El descubrimiento, en las dos últimas décadas, de cientos de cometas gigantes en el sector más exterior de nuestro sistema planetario, implica que estos objetos suponen un peligro mucho mayor para la vida que los asteroides. Esta es la conclusión a la que ha llegado el equipo de Bill Napier y Duncan Steel, de la Universidad de Buckingham en el Reino Unido, así como Mark Bailey y David Asher, del Observatorio Armagh, en Irlanda del Norte, Reino Unido.
Los cometas gigantes, denominados centauros, se mueven en órbitas inestables que cruzan por las de los planetas exteriores masivos, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Los campos gravitatorios planetarios pueden desviar ocasionalmente la trayectoria de objetos de este tipo de tal modo que su nuevo curso les lleve hacia la Tierra.
Los centauros tienen normalmente de 50 a 100 kilómetros de diámetro, o más, y uno solo de tales cuerpos contiene más masa que toda la población de asteroides descubiertos hasta la fecha que cruza la órbita de la Tierra. Los cálculos de la tasa de entrada de centauros en el sector interior del sistema solar indican que una vez cada 40.000 a 100.000 años, alguno es desviado hacia una trayectoria que cruza la órbita terrestre.
Una vez en el espacio próximo a la Tierra, se supone que se desintegran en forma de polvo y fragmentos mayores, inundando ese sector del espacio interplanetario con restos cometarios y haciendo inevitables los impactos contra nuestro planeta.
Teniendo en cuenta los cataclismos meteoríticos conocidos del pasado de la Tierra, algunos de los cuales causaron daños severos en civilizaciones, y sobre la base de nuestro creciente conocimiento de la materia interplanetaria en el espacio próximo a la Tierra, los autores del nuevo estudio creen que hace unos 30.000 años nos visitó un centauro. Este cometa gigante debió esparcir por el sector interior del sistema solar escombros cuyo tamaño habría oscilado entre el del polvo hasta el de pedazos de varios kilómetros de diámetro.
Dos casos específicos de graves perturbaciones medioambientales, acaecidos respectivamente alrededor del año 10.800 a.C. y cerca del 2.300 a.C., detectados por geólogos y paleontólogos, encajan también con esta nueva visión del papel de los centauros. Algunas de las mayores extinciones masivas en el pasado lejano, por ejemplo la que exterminó a los dinosaurios hace 65 millones de años, pudieron también deberse a los efectos del paso de uno de estos cometas gigantes cerca de la Tierra.
En las últimas tres décadas, la comunidad científica ha invertido muchos esfuerzos en seguir y analizar el riesgo de una colisión entre la Tierra y un asteroide. Los resultados del nuevo estudio sugieren que es necesario mirar también más allá de nuestro vecindario inmediato, y hacerlo más allá de la órbita de Júpiter para encontrar centauros. Si Napier y sus colegas están en lo cierto, entonces estos lejanos cometas podrían ser un peligro serio y por ello hay que comenzar a investigarlos y vigilarlos cuanto antes.
Fuente NCYT