Diluvio de gas intergaláctico en un agujero negro supermasivo


En el cosmos también hay fenómenos meteorológicos y el radiotelescopio chileno ALMA acaba de detectar uno de ellos. Ha ocurrido a 1.000 millones de años luz de la Tierra: Un cúmulo de nubes de gas intergaláctico fluye hacia el agujero negro supermasivo situado en el corazón de una galaxia gigante y descarga una gran tormenta.

Se trata de la primera vez que los astrónomos pueden observar en el espacio un fenómeno meteorológico de estas características, según asegura este equipo internacional de astrónomos en un estudio publicado esta semana en la revista Nature.

Según sostienen los autores de este trabajo, la detección de esta gigantesca tormenta "constituye la primera prueba directa de que las nubes frías y densas se pueden fusionar a partir del gas intergaláctico caliente" y la lluvia de material cae en el corazón de una galaxia para alimentar su enorme agujero negro central.

"Hemos observado uno de los ejemplos más bellos e inequívocos de nubes moleculares frías que claramente se mueven hacia un agujero negro supermasivo en el centro de una galaxia gigante. Tanto ALMA como otros observatorios habían visto anteriormente indicios de este fenómeno, pero con esta observación hemos tenido suerte, pues los resultados no pueden interpretarse de forma ambigua. Se trata de una de las primeras ocasiones en las que sabemos que las nubes tienen que precipitar en el centro de la galaxia. Y sabemos casi con total certeza que tienen que estar muy cerca del agujero negro, y emitiendo material hacia él", explica a EL MUNDO Grant Tremblay, astrónomo de la Universidad de Yale (EEUU) y autor principal de esta investigación.

Los científicos creen que estos agujeros negros supermasivos son bastante comunes y se piensa que hay uno en cada galaxia, incluida la nuestra. El que describe este estudio tendría una masa equivalente a la de 300 millones de soles, según sus estimaciones.

Los tamaños de los agujeros negros

"Hay muchísimos tipos de agujeros negros. Los más pequeños tienen la masa de una estrella y son sólo un poco más masivos que nuestro sol. El agujero negro supermasivo que hay en el centro de nuestra galaxia, La Vía Láctea, es cuatro millones de veces más masivo que el Sol. El de nuestro estudio tiene una masa de 300 millones de soles, pero en otras galaxias los hay con masas equivalentes a miles de millones de soles. El agujero negro más masivo que ha sido encontrado es equivalente a 10.000 millones de soles", detalla Tremblay.

Las ondas milimétricas y submilimétricas con las que trabajan las 66 grandes antenas desplegadas en el desierto de Atacama que conforman el observatorio terrestre ALMA (siglas del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) constituyen un tipo de radiación invisible al ojo humano que permite estudiar el denominado Universo frío y observar lo que ocurre en galaxias y regiones de formación estelar que se encuentran muy lejos.

Para realizar su investigación, ALMA apuntó hacia un gran cúmulo de galaxias denominado Abell 2597. Alrededor de la galaxia central que protagoniza este estudio hay otras más pequeñas: "Es difícil precisar cuántas hay, pero habrá en torno a un centenar. Algunos cúmulos de galaxias pueden llegar a tener miles de ellas", señala el astrónomo.

El material que engullen

La difusa atmósfera de plasma ionizado y muy caliente que hay entre las galaxias de Abell 2597 ya había sido observado previamente con el Observatorio de rayos X de la NASA Chandra. "Este gas, que es muy, muy caliente, puede enfriarse rápidamente, condensarse y precipitar de una forma muy similar a la que el aire húmedo y caliente de la atmósfera terrestre puede generar nubes y precipitaciones", explica Tremblay. Esas nubes recién formadas generan lluvia en la galaxia. Esa lluvia de material alimenta el agujero negro supermasivo y también alimenta la formación de estrellas.

Cerca del centro de la galaxia estudiada, los investigadores observaron tres grandes cúmulos de gas frío dirigiéndose a gran velocidad (a más de un millón de kilómetros por hora) hacia el agujero negro supermasivo. Cada una de estas nubes contiene tanto material como un millón de soles. Aunque sólo observaron tres nubes, creen que en las proximidades podría haber miles de ellas.

Este nuevo estudio modifica, asimismo, algunas de las teorías que tenían los astrónomos sobre la forma en la que los agujeros negros supermasivos se alimentan a través de un proceso que se denomina acreción. Pensaban que en las galaxias más grandes, el gas ionizado caliente que engullen les llegaba lentamente y de forma regular. Sin embargo, las observaciones realizadas con ALMA sugieren que cuando las condiciones meteorológicas son las adecuadas, esos agujeros negros también pueden atiborrarse de gas molecular que descargan caóticamente nubes muy frías durante tormentas.

Los astrónomos quieren observar ahora con el observatorio ALMA más tormentas como ésta en otras galaxias para averiguar si estos espectaculares fenómenos meteorológicos son tan comunes en el cosmos como sospechan.

Fuente EL MUNDO



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