A principios de año, unos científicos presentaron evidencias sobre el Noveno Planeta, un planeta con masa semejante a la de Neptuno situado en una órbita elíptica cuya máxima distancia respecto al Sol es diez veces superior a la de Plutón. Desde entonces, los astrónomos se han preguntado sobre cómo pudo acabar este planeta en una órbita tan distante.
En una nueva investigación, se han examinado una serie de mecanismos para ubicación de tal órbita, propuestos por diversos científicos, y se ha llegado a la conclusión de que la mayoría de tales explicaciones tienen bajas probabilidades de ser ciertas. Por tanto, la presencia del Noveno Planeta, o Planeta Nueve, sigue siendo en cierta manera un misterio.
El nuevo estudio lo ha hecho el equipo de la astrofísica Gongjie Li, del Centro para la Astrofísica (CfA) en Cambridge, Massachusetts, gestionado conjuntamente por la Universidad de Harvard y el Instituto Smithsoniano, todas estas entidades en Estados Unidos.
“Las evidencias señalan que el Noveno Planeta existe, pero no podemos explicar con seguridad cómo surgió”, matiza Li.
Al parecer, el citado planeta gira alrededor del Sol a una distancia que varía entre 400 y 1.500 unidades astronómicas (una Unidad astronómica es la distancia media entre la Tierra y el Sol, es decir, 150 millones de kilómetros). Esto lo sitúa mucho más allá que todos los otros planetas de nuestro sistema solar. La pregunta es si se formó ahí, o si lo hizo en otra parte y acabó en esta órbita inusual más tarde.
Li y Fred Adams (de la Universidad de Michigan en Estados Unidos) llevaron a cabo millones de simulaciones por ordenador para poder evaluar tres posibilidades. La primera y más probable implica el paso de una estrella que habría arrastrado al Noveno Planeta hacia fuera. Tal interacción no solo empujaría al planeta hacia una órbita más amplia sino que la haría más elíptica. Y dado que el Sol se formó en un cúmulo estelar con varios miles de vecinos, tales encuentros estelares fueron muy comunes en la historia temprana de nuestro sistema solar.
Sin embargo, sería más probable que una estrella intrusa arrastrara por completo al Noveno Planeta y lo expulsara del sistema solar. Li y Adams han encontrado solo una probabilidad del 10 por ciento, como mucho, de que este planeta acabara aterrizando en su actual órbita. Además, habría tenido que empezar desde una distancia improbablemente lejana.
Las otras dos posibles explicaciones analizadas tampoco dan resultados convincentes
“Las evidencias señalan que el Noveno Planeta existe, pero no podemos explicar con seguridad cómo surgió”, matiza Li.
Al parecer, el citado planeta gira alrededor del Sol a una distancia que varía entre 400 y 1.500 unidades astronómicas (una Unidad astronómica es la distancia media entre la Tierra y el Sol, es decir, 150 millones de kilómetros). Esto lo sitúa mucho más allá que todos los otros planetas de nuestro sistema solar. La pregunta es si se formó ahí, o si lo hizo en otra parte y acabó en esta órbita inusual más tarde.
Li y Fred Adams (de la Universidad de Michigan en Estados Unidos) llevaron a cabo millones de simulaciones por ordenador para poder evaluar tres posibilidades. La primera y más probable implica el paso de una estrella que habría arrastrado al Noveno Planeta hacia fuera. Tal interacción no solo empujaría al planeta hacia una órbita más amplia sino que la haría más elíptica. Y dado que el Sol se formó en un cúmulo estelar con varios miles de vecinos, tales encuentros estelares fueron muy comunes en la historia temprana de nuestro sistema solar.
Sin embargo, sería más probable que una estrella intrusa arrastrara por completo al Noveno Planeta y lo expulsara del sistema solar. Li y Adams han encontrado solo una probabilidad del 10 por ciento, como mucho, de que este planeta acabara aterrizando en su actual órbita. Además, habría tenido que empezar desde una distancia improbablemente lejana.
Las otras dos posibles explicaciones analizadas tampoco dan resultados convincentes
Fuente NCYT