se analizaron muestras de sangre con un citómetro de flujo, un aparato con el cual se puede determinar el porcentaje de distintas células presentes en la muestra y también dosificar marcadores de inflamación (citocinas inflamatorias) y de envejecimiento celular.
“Las células del sistema inmunológico pueden exhibir en su superficie marcadores de envejecimiento. En general, cuanto más avanzada es la edad del paciente, mayor es el porcentaje de células senescentes. Observamos que los individuos bipolares muestran un aumento de la tasa de células senescentes en comparación con los individuos de control de la misma edad”, explicó Brietzke.
El grupo también examinó el tamaño de los telómeros, estructuras presentes en la punta de los cromosomas cuya función consiste en proteger al ADN. Funcionan como marcadores de la edad biológica, pues tienden a disminuir con el envejecimiento. Sin embargo, en este caso, los investigadores no observaron ninguna diferencia entre ambos grupos de voluntarios estudiados.
A juicio de Brietzke, los resultados obtenidos hasta el momento indican que no se puede considerar que las alteraciones biológicas del trastorno bipolar se restrinjan al cerebro; por tal motivo, puede ser que el tratamiento no se resuma a la modulación de neurotransmisores.
“La modulación del sistema inmunológico y el control de la inflamación puede mejorar el cuadro psiquiátrico. Esto puede hacerse mediante el empleo de medicamentos y también con otras intervenciones, tales como la actividad física. El control de la inflamación puede incluso mitigar las alteraciones metabólicas comunes en los pacientes bipolares. Existen estudios que muestran que éstos exhiben índices superiores al nivel promedio de diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares, afecciones todas éstas asociadas al envejecimiento”, comentó la investigadora.
La desmejora de los parámetros metabólicos en portadores de trastorno bipolar a medida que avanza la enfermedad fue el tema de otro estudio reciente coordinado por Brietzke que contó con el apoyo de la FAPESP.
La ceremonia de distinción de las siete ganadoras de la 10ª edición del “Por las Mujeres en la Ciencia” se realizó el pasado 20 de octubre en el Palacio Guanabara, en Río de Janeiro.
También se distinguió a otras dos investigadoras de São Paulo. Una de ellas es Alline Campos, de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FMRP-USP), quien trabaja en el desarrollo de fármacos más efectivos y con menos efectos adversos para el tratamiento de pacientes portadores de trastornos de ansiedad y depresión.
La otra es Tábita Hunemeier, del Instituto de Biociencias de la USP, quien procura en su proyecto dilucidar las bases genéticas de características morfológicas de los aborígenes americanos (poblaciones originarias), en busca de variaciones que los diferencian físicamente con respecto a las poblaciones de otros continentes.
También se premió a Daiana Ávila (Universidad Federal de la Pampa), Cecília Salgado (Universidad Federal de Río de Janeiro), Elisa Orth (Universidad Federal de Paraná) y Karin Menéndez-Delmestre (Universidad Federal de Río de Janeiro).
La elección de las finalistas se basa en la calidad de los respectivos currículos y en el potencial de las investigaciones en las áreas de ciencias de la vida, matemática, física y química. Las galardonadas receben becas por valor de 20 mil reales para utilizarlas en sus proyectos.
“El objetivo es estimular la participación de las mujeres en la ciencia y darle un impulso a las investigadoras en comienzo de carrera”, comentó Brietzke. “Cuando observamos a los líderes de investigaciones hechas en Brasil, nos percatamos de que en su mayoría son hombres aún, en tanto que en las etapas iniciales de la carrera académica existe una proporción equivalente de varones y mujeres”, añadió. (Fuente: AGÊNCIA FAPESP/DICYT)
Fuente NCYT
“Creemos que durante los episodios de alteración del humor característicos de esta enfermedad ocurren daños en las neuronas. El organismo genera entonces una reacción inflamatoria con el objetivo de librarse de células muertas o disfuncionales. Cuando la inflamación es demasiado intensa o prolongada, se vuelve perjudicial”, explicó Brietzke, en entrevista concedida a Agência FAPESP.
De acuerdo con la investigadora, la idea del estudio surgió durante su doctorado, concluido en 2010, cuando demostró que portadores de trastorno bipolar exhibían alteraciones inmunológicas compatibles con cuadros de inflamación sistémica.
“Fue un cambio de paradigma. Se entiende tradicionalmente al trastorno bipolar como una enfermedad del cerebro, y se creía que el tejido cerebral quedaba aislado del resto del cuerpo, protegido por la barrera hematoencefálica (un conjunto de células endoteliales que protege al sistema nervioso central). Hoy en día contamos con evidencias –mediante estudios con animales y con tejido humano post mortem– que apuntan que existen mediadores inflamatorios que logran sobrepasar esa barrera y activar células del sistema inmunológico propias del cerebro, las microglías”, comentó Brietzke.
De acuerdo con resultados de ese estudio inicial, algunas de las alteraciones observadas en el sistema inmunológico de ancianos pueden también hallarse en portadores de trastorno bipolar con una edad mucha más precoz. Por eso se puso en marcha un nuevo proyecto, destinado a confirmar si esos pacientes efectivamente padecen un envejecimiento precoz del sistema inmunológico.
