Valoramos más las buenas noticias porque activan el circuito cerebral de la recompensa
Nuestro cerebro está programado para dar más importancia a las buenas noticias que a las malas, ha descubierto un estudio, según el cual las personas optimistas tienen mucho más activado el circuito cerebral de la recompensa que las personas realistas. Este sesgo de optimismo podría explicar la depresión o la adicción. Esta investigación confirma la existencia de un sesgo de aprendizaje anclado profundamente en la condición humana.
Nuestro cerebro está programado para dar más importancia a las buenas noticias que a las malas, ha descubierto un estudio. Esta perspectiva explica en parte el origen de ciertas patologías psicológicas, según los investigadores.
Por lo general, cuando a una persona se le da una mala noticia relacionada con su salud, tiende a mejorar sus perspectivas futuras. En psicología cognitiva, este proceso se conoce como sesgo de optimismo, que forma parte de los así llamados sesgos cognitivos.
El sesgo cognitivo describe alteraciones de la mente que provocan una distorsión de la percepción, una distorsión cognitiva, o un juicio impreciso o una interpretación ilógica. El sesgo de optimismo es la tendencia psicológica a predecir resultados positivos.
La nueva investigación ha profundizado en este sesgo cognitivo a través de numerosos test realizados con un grupo de voluntarios, según se explica en un comunicado del Inserm.
Según los resultados de esta investigación, nuestro cerebro tiende a aprender de forma asimétrica, privilegiando las informaciones positivas y despreciando las negativas. En consecuencia, la ausencia o exceso del sesgo de optimismo puede estar en el origen de algunas psicopatologías, como la depresión o la adicción.
Para explicar el origen neurospsicológico del optimismo, los investigadores estudiaron el comportamiento de los voluntarios en un proceso de aprendizaje por el sistema de prueba y error.
El objetivo de este experimento era elegir entre dos símbolos y, en función del resultado, ganar o perder 0,50€. Según la elección de cada participante, podría ganar 0,50€ (buena noticia) o perder 0,50€ (mala noticia).
Analizando las conclusiones de esta experiencia, los investigadores descubrieron que los participantes otorgan un 50% más de importancia a las buenas noticias que a las malas. Esta tendencia general de nuestro cerebro a aprender de manera asimétrica, privilegiando las noticias positivas y marginando las negativas, estaría en la base del sesgo de optimismo.
Circuito de recompensa activo
A continuación los investigadores quisieron descubrir la relación entre el sesgo de optimismo y los circuitos cerebrales de la recompensa. Para ello observaron el cerebro de los voluntarios durante el experimento de la prueba y error, gracias a la imagen de resonancia magnética funcional.
De esta forma descubrieron también que la actividad cerebral registrada en las estructuras del circuito cerebral de la recompensa era casi dos veces más importante en una persona optimista que en una realista, con igual recompensa económica. Esta actividad pone en evidencia perfiles distintos en las personas, que las hacen más o menos optimistas o realistas.
Además de dar una explicación neuropsicológica al origen del optimismo, esta investigación aporta una prueba adicional a la existencia de un sesgo de aprendizaje anclado profundamente en la condición humana.
El estudio arroja luz sobre la forma en la que el cerebro aprende de sus errores y sobre los mecanismos que le llevan a preferir las buenas noticias a las malas noticias.
El sesgo de optimismo podría por ello estar en el origen de algunas psicopatologías como la depresión (ausencia del sesgo de optimismo) o adicciones (exceso de sesgo de optimismo).
Para comprender mejor el origen y manifestación de estos comportamientos cuyo costo social y humano es importante, el estudio de estos sesgos elementales en los procesos de aprendizaje resulta fundamental, concluyen los investigadores.
Fuente TENDENCIAS 21
Nuestro cerebro está programado para dar más importancia a las buenas noticias que a las malas, ha descubierto un estudio, según el cual las personas optimistas tienen mucho más activado el circuito cerebral de la recompensa que las personas realistas. Este sesgo de optimismo podría explicar la depresión o la adicción. Esta investigación confirma la existencia de un sesgo de aprendizaje anclado profundamente en la condición humana.
Nuestro cerebro está programado para dar más importancia a las buenas noticias que a las malas, ha descubierto un estudio. Esta perspectiva explica en parte el origen de ciertas patologías psicológicas, según los investigadores.
Por lo general, cuando a una persona se le da una mala noticia relacionada con su salud, tiende a mejorar sus perspectivas futuras. En psicología cognitiva, este proceso se conoce como sesgo de optimismo, que forma parte de los así llamados sesgos cognitivos.
El sesgo cognitivo describe alteraciones de la mente que provocan una distorsión de la percepción, una distorsión cognitiva, o un juicio impreciso o una interpretación ilógica. El sesgo de optimismo es la tendencia psicológica a predecir resultados positivos.
La nueva investigación ha profundizado en este sesgo cognitivo a través de numerosos test realizados con un grupo de voluntarios, según se explica en un comunicado del Inserm.
Según los resultados de esta investigación, nuestro cerebro tiende a aprender de forma asimétrica, privilegiando las informaciones positivas y despreciando las negativas. En consecuencia, la ausencia o exceso del sesgo de optimismo puede estar en el origen de algunas psicopatologías, como la depresión o la adicción.
Para explicar el origen neurospsicológico del optimismo, los investigadores estudiaron el comportamiento de los voluntarios en un proceso de aprendizaje por el sistema de prueba y error.
El objetivo de este experimento era elegir entre dos símbolos y, en función del resultado, ganar o perder 0,50€. Según la elección de cada participante, podría ganar 0,50€ (buena noticia) o perder 0,50€ (mala noticia).
Analizando las conclusiones de esta experiencia, los investigadores descubrieron que los participantes otorgan un 50% más de importancia a las buenas noticias que a las malas. Esta tendencia general de nuestro cerebro a aprender de manera asimétrica, privilegiando las noticias positivas y marginando las negativas, estaría en la base del sesgo de optimismo.
Circuito de recompensa activo
A continuación los investigadores quisieron descubrir la relación entre el sesgo de optimismo y los circuitos cerebrales de la recompensa. Para ello observaron el cerebro de los voluntarios durante el experimento de la prueba y error, gracias a la imagen de resonancia magnética funcional.
De esta forma descubrieron también que la actividad cerebral registrada en las estructuras del circuito cerebral de la recompensa era casi dos veces más importante en una persona optimista que en una realista, con igual recompensa económica. Esta actividad pone en evidencia perfiles distintos en las personas, que las hacen más o menos optimistas o realistas.
Además de dar una explicación neuropsicológica al origen del optimismo, esta investigación aporta una prueba adicional a la existencia de un sesgo de aprendizaje anclado profundamente en la condición humana.
El estudio arroja luz sobre la forma en la que el cerebro aprende de sus errores y sobre los mecanismos que le llevan a preferir las buenas noticias a las malas noticias.
El sesgo de optimismo podría por ello estar en el origen de algunas psicopatologías como la depresión (ausencia del sesgo de optimismo) o adicciones (exceso de sesgo de optimismo).
Para comprender mejor el origen y manifestación de estos comportamientos cuyo costo social y humano es importante, el estudio de estos sesgos elementales en los procesos de aprendizaje resulta fundamental, concluyen los investigadores.
Fuente TENDENCIAS 21