El viaje transatlántico del polvo del Sahara enriquece la selva del Amazonas


Con más de nueve millones de kilómetros cuadrados, el Sahara es el mayor desierto del mundo. Por su parte, la selva amazónica se extiende a su vez sobre unos seis millones de kilómetros cuadrados a lo largo de hasta nueve países. Estas dos inmensas, y en apariencia contradictorias, regiones del planeta se encuentran separadas por un océano y aún así mantienen un fascinante intercambio de material que ahora ha sido analizado en profundidad por la NASA.

En abril de 2006 la Agencia espacial estadounidense, en colaboración con el Centro de estudios espaciales de Francia, lanzó el satélite CALIPSO (Cloud-Aerosol Lidar and Infrared Pathfinder Satellite Observations) con el objetivo de estudiar y monitorizar en alta resolución la atmósfera superior de la Tierra.

Las observaciones de CALIPSO, desde 2007 hasta 2013, han servido para descubrir que cada año una media de 180 millones de toneladas de polvo del desierto se eleva por el viento y realiza un impresionante viaje transatlántico de 4800 kilómetros.

De esta cantidad, alrededor de 27 millones de toneladas llega cada año desde el Sáhara hasta el Amazonas. Son partículas diminutas, apenas una décima parte del grosor de un cabello humano, pero forman grandes plumas arrastradas por el viento que pueden ser detectadas desde el espacio.


Podríamos pensar que este trasvase de polvo y partículas de arena desde el desierto africano hasta la región amazónica es perjudicial, sin embargo conlleva un beneficio insospechado para las frondosas selvas americanas: fósforo.

Las arenas saharianas son ricas en fósforo, un elemento que aporta nutrientes esenciales a las cuencas amazónicas y que éstas suelen perder fácilmente cuando llegan las copiosas lluvias. Las frecuentes inundaciones en la zona arrastran el fósforo que las plantas necesitan y lo terminan depositando por escorrentía en los ríos. Es aquí donde el polvo sahariano repone una buena parte del fósforo perdido.

Otro de los descubrimientos que CALIPSO ha realizado durante su labor de observación es que la cantidad de polvo es muy variable, llegando a diferir hasta un 85% entre 2007 y 2011. La clave podría estar en el Sahel, una alargada franja de tierras áridas al Sur del Sáhara y que influye en el total de polvo transportado. Cuando llueve en esta zona del Sahel, la cantidad de polvo levantado por el aire es menor y por tanto se trasvasa menos cantidad de partículas por el aire, lo que nos lleva a una interesante conexión entre la cantidad de lluvia en una parte del desierto sahariano y el total de fósforo que enriquece las cuencas amazónicas.

Referencias y más información:

NASA Satellite Reveals How Much Saharan Dust Feeds Amazon’s Plants

Fuente YAHOO



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