La infancia temprana –hasta los cuatro años– es la etapa de la vida en la que se adquieren habilidades fundamentales como el habla y el desarrollo cognitivo y socioemocional básico. Un macroestudio liderado por la Universidad de Harvard (EE UU) y publicado en PLoS Medicine desvela que uno de cada tres pequeños de entre tres y cuatro años en los países en vías de desarrollo es incapaz de mantener la atención y llevarse bien con su entorno. Además, tienen otros problemas como la falta de estrategias para evitar agresiones y situaciones violentas.
Los autores estiman que 80,2 millones de preescolares de 132 países con ingresos medios o bajos no logran desarrollar el conjunto de habilidades sociales básicas para su edad: entender y seguir instrucciones simples, relacionarse con los demás o resolver problemas cada vez más complejos. Esta incapacidad puede devenir en actitudes violentas.
La investigación está financiada por el Gobierno de Canadá dentro de su programa Grand Challenges y es el primero en cuantificar a los niños afectados por la mala situación económica de su país. Danna McCoy, autora principal del trabajo, comenta a Sinc que, hasta ahora, los expertos estaban más centrados en medir la mortalidad infantil o los daños provocados por la exposición de los menores a la pobreza.
“Sin embargo, nosotros proporcionamos estimaciones bastante exactas sobre el funcionamiento cognitivo y emocional de los niños. Estas habilidades son la base del aprendizaje y del bienestar social y personal”, asegura McCoy. Los beneficios de una estimulación emocional adecuada repercuten positivamente también en la salud mental y física a largo plazo.
“Aunque se necesitan más datos para comprender los enfoques específicos para cada cultura, enriquecer las interacciones con los adultos que los cuidan es fundamental para superar estos problemas”, remarca la experta.
Adquirir habilidades sociales como aprender estrategias para evitar las agresiones asegura el buen desarrollo de los menores de cuatro años. (Foto: M.Hoffer)
Este es el primer estudio para estimar directamente la gravedad de los déficits cognitivos y socioemocionales y se basa en los datos facilitados por los cuidadores de cerca de 100.000 niños que viven en países de bajos y medianos ingresos entre 2005 y 2015 como parte de un programa de UNICEF, encuestas sobre demografía y salud y los datos globales del Estudio sobre el Impacto del Modelo de Nutrición.
El problema se agrava por zonas: es más grave en el África subsahariana, donde afecta a 29,4 millones de niños, un 44%; seguido por el sur de Asia y la región de Asia oriental y el Pacífico con un 38% y un 26%, respectivamente.
Uno de los resultados más sorprendentes es que la incidencia de la pobreza en los menores afecta más a los niños que a las niñas. “La diferencia entre géneros es relativamente pequeña y nuestro estudio no abordó por qué existe esta brecha”, apunta McCoy. Otros factores de riesgo son la falta de estimulación o la vida alejada de las ciudades.
Los retos a los que se enfrentan los niños en los países en desarrollo no son solo sociales. "Además de ese tercio que, en general, no cumplían con los hitos que nosotros analizábamos, se estima que el 17% de ellos tenían un crecimiento físico más lento”. Para los autores esto significa que casi la mitad de los menores sufren retrasos del crecimiento en 132 países.
La importancia de un desarrollo normalizado durante los cuatro primeros años de vida es crucial para el bienestar de toda la comunidad y forma parte de los objetivos de las Naciones Unidas para el desarrollo sostenible.
La universidad de Harvard ha puesto en marcha un estudio complementario para cuantificar el impacto económico de las carencias socioemocionales de los niños en todo el mundo. Los resultados se publicarán a finales de este año. "Cuando vemos que uno de cada tres niños no puede explotar todo su potencial, nos encontramos ante uno de los desafíos más grandes del mundo”, recalca el director de Grand Challenges, Peter A. Singer.
“Para mejorar esta situación, promover la educación durante los primeros mil días de vida es crucial”, concluye Danna McCoy.
Estos trabajos forman parte de un proyecto internacional sobre los factores de riesgo para el desarrollo infantil. Participan equipos multidisciplinares de médicos, economistas, psicólogos, epidemiólogos y estadistas. (Fuente: SINC)
La investigación está financiada por el Gobierno de Canadá dentro de su programa Grand Challenges y es el primero en cuantificar a los niños afectados por la mala situación económica de su país. Danna McCoy, autora principal del trabajo, comenta a Sinc que, hasta ahora, los expertos estaban más centrados en medir la mortalidad infantil o los daños provocados por la exposición de los menores a la pobreza.
“Sin embargo, nosotros proporcionamos estimaciones bastante exactas sobre el funcionamiento cognitivo y emocional de los niños. Estas habilidades son la base del aprendizaje y del bienestar social y personal”, asegura McCoy. Los beneficios de una estimulación emocional adecuada repercuten positivamente también en la salud mental y física a largo plazo.
“Aunque se necesitan más datos para comprender los enfoques específicos para cada cultura, enriquecer las interacciones con los adultos que los cuidan es fundamental para superar estos problemas”, remarca la experta.
Adquirir habilidades sociales como aprender estrategias para evitar las agresiones asegura el buen desarrollo de los menores de cuatro años. (Foto: M.Hoffer)
Este es el primer estudio para estimar directamente la gravedad de los déficits cognitivos y socioemocionales y se basa en los datos facilitados por los cuidadores de cerca de 100.000 niños que viven en países de bajos y medianos ingresos entre 2005 y 2015 como parte de un programa de UNICEF, encuestas sobre demografía y salud y los datos globales del Estudio sobre el Impacto del Modelo de Nutrición.
El problema se agrava por zonas: es más grave en el África subsahariana, donde afecta a 29,4 millones de niños, un 44%; seguido por el sur de Asia y la región de Asia oriental y el Pacífico con un 38% y un 26%, respectivamente.
Uno de los resultados más sorprendentes es que la incidencia de la pobreza en los menores afecta más a los niños que a las niñas. “La diferencia entre géneros es relativamente pequeña y nuestro estudio no abordó por qué existe esta brecha”, apunta McCoy. Otros factores de riesgo son la falta de estimulación o la vida alejada de las ciudades.
Los retos a los que se enfrentan los niños en los países en desarrollo no son solo sociales. "Además de ese tercio que, en general, no cumplían con los hitos que nosotros analizábamos, se estima que el 17% de ellos tenían un crecimiento físico más lento”. Para los autores esto significa que casi la mitad de los menores sufren retrasos del crecimiento en 132 países.
La importancia de un desarrollo normalizado durante los cuatro primeros años de vida es crucial para el bienestar de toda la comunidad y forma parte de los objetivos de las Naciones Unidas para el desarrollo sostenible.
La universidad de Harvard ha puesto en marcha un estudio complementario para cuantificar el impacto económico de las carencias socioemocionales de los niños en todo el mundo. Los resultados se publicarán a finales de este año. "Cuando vemos que uno de cada tres niños no puede explotar todo su potencial, nos encontramos ante uno de los desafíos más grandes del mundo”, recalca el director de Grand Challenges, Peter A. Singer.
“Para mejorar esta situación, promover la educación durante los primeros mil días de vida es crucial”, concluye Danna McCoy.
Estos trabajos forman parte de un proyecto internacional sobre los factores de riesgo para el desarrollo infantil. Participan equipos multidisciplinares de médicos, economistas, psicólogos, epidemiólogos y estadistas. (Fuente: SINC)
Fuente NCYT