Esta investigación se lleva adelante en el marco del Proyecto Temático intitulado "La prevención de la esquizofrenia y el trastorno bipolar: de la neurociencia a la comunidad. Una plataforma multifásica, multimodal y traslacional de investigación e intervención", coordinado por Rodrigo Affonseca Bressan.
Este proyecto, que también cuenta con el patrocinio del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq) a través del Programa de Apoyo a Núcleos de Excelencia (Pronex), parte del principio de que los trastornos mentales son enfermedades progresivas y, por ende, se efectúa un seguimiento de los pacientes desde la fase de riesgo de desarrollo hasta los estadios más tardíos.
“Procuramos evaluar si el envejecimiento inmune es más pronunciado en los individuos con un largo tiempo de enfermedad que en los casos más recientes. Los resultados preliminares indican que sí. Tanto el tiempo de enfermedad como la cantidad de episodios de alteraciones del humor son factores determinantes”, comentó la investigadora.
Para arribar a esta conclusión, el grupo comparó datos de 30 portadores de trastorno bipolar en estadio precoz, 30 en estadio tardío y 30 voluntarios sanos. Los grupos tenían una edad promedio de 36 años. Se analizaron muestras de sangre con un citómetro de flujo, un aparato con el cual se puede determinar el porcentaje de distintas células presentes en la muestra y también dosificar marcadores de inflamación (citocinas inflamatorias) y de envejecimiento celular.
“Las células del sistema inmunológico pueden exhibir en su superficie marcadores de envejecimiento. En general, cuanto más avanzada es la edad del paciente, mayor es el porcentaje de células senescentes. Observamos que los individuos bipolares muestran un aumento de la tasa de células senescentes en comparación con los individuos de control de la misma edad”, explicó Brietzke.
El grupo también examinó el tamaño de los telómeros, estructuras presentes en la punta de los cromosomas cuya función consiste en proteger al ADN. Funcionan como marcadores de la edad biológica, pues tienden a disminuir con el envejecimiento. Sin embargo, en este caso, los investigadores no observaron ninguna diferencia entre ambos grupos de voluntarios estudiados.
A juicio de Brietzke, los resultados obtenidos hasta el momento indican que no se puede considerar que las alteraciones biológicas del trastorno bipolar se restrinjan al cerebro; por tal motivo, puede ser que el tratamiento no se resuma a la modulación de neurotransmisores.
“La modulación del sistema inmunológico y el control de la inflamación puede mejorar el cuadro psiquiátrico. Esto puede hacerse mediante el empleo de medicamentos y también con otras intervenciones, tales como la actividad física. El control de la inflamación puede incluso mitigar las alteraciones metabólicas comunes en los pacientes bipolares. Existen estudios que muestran que éstos exhiben índices superiores al nivel promedio de diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares, afecciones todas éstas asociadas al envejecimiento”, comentó la investigadora.
La desmejora de los parámetros metabólicos en portadores de trastorno bipolar a medida que avanza la enfermedad fue el tema de otro estudio reciente coordinado por Brietzke que contó con el apoyo de la FAPESP.
La ceremonia de distinción de las siete ganadoras de la 10ª edición del “Por las Mujeres en la Ciencia” se realizó el pasado 20 de octubre en el Palacio Guanabara, en Río de Janeiro.
También se distinguió a otras dos investigadoras de São Paulo. Una de ellas es Alline Campos, de la Facultad de Medicina de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FMRP-USP), quien trabaja en el desarrollo de fármacos más efectivos y con menos efectos adversos para el tratamiento de pacientes portadores de trastornos de ansiedad y depresión.
La otra es Tábita Hunemeier, del Instituto de Biociencias de la USP, quien procura en su proyecto dilucidar las bases genéticas de características morfológicas de los aborígenes americanos (poblaciones originarias), en busca de variaciones que los diferencian físicamente con respecto a las poblaciones de otros continentes.
También se premió a Daiana Ávila (Universidad Federal de la Pampa), Cecília Salgado (Universidad Federal de Río de Janeiro), Elisa Orth (Universidad Federal de Paraná) y Karin Menéndez-Delmestre (Universidad Federal de Río de Janeiro).
La elección de las finalistas se basa en la calidad de los respectivos currículos y en el potencial de las investigaciones en las áreas de ciencias de la vida, matemática, física y química. Las galardonadas receben becas por valor de 20 mil reales para utilizarlas en sus proyectos.
“El objetivo es estimular la participación de las mujeres en la ciencia y darle un impulso a las investigadoras en comienzo de carrera”, comentó Brietzke. “Cuando observamos a los líderes de investigaciones hechas en Brasil, nos percatamos de que en su mayoría son hombres aún, en tanto que en las etapas iniciales de la carrera académica existe una proporción equivalente de varones y mujeres”, añadió. (Fuente: AGÊNCIA FAPESP/DICYT)
Fuente NCYT